Jueces ¡®rockstar¡¯
Los ciudadanos sienten que el sistema act¨²a ante la corrupci¨®n que ha estallado
Qu¨¦ bueno es ver que los jueces y la justicia mejoren en sus ¨ªndices de aprobaci¨®n. Percibida en muchos pa¨ªses latinoamericanos como poco eficiente, la justicia no suele merecer aprobaci¨®n muy alta. Incluso en una encuesta aplicada por Transparencia Internacional en 2013 sobre 95 pa¨ªses, la justicia ocup¨® el poco honroso segundo lugar ¡ªdespu¨¦s de la polic¨ªa¡ª como la instituci¨®n ¡°m¨¢s corrupta¡±. Algo est¨¢ cambiando en las percepciones y en la realidad. Dos ejemplos ilustran esto.
Uno: la ¨²ltima encuesta nacional sobre percepci¨®n a instituciones fundamentales del Estado en el Per¨² le otorga un 27% de aprobaci¨®n al sistema judicial. No es una proporci¨®n muy alta, pero s¨ª es superior a los niveles cl¨¢sicos (situados generalmente por debajo del 15% o el 18%) y, lo que es notorio: est¨¢ por encima de los ¨ªndices de aprobaci¨®n del Ejecutivo y el Legislativo.
Dos: la simpat¨ªa social por algunos jueces. Por ejemplo, la figuraci¨®n del expresidente del Tribunal Supremo de Brasil, Joaquim Barbosa, con un sorprendente 9% de los apoyos para ser candidato a la presidencia. Barbosa se retir¨® como juez hace m¨¢s de tres a?os, antes que empezaran los procesos de la Operaci¨®n Lava Jato, de manera que su proyecci¨®n actual no sale de estos. Barbosa, adem¨¢s, no hab¨ªa dado se?ales de candidatura alguna.
?Qu¨¦ explica este mejoramiento de la legitimidad social ¡ªy pol¨ªtica¡ª de jueces y justicia? La respuesta es evidente: ante la macrocorrupci¨®n que ha estallado en tiempos recientes, al sistema de justicia se le percibe actuando. El impacto de ello es evidente en pa¨ªses como Brasil y Per¨². Jaqueados ambos por la misma estructura de corrupci¨®n, se viene dando all¨ª el espacio latinoamericano m¨¢s activo de colaboraci¨®n internacional entre fiscal¨ªas para investigar e interrogar a sindicados por corrupci¨®n.
Se ha avanzado en la regi¨®n en independencia judicial y en profesionalismo. Con tropiezos, marchas y contramarchas, pero hoy no ser¨ªa justo decir que los procesos o decisiones judiciales est¨¢n dictadas por el poder pol¨ªtico. Tampoco por el econ¨®mico, pues muchos de estos procesos han golpeado a importantes personajes del empresariado. Algunos cuestionan, s¨ª, cierta ¡°selectividad¡± en hacer avanzar unos procesos y no otros, pero es prematuro sacar conclusiones en medio de una enorme complejidad de casos y procesos.
Hay, sin embargo, otros riesgos y tentaciones que podr¨ªan estar apareciendo. Uno de ellos es el de un exagerado protagonismo judicial medi¨¢tico que podr¨ªa derivar en un peligroso e impredecible ¡°populismo judicial¡±. Buscar ser rockstar es una resbaladiza tentaci¨®n. Esa ruta peligrosa puede acabar debilitando la propia lucha anticorrupci¨®n y la independencia judicial por una ruta distinta de la cl¨¢sica que ha sido la de la interferencia en la justicia por el poder pol¨ªtico (no estoy aludiendo a Joaquim Barbosa, que ha estado m¨¢s bien silente en los ¨²ltimos tiempos). El eventual culto a la imagen ¡°popular¡± o medi¨¢tica puede ir afectando el rigor de decisiones judiciales pensadas, eventualmente, m¨¢s en funci¨®n de su din¨¢mica o impacto medi¨¢tico que de lo que deber¨ªa fluir de los procesos para llegar a un resultado judicial certero y equilibrado. En el ¡°populismo judicial¡± los titulares de los medios de comunicaci¨®n se imponen: pueden acabar siendo el objetivo de algunos, sacrificando la justicia, la legalidad, el principio de no selectividad y el debido proceso.
Eso puede derivar, por ejemplo, en decisiones de gran impacto medi¨¢tico, pero eventualmente contrarias al debido proceso. Es el caso del uso abusivo en Per¨², por algunos jueces, de detenciones preventivas socialmente bienvenidas. Importantes grupos de juristas critican en Brasil, por ejemplo, que el juez estrella en la Lava Jato, S¨¦rgio Moro, haya divulgado hace algunos meses conversaciones telef¨®nicas entre Lula y Dilma Rousseff. Exhiben los cr¨ªticos serias objeciones jur¨ªdicas: la interceptaci¨®n de la que sali¨® la grabaci¨®n no hab¨ªa sido autorizada judicialmente, era una pieza del proceso reci¨¦n incluida y su validez ¡ªpor ser un monitoreo impropio¡ª no hab¨ªa podido a¨²n ser discutida cuando el juez dispuso divulgarla a los pocos minutos de haber recibido las grabaciones.
El peligro de la confusi¨®n entre la funci¨®n jurisdiccional y la promoci¨®n protag¨®nica puede ir m¨¢s all¨¢ de gustos y valoraciones. Puede acabar erosionando el sentido de la justicia, de la imparcialidad y del debido proceso. Cuidado con eso.
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