El reloj de una v¨ªctima de los nazis que lleg¨® a su hijo 75 a?os despu¨¦s
Una alemana devuelve a un ciudadano franc¨¦s el objeto que su padre dej¨® atr¨¢s al escapar de un campo de concentraci¨®n de las SS
Hace casi 75 a?os, en diciembre de 1943, Jean Duret se salv¨® de la barbarie nazi por poco. El joven, perteneciente a la Resistencia francesa, consigui¨® escapar tras haber sido apresado junto a otro grupo de muchachos, muchos de los cuales fueron directamente asesinados, en la peque?a localidad de Hab¨¨re-Lullin, donde resid¨ªa, en la Alta Saboya, cerca de la frontera con Suiza. Atr¨¢s dej¨®, requisado por las fuerzas alemanas, una de sus pertenencias m¨¢s preciadas, un reloj de bolsillo que hab¨ªa heredado de su padre, como este lo hab¨ªa hecho del suyo.
Casi ocho d¨¦cadas despu¨¦s, la reliquia familiar ha encontrado su camino de vuelta. Jean-Michel Duret, hijo de Jean, recibi¨® en enero una carta con matasellos de Berl¨ªn. En la misiva, una mujer alemana, identificada como Sabine Konitzer, le explicaba que hab¨ªa heredado un reloj que quiz¨¢ pudiera haber pertenecido a su familia. Ten¨ªa una inscripci¨®n con dos pistas. Un nombre, ¡°Duret Jean¡±, y un lugar, ¡°Hab¨¨re-Lullin¡±. La carta remataba: ¡°?Le interesar¨ªa a usted recuperar ese reloj?¡±.
Jean-Michel Duret ya cuida con cari?o el reloj plateado de su familia reci¨¦n recuperado. ¡°Solo hace falta darle cuerda¡±, comentaba ante el diario regional Le Dauphine Liber¨¦, el primero en revelar una historia que ya ha llegado a la prensa nacional. El reloj no tiene un gran valor econ¨®mico. Pero el sentimental es incalculable, ya que fue pasando de padres a hijos desde el siglo XIX. Tambi¨¦n se ha convertido en un testimonio ¨²nico de una historia que sigue marcando a la localidad alpina que fue escenario de una masacre que quiz¨¢s no entr¨® en todos los libros de historia, pero que en esa regi¨®n sigue conmemor¨¢ndose cada a?o.
Era la Navidad de 1943. Hac¨ªa un a?o que la regi¨®n hab¨ªa ca¨ªdo bajo la ocupaci¨®n alemana. En la noche del 25 al 26 de diciembre, la familia Bourgeois organiz¨® en el castillo que pose¨ªa en Hab¨¨re-Lullin un baile para los j¨®venes de la zona. Muchos de los invitados se hab¨ªan unido a la Resistencia, como Jean Duret, de 18 a?os. ¡°La 9? compa?¨ªa de las SS, guiada por un traidor, rodea el castillo donde la juventud insumisa celebra la Navidad armada solamente con la m¨²sica y su alegr¨ªa de vivir, pese a todo¡±, relata La masacre de Hab¨¨re-Lullin, cr¨®nica de un crimen nazi, publicado por los Amigos de la Fundaci¨®n por la Memoria de la Deportaci¨®n en enero del a?o pasado.
Veinticinco j¨®venes son ametrallados en el mismo castillo, que los nazis incendian con los cuerpos dentro. Varios j¨®venes m¨¢s son arrestados y enviados a realizar trabajos forzados en Leipzig. Unos cuantos logran huir durante el trayecto en tren hacia Alemania. Ocho no lo consiguen y acaban siendo deportados. Seis de ellos nunca regresar¨¢n. Entre los afortunados que consiguieron saltar a tiempo del tren que los llevaba a una muerte casi segura estaba Jean Duret, que r¨¢pidamente volvi¨® a la Resistencia. Tras la guerra, regres¨® a su casa y fund¨® una familia. Muri¨® en 2010. ¡°Es por eso que el reloj tiene un gran valor sentimental para m¨ª¡±, dijo a Le Parisien su hijo, un agricultor que sigue viviendo en la zona.
El reloj se ha convertido en un s¨ªmbolo de la reconciliaci¨®n m¨¢s fuerte, quiz¨¢s, que cualquier mensaje pol¨ªtico. Porque, seg¨²n le explic¨® Sabine Konitzer a Jean-Michel Duret, el reloj le lleg¨® por herencia de una t¨ªa sin posibilidad de averiguar c¨®mo acab¨® en su familia. Sin ning¨²n valor afectivo para ella, decidi¨® venderlo, pero para ello primero se puso a limpiarlo. Fue entonces cuando descubri¨® el nombre y el pueblo en la caja del reloj. La mujer busc¨® por Internet esa localidad y el nombre de Duret hasta llegar a Jean-Michel. Incluso se tom¨® la molestia de traducir al franc¨¦s sus misivas. ¡°Es un gesto extraordinario¡±, dijo a Le Parisien Duret hijo.
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