Ni es multilateralismo, ni hay estrategia
El ataque contra Siria no ser¨¢ el principio de una gran amistad entre los europeos y Washington para ganar la batalla a Putin
Una as¨¦ptica operaci¨®n de castigo a objetivos qu¨ªmico-militares del r¨¦gimen de El Asad ¡ªsin v¨ªctimas, pero sin resultados apreciables¡ª por parte de Estados Unidos, Reino Unido y Francia ha creado el espejismo de que el orden liberal internacional est¨¢ de regreso. Pero nada de eso. Ni Trump volver¨¢ al redil del multilateralismo, ni esto ser¨¢ el principio de una gran amistad entre los europeos y Washington para ganar la batalla a Putin.
Primero: tengamos muy claro que esto no es multilateralismo, es decir, una acci¨®n coordinada conforme al derecho internacional y bajo el paraguas de una instituci¨®n multilateral, en este caso Naciones Unidas. Ejemplos de ¨¦xito recientes de multilateralismo son el pacto nuclear con Ir¨¢n o el acuerdo del Clima de Paris; precisamente dos acuerdos que Trump ha boicoteado. Por m¨¢s que se empe?e el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, aunque consideremos este tipo de operaciones rel¨¢mpago como leg¨ªtimas, incluso inevitables, son sencillamente ilegales, o como m¨ªnimo a-legales. A menos que los occidentales pensemos que Rusia y China, contrarias a esta intervenci¨®n, no cuentan para nada.
En realidad esto es una coalici¨®n ad hoc, algo practicado por los presidentes Clinton, Bush padre e hijo y Barack Obama, habitualmente junto a Francia, Reino Unido y una larga lista de aliados: campa?as de bombardeos selectivos y pirotecnia medi¨¢tica, a veces forzando a un cambio de r¨¦gimen (Irak, Libia), pero al final dejando las cosas empantanadas y con ¡°efectos colaterales¡± por el camino. Idealmente, los europeos deber¨ªan tender al multilateralismo, porque sabemos que da mejores resultados: ?no es esto por lo que Europa se opone a la guerra comercial?
Este matrimonio a tres no puede ir muy lejos: cada uno tiene intereses distintos y hasta divergentes. Por su parte, Trump gana en varios terrenos que nada tienen que ver con la causa humanitaria. Por ejemplo: le pega en la cabeza a Obama con sus ¡°l¨ªneas rojas¡± que no supo defender en verano de 2013; contrarresta su imagen aislacionista; exhibe m¨²sculo con los aliados de Israel y Arabia Saud¨ª frente a Ir¨¢n y prosigue su pantomima ret¨®rica con la Rusia de Putin, con la que practica un c¨®modo bilateralismo de reparto de cartas e influencias. Por otro lado, el ataque de Reino Unido, desquiciado como su primera ministra Theresa May ¡ªen la deriva del Brexit y ya sin el apoyo incondicional de la Uni¨®n Europea¡ª va claramente dirigido no a El Assad, sino a Putin, como venganza al envenenamiento del esp¨ªa Sergu¨¦i Skripal. En cuanto a Macron, este alarde de grandeur sin v¨ªctimas le sirve para demostrar que tiene el gatillo f¨¢cil, como Sarkozy y Hollande, y que Francia puede liderar.
Con estas premisas, dif¨ªcilmente la Uni¨®n Europea avanzar¨¢ en una soluci¨®n pol¨ªtica para Siria, ni en la transformaci¨®n del orden internacional. No de la mano de una Administraci¨®n negacionista del orden liberal, completamente esquizofr¨¦nica, que desprecia el multilateralismo y carece de una estrategia. Por esa v¨ªa Europa podr¨ªa acabar haciendo de tonto ¨²til del 'Am¨¦rica Primero' esgrimido por el presidenteTrump.
Obviamente, Macron y la UE habr¨ªan ganado capital pol¨ªtico si Francia hubiera consultado en serio con otros socios europeos adem¨¢s de Alemania antes de bombardear, y no despu¨¦s. Para eso se hizo la Europa de la Defensa el pasado noviembre, con veintitr¨¦s pa¨ªses a bordo. ?De verdad se creen Mogherini y los ministros de exteriores de la UE que el bombardeo va a relanzar por s¨ª mismo el proceso de Ginebra? Parece que en Teher¨¢n, Mosc¨² o en Damasco no piensan igual. A partir de aqu¨ª no hay otra v¨ªa que reconocer que Europa est¨¢ sola, pero que podr¨ªa unirse, y que tenemos que inventar el camino.
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