Un ataque tan obligado como est¨¦ril
La represalia aliada no solo no debilita la capacidad militar siria, sino que refuerza pol¨ªticamente a El Asad
En los albores de la guerra que arranc¨® en 2011 en Siria, una decena de esp¨ªas israel¨ªes del Mosad y de la DGSE francesa (servicio exterior) embaucaron en Damasco a un t¨¦cnico del Centro de Estudios e Investigaci¨®n Cient¨ªfica (CERS, en sus siglas en franc¨¦s) para que iniciara otra vida en Par¨ªs dedicado a la importaci¨®n y exportaci¨®n. Alojado en el lujoso hotel George V, con elevados ingresos ficticios y ch¨®fer, el incauto cay¨® en la trampa ¡ªcont¨® Le Monde hace un a?o¡ª?hasta que aport¨® una informaci¨®n de oro: el CERS, subvencionado por la UE, era todo un complejo de producci¨®n de armas qu¨ªmicas y ya dispon¨ªa de toneladas de gas mostaza y agente nervioso VX.
Desde entonces, Damasco ha utilizado esas armas decenas de veces. Al menos 11 los ¨²ltimos 12 meses, seg¨²n el informe del espionaje franc¨¦s elaborado tras el bombardeo del d¨ªa 7 de abril en Duma. ?Por qu¨¦ Washington y sus aliados lo han tolerado y han esperado hasta el s¨¢bado para destruir el CERS? Solo un ataque qu¨ªmico fue respondido con un bombardeo limitado estadounidense en 2017. Ahora se ha registrado una segunda represalia de Trump, May y Macron, ?pero ha sido ¨²til?
La primera ministra brit¨¢nica ha contestado en parte: ¡°No hab¨ªa otra alternativa¡±. En efecto, el uso de armas qu¨ªmicas era una l¨ªnea roja de los aliados, la ¨²ltima una vez que han perdido todo protagonismo en Siria en beneficio de Rusia e Ir¨¢n. Washington, Londres y Par¨ªs necesitaban recuperar peso. ?Lo han logrado?
El bombardeo qu¨ªmico de Duma les carg¨® de raz¨®n para lanzar los 105 misiles Tomahawk, pero lo hicieron sin demostrar fehacientemente la responsabilidad de Damasco (solo Francia dijo tener pruebas, pero se bas¨® en im¨¢genes difundidas en medios y redes) y sin esperar la intervenci¨®n de inspectores de la Organizaci¨®n para la Prohibici¨®n de Armas Qu¨ªmicas, que ya estaban de camino. Por ambas cosas, y porque el veto ruso impidi¨® la luz verde de la ONU, la legitimidad del castigo es puesta en entredicho.
La reacci¨®n aliada, adem¨¢s, no ha erosionado nada la capacidad militar de El Asad, que hab¨ªa puesto su material estrat¨¦gico a buen recaudo. Ni ha restado protagonismo a Rusia, la gran valedora de El Asad, avisada para evitar da?os indeseados.
El castigo ha sido tan leve que el s¨¢trapa estar¨¢ tentado de nuevo de usar armas qu¨ªmicas, cuya eliminaci¨®n no ha sido garantizada. El Asad, adem¨¢s, ha logrado m¨¢s adhesi¨®n de los suyos, que le vitorearon en las calles tras la represalia.
Al menos se constata un aspecto positivo: los Tomahawk no han sumado ni una v¨ªctima mortal m¨¢s en ese pa¨ªs que ya cuenta 500.000 en esta guerra. Y un doble consuelo para Occidente: al apoyar la lluvia de misiles, Turqu¨ªa ha resquebrajado su alianza de conveniencia con Rusia e Ir¨¢n; y Putin, tan respetuosa y exquisitamente tratado por Washington, no alentar¨¢ una escalada. ¡°Misi¨®n cumplida¡±, fanfarronea Trump. ?Cu¨¢l era?
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