El director de la CIA se re¨²ne en secreto con el l¨ªder de Corea del Norte
Las conversaciones buscan allanar la reuni¨®n con Trump prevista a inicios de junio
La partida ha comenzado. El director de la CIA, Mike Pompeo, se reuni¨® la semana pasada en secreto con el l¨ªder de Corea del Norte, Kim Jong-un. Las conversaciones tuvieron como objetivo preparar el espinoso cara a cara que el presidente de EEUU prev¨¦ mantener con el L¨ªder Supremo para tratar la desmantelamiento del programa nuclear del pa¨ªs asi¨¢tico. El resultado, seg¨²n Donald Trump, fue positivo y ¡°forj¨® una buena relaci¨®n¡±. ¡°Ahora se est¨¢n trabajando los detalles de la relaci¨®n. La desnuclearizaci¨®n ser¨¢ algo importante para el mundo, pero tambi¨¦n para Corea de Norte", tuite¨®.
El env¨ªo a tierra hostil de uno de los hombres fuertes de la Casa Blanca muestra que la preparaci¨®n de la cumbre va por buen camino. Pompeo, a la espera de su confirmaci¨®n como secretario de Estado, es un halc¨®n puro. Dispuesto a intervenir militarmente en Corea del Norte, considera que el choque, si Kim Jong-un no acepta la desnuclearizaci¨®n, es una cuesti¨®n de tiempo: seis meses, un a?o, a lo sumo dos. Esas son las fechas que ¨¦l mismo ha dado sobre la capacidad de Pyongyang para conseguir un misil de largo alcance con carga nuclear, la l¨ªnea roja que Trump ha trazado.
Mike Pompeo met with Kim Jong Un in North Korea last week. Meeting went very smoothly and a good relationship was formed. Details of Summit are being worked out now. Denuclearization will be a great thing for World, but also for North Korea!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 18, 2018
Con estos antecedentes, que la reuni¨®n entre Pompeo y Kim haya discurrido, en palabras de la Casa Blanca, ¡°sin problemas¡± y que se haya ¡°forjado una buena relaci¨®n¡± indica que los primeros obst¨¢culos se han superado. El propio presidente record¨® que, si nada se tuerce, la cita se celebrar¨¢ a principios de junio y que hay cinco ubicaciones en liza. Ninguna en Estados Unidos.
El cara a cara marcar¨¢ una divisoria en el conflicto coreano. Nunca los presidentes de ambos pa¨ªses se han reunido. El encuentro de m¨¢s alto nivel antes de la visita de Pompeo se registr¨® en 2000 cuando la entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, se vio con El Amado L¨ªder, Kim Jong-il (1942-2011), hijo del Gran L¨ªder, Kim Il-sung (1912-1994) y padre del actual mandatario. Aquella negociaci¨®n, como las anteriores y posteriores, fracasaron y mostraron la dificultad de tratar con un r¨¦gimen enrocado en un asfixiante culto a la personalidad y cuya m¨¢xima preocupaci¨®n es la perpetuaci¨®n de una estirpe de tiranos.
Esta vez, adem¨¢s, el desaf¨ªo ha llegado m¨¢s lejos que nunca. Tras heredar el poder en 2011, Kim Jong-un retom¨® la carrera armament¨ªstica iniciada por su padre, y la aceler¨® hasta lograr la bomba de hidr¨®geno y misiles con capacidad para alcanzar territorio estadounidense. Ha sido un pulso fren¨¦tico que ha venido acompa?ado de una sobrecogedora escalada de tensi¨®n con Washington. No s¨®lo ambos l¨ªderes se insultaron y amenazaron, sino que la diplomacia norteamericana impuso un f¨¦rreo cerco sobre Pyongyang.
La ofensiva logr¨® un giro hist¨®rico. China, que absorbe el 90% de las exportaciones norcoreanas, se sum¨® a la presi¨®n. Con su respaldo, Pyongyang vio alejarse a su principal aliado, mientras las sanciones y condenas en el Consejo de Seguridad de la ONU se multiplicaban.
Cada vez m¨¢s aislado y problablemente empujado por la propia tensi¨®n econ¨®mica interna que genera su carrera armament¨ªstica, el L¨ªder Supremo decidi¨® a finales de 2017 dar un golpe de tim¨®n. Primero abri¨® una negociaci¨®n directa con Corea del Sur, luego reconoci¨® que estaba dispuesto a la desnuclearizaci¨®n si se respetaba su r¨¦gimen y finalmente, en marzo pasado, ofreci¨® a trav¨¦s de un emisario surcoreano la reuni¨®n con Trump. Una oportunidad que el presidente de EE UU, especialista en los saltos en la cuerda floja, no desaprovech¨®. Dijo inmediatamente que s¨ª, pero sin bajar la guardia.
¡°No vamos a cometer los errores del pasado. Hemos revisado lo que se hizo en anteriores negociaciones y todas condujeron a una distensi¨®n; se hac¨ªan concesiones a cambio de mantener el di¨¢logo. Pero esta vez el presidente tiene claro que no dar¨¢ ninguna recompensa a Kim Jong-un¡±, se?al¨® en su d¨ªa la Casa Blanca.
Esta l¨ªnea dura se reforz¨® internamente con una recomposici¨®n del gabinete. El ala moderada de la Casa Blanca fue descabezada. En pocos d¨ªas, salieron el consejero de Seguridad Nacional, el general Herbert R. McMaster, y el secretario de Estado, Rex Tillerson. En su lugar ascendieron Pompeo y el volc¨¢nico John Bolton. Dos defensores de la intervenci¨®n militar en Corea del Norte.
Armada la escuadra, Trump ha enviado a Pompeo a la boca del lobo. En apariencia, el contacto ha sido positivo. El ¨¦xito de la negociaci¨®n, con todo, sigue siendo altamente complejo. Ambos interlocutores destacan por su volatilidad y su escasa experiencia internacional. Tampoco est¨¢ claro que entiendan lo mismo por desnuclearizaci¨®n. Y es dif¨ªcil que esta sea aceptada por el L¨ªder Supremo sin que EEUU retire sus tropas de Corea del Sur. Un anatema para Washington.
Con estos mimbres, la posibilidad de acuerdo descansa en unas expectativas m¨ªnimas. Lejos de una democratizaci¨®n, a Trump le bastar¨ªa con que Pyongyang abandonase el arma nuclear. Eso ser¨ªa un ¨¦xito para ¨¦l. Kim Jong-un, por su parte, quiere consolidar su r¨¦gimen y posiblemente firmar el acuerdo de paz con el sur (desde 1953 solo hay un armisticio, por lo que t¨¦cnicamente siguen en guerra). Y a China le es suficiente rebajar la tensi¨®n zonal y asegurar la continuidad de un r¨¦gimen que act¨²a de glacis de seguridad frente a las tropas estadounidenses estacionadas en Corea del Sur.
Todo ello configura una negociaci¨®n de geometr¨ªa incierta y de la que nadie espera un acuerdo fulminante. M¨¢s bien un compromiso inicial y el congelamiento de las pruebas armament¨ªsticas. Y en caso de fracaso, el regreso a la narrativa b¨¦lica. Trump volver¨ªa a apretar el cuello a un pa¨ªs con un PIB per c¨¢pita 100 veces menor que el suyo. Y a blandir, al igual que en el caso sirio, la amenaza de intervenci¨®n militar. Pero esta vez, con un gabinete m¨¢s proclive al ataque.
Trump enfr¨ªa un posible retorno de EE UU al TPP
El japon¨¦s Shinzo Abe fue el primer l¨ªder extranjero que se reuni¨® con Donald Trump tras la victoria electoral del estadounidense. Ambos han celebrado dos cumbres, la ¨²ltima el martes y el mi¨¦rcoles, en la mansi¨®n de Trump en Florida. Pero detr¨¢s de las apariencias y los elogios a la relaci¨®n bilateral, la ¨²ltima reuni¨®n ha revelado la distancia de Trump con Abe en dos asuntos clave: Corea del Norte y comercio.
El primer ministro japon¨¦s teme quedarse en un segundo plano en la preparaci¨®n de la reuni¨®n de Trump con el dictador norcoreano, Kim Jong-un, y que en las negociaciones Pyongyang no acceda a dejar de desarrollar misiles de medio alcance que pueden golpear a Jap¨®n. Trump, por su parte, ha rebajado las expectativas de que EE UU pueda unirse al acuerdo de libre comercio con 11 pa¨ªses del Pac¨ªfico (TPP en sus siglas inglesas), incluido Jap¨®n.
"A no ser que nos ofrezcan un acuerdo que no pueda rechazar no volver¨ªa al TPP", dijo Trump en una rueda de prensa conjunta con Abe. El presidente estadounidense manifest¨® su preferencia por sellar un acuerdo bilateral con Jap¨®n y vincul¨® ese nuevo pacto con la posibilidad de eximir a Tokyo de los nuevos aranceles al acero y aluminio impuestos por EE UU. Fue un jarro de agua fr¨ªa para Abe, que exhibi¨® sus divergencias con Trump al afirmar que el TPP es el "mejor" acuerdo posible para ambos pa¨ªses. Y se mostr¨® evasivo ante la posibilidad de negociar un acuerdo bilateral de libre comercio con EE UU, que se queja del d¨¦ficit comercial con Jap¨®n.
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