La Rusia m¨¢s multi¨¦tnica teme la radicalizaci¨®n
La regi¨®n m¨¢s septentrional del pa¨ªs, en las monta?as del C¨¢ucaso, es una tierra que no tiene guerras, pero que no conoce la paz
Zhanna Ismailova tiene la cara surcada por las arrugas de tantas noches de insomnio. Sentada en la mesa de la cocina, se pone las gafas y saca una hoja de papel tras otra de una carpeta azul. Son las peticiones dirigidas a las autoridades por las 86 mujeres que han fundado la asociaci¨®n Coraz¨®n de Madre tras haber visto c¨®mo el agujero negro de las mentiras y los abusos de Daguest¨¢n se tragaba a sus hijos. Se dice que Rusia empieza aqu¨ª porque esta es la regi¨®n m¨¢s meridional del pa¨ªs. Sin embargo, parece que en ella acaba todo. Desde hace m¨¢s de 20 a?os, esta rep¨²blica encajada entre el mar Caspio y las monta?as del C¨¢ucaso es una tierra que no ha vivido guerras, pero que tampoco conoce la paz.
Mosaico de m¨¢s de 30 etnias y babel de otros tantos idiomas, con el ruso como lengua franca, es la zona m¨¢s multi¨¦tnica y musulmana de la Federaci¨®n. En las ciudades salpicadas de alminares, resuenan las llamadas de los almu¨¦danos. Predominan la tradici¨®n sun¨ª y las hermandades suf¨ªes, pero las dos guerras separatistas en la vecina Chechenia han radicalizado a muchos musulmanes, principalmente de inspiraci¨®n salafista, la corriente ultraconservadora del islam. De aqu¨ª proced¨ªan los hermanos Tsarmaev, autores del atentado de Boston, y m¨¢s de un millar de j¨®venes que se marcharon para combatir en las filas del Estado Isl¨¢mico en Siria e Irak (ISIS por sus siglas en ingl¨¦s). Las autoridades responden con redadas indiscriminadas y registros del ADN de los ultraconservadores que lo ¨²nico que consiguen es enemistar a la poblaci¨®n y alimentar el yihadismo.
Centenares de j¨®venes han desaparecido en la nada. Como Rashid Ismailov, hijo de Zhanna. ¡°Cuando lo secuestraron, el 8 de mayo de 2012, ten¨ªa 26 a?os, una mujer y un hijo de 15 d¨ªas. Lo hicieron subir a un Lada Priora negro y desde entonces no hemos vuelto a tener noticias de ¨¦l. Hay m¨¢s de mil casos como el suyo. El gui¨®n es siempre el mismo. Las autoridades utilizan la amenaza del terrorismo porque viven de ello¡±. Daguest¨¢n es la rep¨²blica que recibe m¨¢s subvenciones de Mosc¨². En 2017 fueron 52.000 millones de rublos (cerca de un mill¨®n de euros), equivalentes al 75% de su presupuesto. A cambio, los poderosos clanes locales invierten en la guerra contra el terror. Cada detenci¨®n de un yihadista, sea verdadero o supuesto, es un punto que aumenta las ayudas, sobre todo desde que Daguest¨¢n ha sustituido a Chechenia como el ¡°lugar m¨¢s peligroso de Europa". Sin embargo, la corrupci¨®n end¨¦mica y los abusos de las fuerzas policiales frustran cualquier objetivo. A pesar de todo, algo est¨¢ cambiando.
De acuerdo con una norma no escrita, el gobernador de Daguest¨¢n ha sido siempre un ¨¢varo o un dargino, en representaci¨®n de las dos etnias m¨¢s extendidas de la zona. Sin embargo, para intentar parar la hemorragia de fondos de las arcas p¨²blicas, el oto?o pasado el Kremlin decidi¨® por primera vez nombrar un gobernador que no era ni daguestan¨ª ni musulm¨¢n, y design¨® a Vlad¨ªmir Vasiliev, un silovik (miembro de los cuerpos de seguridad e interior) de 68 a?os, inmune a las presiones de los poderosos clanes locales, exgeneral de la polic¨ªa y exl¨ªder de Rusia Unida ¡ªel partido de Vlad¨ªmir Putin¡ª?en la Duma. Mucha gente de la zona ten¨ªa la esperanza de que su nombramiento pusiese fin al quebrantamiento de la ley. La respuesta, a la altura de las expectativas, ha sido la mayor purga de la Rusia postsovi¨¦tica: 38 procuradores generales llegados de Mosc¨² han acusado a decenas de altos funcionarios, incluido el primer ministro de la rep¨²blica y dos de sus viceministros, adem¨¢s del alcalde y el arquitecto jefe de la capital, Majachkal¨¢.
Tambi¨¦n el nuevo jefe de Gobierno de esta regi¨®n sure?a es un forastero. Se trata de Artiom Zdunov, exministro de Econom¨ªa de Tartarist¨¢n, de 39 a?os. Con el lanzamiento de la ofensiva anticorrupci¨®n y la designaci¨®n de nuevos gestores para los puestos clave, el Kremlin intenta aplacar el descontento expresado por los manifestantes, en su mayor¨ªa jovenc¨ªsimos, que la primavera pasada salieron a la calle en toda Rusia para protestar contra el latrocinio de las ¨¦lites en el poder. ¡°Estamos preparados para hacerlo en cualquier otra regi¨®n con el fin de erradicar la corrupci¨®n¡±, declaraba su portavoz, Dmitrij Peskov. La jugada tiene la vista puesta en las elecciones presidenciales del 18 de marzo, de la que Vlad¨ªmir Putin, libre de verdaderos rivales, espera un plebiscito que lo corone para su cuarto mandato.
En 2017, Daguest¨¢n tambi¨¦n fue escenario de manifestaciones in¨¦ditas a partir de los monumentales bloqueos de las carreteras organizados por los transportistas contra la subida al doble del sistema de peaje Platon, controlado por Igor Rotenberg, hijo de Arakadij. ¡°Llegamos a lograr que participasen m¨¢s de 4.000 veh¨ªculos. Aqu¨ª el 40% de la poblaci¨®n vive del transporte a larga distancia. Platon afecta a la vida de todos los habitantes, pero los Rotenberg tienen el monopolio. Son amigos de la infancia de Putin. Todo el mundo lo sabe¡±, explica Kamaladin Magomedov, presidente de la secci¨®n daguestan¨ª de la asociaci¨®n de transportistas rusos OPR, declarada ¡°agente extranjero¡± por el Kremlin. Gracias a las protestas, la tarifa se aument¨® solo un 25%, de un rublo y 53 kopeks a un rublo con 91. ¡°Ha sido una peque?a victoria. Nosotros ped¨ªamos que se suprimiese¡±.
Un grupo de ciudadanos de Majachkal¨¢ tambi¨¦n puede presumir de haber logrado peque?as conquistas. La capital es una aglomeraci¨®n urbana desestructurada y destartalada. Esqueletos de acero y cemento, construcciones fantasma y enormes cuarteles inacabados se recortan sobre la soberbia escenograf¨ªa de los contrafuertes del C¨¢ucaso. Son el producto de una carrera inmobiliaria salvaje que sacrifica los espacios verdes y la est¨¦tica urbana.
Cuando la Administraci¨®n local anunci¨® la construcci¨®n del museo Rusia, mi historia, en el parque Lenin Komsomol, ciudadanos de diferentes ideolog¨ªas se organizaron a trav¨¦s de un grupo de WhatsApp, y con sus piquetes con cintas verdes, sus demandas y sus litigios legales han logrado salvar el ¨²nico pulm¨®n verde de la capital. ¡°Por una vez hemos dejado al margen las diferencias religiosas, ¨¦tnicas y pol¨ªticas. Hemos unido nuestras fuerzas para defender una hect¨¢rea de tierra y 65 ¨¢rboles¡±, cuenta la periodista y escritora feminista Svetlana Anochina, con el ce?o fruncido y un cigarrillo en la mano. ¡°No recuerdo otros ejemplos de movimientos espont¨¢neos en esta ciudad. El dicho de que la uni¨®n hace la fuerza no es una banalidad. Tambi¨¦n hemos ganado otras dos causas parecidas, y en las elecciones presidenciales todos seremos observadores. Queremos unas elecciones limpias¡±.
Fraude electoral
Daguest¨¢n es la rep¨²blica en la que se registran las irregularidades electorales m¨¢s palmarias y extendidas. Se a?aden papeletas a las urnas, se vuelven a redactar las actas para retocar los porcentajes, se organizan ¡°carruseles¡± para votar varias veces. La culpa es del excesivo celo de los funcionarios. Los porcentajes de participaci¨®n y consenso siempre figuran entre los m¨¢s altos del pa¨ªs.
En las elecciones presidenciales de 2012, la participaci¨®n fue del 91%, y los votos para Putin superaron el 92%, frente al 65% del resto de la Federaci¨®n. Por su parte, en las elecciones al Parlamento de 2016, Rusia Unida obtuvo el 89% de los votos frente al 48% de media nacional, y la participaci¨®n fue del 88% frente al 48% total, el r¨¦cord m¨¢s bajo de la historia de la Rusia contempor¨¢nea. ¡°En 2016, Daguest¨¢n vot¨® por primera vez tanto a la Duma como al Parlamento regional. La consecuencia fue que hubo irregularidades¡±, admite Magomed Dibirov, jefe de la Junta Electoral local. ¡°Sin embargo, despu¨¦s de repetir el escrutinio, despedimos a 70 presidentes de mesa y ofrecimos cursos de formaci¨®n para las personas que realizar¨¢n el recuento en el futuro, pero tambi¨¦n para los electores y los observadores. Queremos que todo el mundo conozca sus derechos. La novedad absoluta de estas elecciones ser¨¢n los llamados inspectores p¨²blicos enviados por las c¨¢maras civiles¡±.
Marat Ismailov, un abogado de 27 a?os, no se f¨ªa. ?l fue el encargado de llevar a los tribunales las demandas de la ciudadan¨ªa contra la construcci¨®n abusiva que acabaron en victoria. Actualmente organiza los cursos de formaci¨®n para los observadores. ¡°Las violaciones del derecho de voto llevan a los incompetentes al poder. Las instituciones p¨²blicas no cumplen con su deber, y los sindicatos no defienden verdaderamente a los trabajadores. El consejo de defensa de los derechos humanos del gabinete presidencial pasa por alto las infracciones. La causa es que los cargos importantes los ocupan personas que no deber¨ªan¡±. El objetivo del Kremlin para el 18 de marzo es obtener un ¡°70-70¡±. El primer 70 es el porcentaje de votos para Putin, y el segundo, la afluencia a las urnas. El temor es que las autoridades de Daguest¨¢n est¨¦n dispuestas a cualquier cosa para ganarse los favores de Mosc¨². ¡°Pero las purgas han desorientado a todo el mundo¡±, asegura Anochina. ¡°Mientras no entiendan qu¨¦ mano les da de comer y cu¨¢l los castiga, puede pasar cualquier cosa¡±.
Los trucos no son demasiado necesarios. Aunque muchos votar¨¢n a Pavel Grudinin, candidato del Partido Comunista, Daguest¨¢n sigue siendo fiel al Kremlin. Basta asomarse a una universidad de Majachkal¨¢ o pasear por las callejuelas tortuosas de la vecina Derbent, la ciudad m¨¢s antigua de Rusia. Todos los j¨®venes de 18 a?os son partidarios de VVP, Vlad¨ªmir Vladimirovic Putin. Da igual que no conozcan a ning¨²n otro l¨ªder. Es m¨¢s, seg¨²n Ali Salmanov, ¡°llevar 18 a?os en el poder hace que tenga m¨¢s experiencia¡±.
¡°Aqu¨ª, Putin obtendr¨¢ el 90% de los votos. Es verdad que hay pobreza, pero desde que ¨¦l est¨¢ en el poder, tenemos estabilidad, se respetan las tradiciones y los valores, y la paz ha vuelto al C¨¢ucaso. Ahora, los daguestan¨ªes decimos con orgullo que somos rusos aunque por nuestra etnia no lo seamos¡±, es lo primero que dice Ali Ibragimov, director del Museo Hist¨®rico, Arquitect¨®nico y Art¨ªstico de Derbent. En la mesa hay t¨¦, frutos secos, mandarinas y chocolatinas. Imposible resistirse. Esta es tierra meridional, tierra de hospitalidad. Detr¨¢s de Ibragimov cuelga un gran tapiz de la fortaleza de Derbent, declarada patrimonio de la humanidad, con un enorme retrato de Putin en primer plano. ¡°Lo encargu¨¦ expresamente hace tres a?os con ocasi¨®n del aniversario de la ciudad. Me habr¨ªa gustado regal¨¢rselo al presidente, pero no vino a las celebraciones¡±.
Traducci¨®n: Newsclips