Cirug¨ªa est¨¦tica para peces de ojos ca¨ªdos
Las operaciones de est¨¦tica a los arowana asi¨¢ticos o ¡°peces drag¨®n¡± se han convertido en una pr¨¢ctica com¨²n
Una docena de pacientes pasan el posoperatorio nadando en algunas de las peceras de la cl¨ªnica pisc¨ªcola situada al este de Singapur junto a otros ejemplares que est¨¢n a la espera de ser intervenidos. A simple vista es imposible distinguir los no operados de los a¨²n convalecientes. Al menos para los no doctos. ¡°?No ves que los ojos est¨¢n algo ca¨ªdos?¡±, pregunta el doctor Ark, se?alando a uno de los animales con una supuesta imperfecci¨®n ocular. ¡°No queda bien en un pez tan majestuoso¡±, agrega. El paciente con el ojo ca¨ªdo es un arowana asi¨¢tico rojo. El pez drag¨®n. El m¨¢s cotizado del acuario.
¡°Doctor Ark¡± ¡ªEugene Ng, seg¨²n su pasaporte¡ª devolver¨¢ al arowana su mirada de cine despu¨¦s de practicarle una cirug¨ªa est¨¦tica en los ojos durante unos 10 o 15 minutos, el tiempo m¨¢ximo que el pez puede resistir la anestesia. Con unos f¨®rceps, aflojar¨¢ el tejido tras el globo ocular, empujando este contra la cuenca de los ojos para que dejen de parecer ca¨ªdos, una t¨¦cnica que aprendi¨® en libros y perfeccion¨® practicando con sus propios peces. Pelo rubio platino, gafas de sol en la testa y pitillo en la comisura de los labios, la imagen de Ng est¨¢ a a?os luz de la de un as¨¦ptico veterinario en bata. Pero ello no parece ser ¨®bice para que se haya convertido en una eminencia en la cirug¨ªa est¨¦tica para arowanas en la isla asi¨¢tica.
La pr¨®spera Singapur, con mayor¨ªa de poblaci¨®n de origen chino y querencia por el lujo, ha asimilado con fervor la superstici¨®n de que el arowana es sin¨®nimo de bonanza y posici¨®n. Su sobrenombre de pez drag¨®n ¡ªlong yu, en mandar¨ªn¡ª se debe a su aparente semejanza con el animal mitol¨®gico, sacrosanto en la cultura china.
La clasificaci¨®n del arowana como especie rara a mediados de los a?os setenta dispar¨® su cach¨¦. La fiebre por el pez llev¨® a que se pagaran peque?as fortunas por un ejemplar. Pero la sobreproducci¨®n de estos peces en cautividad, cuenta Ng, ¡°sobre todo en la vecina Malasia¡±, ha hecho que los precios bajen mucho. Aun as¨ª un arowana rojo, el color de la fortuna en China y por tanto el m¨¢s valorado, ronda ahora los 1.000 d¨®lares. El precio de las otras variedades, dorada, verde y amarilla, cae hasta los 200 o 300 d¨®lares.
Pese a que este desplome ha sacudido la rentabilidad de su negocio, que incluye la venta de peces, Ng se resiste a abandonarlo. ¡°No sabr¨ªa hacer otra cosa¡±, afirma sentado en la ¡°sala de espera¡±, amueblada con un r¨²stico juego de mesa y sillas de campo a las puertas del establecimiento.
Espera que el cierre de otras piscifactor¨ªas, dadas las menguantes ganancias, haga que ¨¦l pueda pedir m¨¢s por sus cr¨ªas. Y, sobre todo, conf¨ªa en que el af¨¢n de sus clientes por mejorar el aspecto de sus arowanas le garantice muchas m¨¢s operaciones de est¨¦tica, que en Espa?a est¨¢n prohibidas a animales dom¨¦sticos desde 2015. Ng, que no es veterinario, cobra entre 80 y 200 d¨®lares por cada operaci¨®n, dependiendo de si se practican en su cl¨ªnica o tiene que desplazarse a casa ajena.
El joven singapurense Mitch es uno de los devotos de los arowana. Ha llevado los suyos a las piscinas de Ng para ver si se reproducen. ¡°Si lo hacen, es un bonus para m¨ª¡±, asegura. ¡°Pero lo que quiero es que sean felices. Aqu¨ª tienen m¨¢s libertad de movimiento¡±. Mitch ha llegado a tener 20 ejemplares. ¡°La mitad muri¨® por mi inexperiencia¡±, confiesa. A los que sobreviven, les cuida con mimo. Y recurre al doctor Ark para arreglarles los desperfectos que sufren en sus luchas: ¡°Son muy territoriales, y es casi imposible evitar que se peleen, por lo que pueden acabar con las aletas o la cola da?adas¡±.
Nada que Ng no pueda arreglar. Su especialidad es el estiramiento de ojos, pero se presta a otros retoques, desde restaurar las aletas hasta estirar los bigotes. Todo por devolver el lustre al ¡°majestuoso¡± arowana.
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