El d¨ªa que las mujeres paralizaron Islandia para clamar por la igualdad

Cerraron las escuelas. Y las guarder¨ªas. Muchas tiendas no pudieron abrir sus puertas. Tampoco las plantas de algunas f¨¢bricas. Faltaban las mujeres. El 24 de octubre de 1975 las islandesas decidieron no ir a trabajar. Tomaron las calles para reivindicar la igualdad. Y paralizaron el pa¨ªs. Literalmente. M¨¢s del 90% de las ciudadanas de la isla (de algo m¨¢s de 220.000 habitantes) secundaron el llamado ¡°d¨ªa libre de las mujeres¡±. Tanto que los peri¨®dicos vespertinos no pudieron imprimirse. La mayor¨ªa de las tip¨®grafas y las secretarias eran mujeres y tambi¨¦n hab¨ªan secundado el paro. Muchos hombres, poco acostumbrados a los cuidados familiares, tuvieron que llevarse a sus hijos al trabajo. Y preparar desayunos, almuerzos y cenas. Ese d¨ªa, en los comercios que quedaban abiertos se acabaron las salchichas, una de las comidas m¨¢s simples y socorridas.

¡°La convocatoria fue un ¨¦xito. Nunca he visto nada igual. Fue una fiesta por la igualdad¡±, rememora emocionada Gerdur Steinthorsdottir. Vivaracha y sonriente, esta antigua profesora de 73 a?os fue una de las organizadoras del paro. Una iniciativa que parti¨® de los colectivos feministas, con motivo del a?o Internacional de la Mujer designado por la ONU, y que fue secundada y apoyada por partidos, sindicatos y todo tipo de organizaciones. M¨¢s de 25.000 mujeres se unieron en la plaza central de Reikiavik en una multitudinaria concentraci¨®n festiva para clamar por sus derechos. Fue un punto de inflexi¨®n en un pa¨ªs en el que, pese a que las mujeres ten¨ªan derecho a voto desde 1915 hab¨ªa solo tres parlamentarias: el 5% de los esca?os. En las siguientes elecciones, cinco a?os despu¨¦s, Islandia eligi¨® por primera vez a una mujer presidenta, Vigdis Finnbogadottir.

En aquella manifestaci¨®n multitudinaria, rodeada de carteles y pancartas con los s¨ªmbolos feministas estaba Gudrun Jonsdotir, casada y madre de un beb¨¦. Cuenta que tuvo muy claro que ese d¨ªa no iba a limpiar ni a cocinar. Tampoco, por supuesto, acudir¨ªa al trabajo. Como Audur Styrkarsdottir, en esa ¨¦poca estudiante de Sociolog¨ªa en la Universidad de Islandia, que cuenta risue?a que su padre fue uno de esos hombres que tuvo que corresponsabilizarse ese d¨ªa y se llev¨® a su hermana al trabajo. ¡°Ella todav¨ªa se acuerda de que la agasajaron con dulces y refrescos¡±, cuenta desde Reikiavik. Se o¨ªa a los cr¨ªos de fondo en la radio, mientras los locutores contaban la marcha en las noticias. ¡°Y era tan bueno escucharlos. Eso significaba que los hombres estaban al cargo ese d¨ªa¡±, cont¨® a?os despu¨¦s de tomar posesi¨®n la presidenta Finnbogadottir.

No fue una huelga al uso. De hecho, aunque fue la idea inicial planteada por la organizaci¨®n feminista Red Stockings, un comit¨¦ de mujeres formado por distintas entidades y representantes de los partidos pol¨ªticos decidi¨® rebautizarlo como ¡°d¨ªa libre¡±. Pensaron que eso har¨ªa la f¨®rmula m¨¢s factible para las mujeres y tambi¨¦n para los empleadores que quiz¨¢ plantear¨ªan pegas o podr¨ªan llegar a despedir a las mujeres por hacer huelga pero no podr¨ªan negarles un d¨ªa libre, explica Gerdur Steinthorsdottir. El consenso fue tal que los sindicatos y confederaciones empresariales se unieron y lograron que los empleadores ampararan la idea. ¡°Tanto que no restaron del salario. Nadie perdi¨® el sueldo esa jornada¡±, apunta Audur Styrkarsdottir, que se convirti¨® con los a?os en la directora del Archivo Hist¨®rico de la Mujer island¨¦s.

La jornada hizo historia. No s¨®lo en Islandia, sino en todo el mundo. A?os despu¨¦s, en 2016, las argentinas emular¨ªan el paro de las islandesas para clamar ¡°ni una menos¡± contra la violencia machista. Tambi¨¦n las polacas, que vestidas de luto riguroso dejaron de trabajar y salieron a la calle para reivindicar el derecho a decidir libremente su maternidad. Este a?o, siguiendo el exitoso ejemplo n¨®rdico, organizaciones feministas de 170 pa¨ªses han convocado paros o incluso huelga general ¡ªcomo en el caso de Espa?a¡ª para el 8 de marzo, d¨ªa Internacional de la Mujer. El objetivo es el mismo: que sin mujeres se pare el mundo.

¡°Ese d¨ªa fue important¨ªsimo para Islandia. Nadie era consciente del poder de trabajo de las mujeres y esa fue una buena manera de demostrarlo. Les abri¨® los ojos a muchos¡±, apunta Ragnheidur Kristjansdottir, profesora de la Universidad de Islandia. Es dif¨ªcil, sin embargo, medir los efectos despu¨¦s. Sobre todo porque para muchos hombres. Se trat¨® de una ¨²nica jornada. Como apunta Steinthorsdottir: ¡°Pensaban que nos durar¨ªa un d¨ªa y estaban muy equivocados. Desde entonces hemos conseguido mucho. Todav¨ªa queda un largo camino que transitar, sobre todo en cuestiones de violencia contra la mujer. No todo se logra en un d¨ªa, pero se avanza¡±.