Al fin, la internacionalizaci¨®n catalana
No han sido los ¨¦xitos, sino los fracasos del independentismo, los que le han dado notoriedad global
La justicia y la polic¨ªa est¨¢n consiguiendo en pocas semanas lo que no hab¨ªan conseguido la diplomacia y la pol¨ªtica en seis a?os. El conflicto catal¨¢n, encapsulado al menos desde 2012 como una disputa interna, se ha proyectado internacionalmente en cuanto se ha trasladado al territorio de la seguridad del Estado y del C¨®digo Penal, como ha sucedido a partir del 1 de octubre pasado, con la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n fuera del marco constitucional espa?ol y la posterior proclamaci¨®n de una rep¨²blica catalana que ni siquiera lleg¨® a reunir a sus ¨®rganos o a producir un simple decreto.
Mucho les ha costado a los dirigentes independentistas que los Gobiernos europeos se ocuparan de sus reivindicaciones. Pero cuando lo han hecho no ha sido para solidarizarse con ellas, o al menos para mostrarse comprensivos, sino para enfrentarse a la inc¨®moda gesti¨®n de las ¨®rdenes de detenci¨®n o euro¨®rdenes y para ofrecer explicaciones a las demandas de sus opiniones p¨²blicas.
Un buen pu?ado de los argumentos utilizados en el debate interno espa?ol aparece ya como preguntas de ¨¢mbito europeo, con resonancias en las instituciones, especialmente en el Comit¨¦ de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y, en el futuro, en el Tribunal de Derechos Humanos del Consejo de Europa. ?Se trata de presos pol¨ªticos que debieran quedar fuera del ¨¢mbito de la euroorden? ?Son ciudadanos que han infringido el c¨®digo penal en algunos de sus art¨ªculos m¨¢s graves y m¨¢s severamente penalizados, o se trata simplemente de un problema de libertades pol¨ªticas? ?Hay que reconocer a los dirigentes huidos el car¨¢cter de exiliados o aspirantes al asilo pol¨ªtico que reivindican?
Una de las muchas paradojas de los planes secesionistas es que la internacionalizaci¨®n ha triunfado precisamente despu¨¦s de su fracaso m¨¢s absoluto, significado por la negativa de los Estados y las organizaciones internacionales ni siquiera a mostrar su comprensi¨®n hacia el derecho a decidir, la autodeterminaci¨®n y especialmente la declaraci¨®n unilateral de independencia. A pesar de las generosas inversiones de dinero p¨²blico, la diplomacia secesionista del Diplocat no consigui¨® apenas atenci¨®n en estos seis a?os, sobre todo si se compara con el efecto del m¨¢s m¨ªnimo movimiento de Puigdemont desde su huida a Bruselas.
Hemos pasado, sobre el papel, de los pac¨ªficos y tranquilos modelos escoc¨¦s y quebequ¨¦s al violento y etnicista modelo balc¨¢nico
La internacionalizaci¨®n ha sido una obsesi¨®n desde el momento mismo en que arranc¨® el proc¨¦s en 2012. Sus ingenieros imaginaron la intervenci¨®n de la comunidad internacional, de Naciones Unidas o de la Uni¨®n Europea en sucesivas fases de una hoja de ruta tan aireada como poco implementada, tal como recogieron en el informe n¨²mero 4 del Libro Blanco sobre la Transici¨®n Nacional, dirigido por el jurista y exvicepresidente del Tribunal Constitucional espa?ol Carles Viver Pi-Sunyer.
Bajo el t¨ªtulo de ¡®Internacionalizaci¨®n de la consulta y del proceso de autodeterminaci¨®n de Catalu?a¡¯, se proponen, primero, ¡°justificar el proceso ante los actores internacionales (Estados, instituciones y organizaciones, actores no estatales y medios de comunicaci¨®n extranjeros)¡± y, luego, ¡°establecer una pol¨ªtica de comunicaci¨®n con aquellos actores tanto para explicar el proceso pol¨ªtico de autodeterminaci¨®n que se desarrolla en Catalu?a como para preparar el estadio del reconocimiento de Catalu?a como Estado independiente¡±.
Atendiendo estrictamente a los objetivos, la internacionalizaci¨®n ha sido un fracaso de justificaci¨®n y de explicaci¨®n, al menos hasta el 1 de octubre, e incluso m¨¢s all¨¢, concretamente el 27 de octubre, con la proclamaci¨®n de una rep¨²blica que no fue saludada por ni un solo actor internacional. Tambi¨¦n han fracasado todos los intentos de encontrar alg¨²n tipo de mediaci¨®n internacional de urgencia, como intent¨® Puigdemont entre el 1-O y la declaraci¨®n unilateral del 27-O. Ha entrado en juego, en cambio, otra internacionalizaci¨®n mucho m¨¢s eficaz y tambi¨¦n m¨¢s radical, a partir de las im¨¢genes de la represi¨®n policial del 1-O, el mayor ¨¦xito propagand¨ªstico del proc¨¦s en toda su historia, solo superado por el encarcelamiento de los exconsejeros y, sobre todo, la detenci¨®n en Alemania del presidente destituido.
Si hasta ahora se reivindicaba la secesi¨®n como parte de los derechos democr¨¢ticos, en los que los secesionistas incluyen el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n, a partir de ahora se reivindica la necesidad de la secesi¨®n como instrumento para remediar la supuesta opresi¨®n del Estado espa?ol, entendido como potencia exterior ocupante. Hemos pasado, sobre el papel, de los pac¨ªficos y tranquilos modelos escoc¨¦s y quebequ¨¦s al violento y etnicista modelo balc¨¢nico (independencias de Eslovenia y Kosovo).
En el momento en que vulnera la legalidad, el secesionismo colisiona con el concepto de la UE como espacio donde rige el derecho
La clave de esta internacionalizaci¨®n es el principio de desobediencia impuesto por la CUP en sus acuerdos para la investidura de Puigdemont, el 10 de enero de 2016, reiterado despu¨¦s en la votaci¨®n de confianza, el 30 de septiembre del mismo a?o. Cuando Artur Mas dirig¨ªa el proceso, el objetivo era apurar los m¨¢rgenes legales, incluso a riesgo de traspasarlos, como sucedi¨® con la consulta del 9-N de 2014, pero con el prop¨®sito de terminar en una negociaci¨®n. En el momento en que se declara la insumisi¨®n al Tribunal Constitucional y se manifiesta la disposici¨®n permanente a vulnerar la legalidad, el proceso secesionista entra en colisi¨®n con el propio concepto de la Uni¨®n Europea como espacio donde rige el derecho y la jerarqu¨ªa de las leyes.
La secesi¨®n catalana pretende sobre el papel construir un Estado propio separado del Estado espa?ol, pero en los hechos se propone un ejercicio pol¨ªtico tanto o m¨¢s peligroso, consistente en poner a prueba los l¨ªmites del Estado y de la UE como construcci¨®n estable y original de soberan¨ªas compartidas por parte de Estados posnacionales que ya no recurren a la coerci¨®n para asegurar la cohesi¨®n interna. La aparente sorpresa de los dirigentes secesionistas sobre el uso legal de la fuerza el d¨ªa 1 de octubre y el desistimiento de Puigdemont a poner en marcha la rep¨²blica, seg¨²n sus palabras para evitar el derramamiento de sangre, demuestran este juego en el l¨ªmite con la esencia definitoria del Estado moderno, que tan bien expres¨® Max Weber con la idea del ¡°monopolio leg¨ªtimo de la fuerza¡±.
La internacionalizaci¨®n del primer intento de secesi¨®n que se produce dentro del territorio de los tratados de la UE afecta, por supuesto, a la euroorden y a la cooperaci¨®n policial y judicial, pero todav¨ªa afecta m¨¢s al propio car¨¢cter de sus Estados. Tambi¨¦n a la posibilidad de una separaci¨®n unilateral y fuera de la legalidad por parte de una de sus regiones, que se dispone a cruzar este umbral sin tomar directamente las armas, puesto que se organiza mediante una movilizaci¨®n callejera y un control del territorio m¨¢s propios de las guerras h¨ªbridas o de las ciberguerras que de las movilizaciones pol¨ªticas cl¨¢sicas.
El proyecto secesionista puede encontrar simpat¨ªas en los extremos del arco pol¨ªtico europeo, tanto en la ultraderecha soberanista como en la extrema izquierda antisistema. Pero afecta a la propia idea de la UE, conjunto de instituciones multilaterales pensadas para resolver los litigios mediante el di¨¢logo y la cooperaci¨®n en sustituci¨®n de los viejos m¨¦todos de la confrontaci¨®n y de la guerra. Si el m¨¦todo europeo ha servido para superar la enemistad hist¨®rica entre alemanes y franceses, ?c¨®mo no tendr¨ªa que servir para resolver el litigio de los catalanes dentro de Espa?a?
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