¡°En Colombia hubo una forma de adicci¨®n a la violencia¡±
La excandidata presidencial secuestrada por las FARC, a punto de cumplir 10 a?os de su liberaci¨®n, analiza los cambios experimentados por el pa¨ªs
Minutos despu¨¦s de las ocho de la tarde, las FARC llevaron el terror a Bogot¨¢ con un coche bomba que asesin¨® a 36 personas y dej¨® 200 heridos. Era el 7 de febrero de 2003. En ese momento, Ingrid Betancourt, nacida en la capital de Colombia en 1961, llevaba casi un a?o secuestrada por la guerrilla. Permaneci¨® en poder de sus captores hasta el 2 de julio de 2008, d¨ªa de la Operaci¨®n Jaque. Ha pasado una d¨¦cada y la excandidata presidencial recibe a EL PA?S en una salita del noveno piso del Club El Nogal, escenario de aquel atentado. Viaj¨® a su pa¨ªs desde Par¨ªs, donde vive a caballo con Londres, para participar en la Feria del Libro de Bogot¨¢ (Filbo). En sus palabras se entremezclan el optimismo por el desarrollo del proceso de paz, reflexiones sobre el perd¨®n y la reconciliaci¨®n y la esperanza de que la sociedad colombiana no se desv¨ªe del camino emprendido.
Pregunta. ?C¨®mo han cambiado los colombianos en la ¨²ltima d¨¦cada?
Respuesta. Es un cambio, dir¨ªa, inesperado y muy, muy profundo. Aquellos que est¨¢bamos en el escenario p¨²blico colombiano hace diez a?os yo creo nunca pens¨¢bamos que la paz? a?os se hubiera logrado. Eso es el fruto de una serie de factores. Obviamente, una disminuci¨®n del poder¨ªo de las FARC en t¨¦rminos militares con derrotas y la Operaci¨®n Jaque contribuy¨® extraordinariamente a ese proceso. La muerte de sus comandantes, Ra¨²l Reyes, Manuel Marulanda y de los que siguieron incluido el Mono Jojoy, el fortalecimiento de la fuerza p¨²blica colombiana, la posibilidad de que el presidente Santos tomara la bandera de la paz como un proyecto de su Gobierno, a pesar de que ¨¦l era el de la guerra [fue ministro de Defensa]. O probablemente porque ¨¦l era el de la guerra. Lo que es extraordinario es que esas coyunturas que llevan finalmente al proceso de paz implican tambi¨¦n un cambio psicol¨®gico de la poblaci¨®n.
P. ?Qu¨¦ ha observado?
R. Cuando yo comparo las conversaciones que ten¨ªa con la gente, con los colombianos en la calle, est¨¢bamos muy marcados, sin darnos cuenta, por la violencia. Muy traumatizados por la sangre y tambi¨¦n hab¨ªa una forma de adicci¨®n a la violencia. Esa necesidad de estar con la adrenalina¡ Siento que lo que ha venido sucediendo con la desmovilizaci¨®n de las FARC y el hecho de que las noticias est¨¢n m¨¢s parcas en asesinatos y en violencia les ha permitido a los colombianos respirar de otra manera. Obviamente uno podr¨ªa ignorarlo si se sintonizara solamente con las redes sociales y con la polarizaci¨®n y la virulencia que se siente en esos medios, pero la sensaci¨®n que tengo que la polarizaci¨®n es una polarizaci¨®n de extremos. Por ahora yo no me he encontrado con nadie que diga yo quiero la guerra.
P. ?La polarizaci¨®n no representa la realidad de la mayor¨ªa de los colombianos?
R. Yo creo que hay un desfase. Estoy optimista, en el sentido de que siento que hay como una marea de fondo de querer no dejar volar la paloma de la paz. Es decir, de agarrarla y mantenerla.
P. Usted dijo que logr¨® superar el miedo derivado de su secuestro siguiendo algunas pautas.?
Es muy valioso para Colombia ver a las FARC tomar ese camino de aprendizaje
R. Una de las responsabilidades que uno tiene es sistematizar la experiencia que uno vive para poderla transformar en conocimiento que pueda servirle a gente que ha vivido experiencias diferentes. Eso es lo que somos los seres humanos. Cuando uno ha tenido una experiencia extrema, siento que es una responsabilidad, porque esa experiencia revela en uno cosas que no conoc¨ªa de uno mismo y de los dem¨¢s y que por tanto puede servir para allanar el camino de otros que vienen detr¨¢s.?
P. ?C¨®mo lo hace?
R. C¨®mo transformar el miedo en una fuerza constructiva y no paralizante. A trav¨¦s de lo que yo viv¨ª, me di cuenta de que tenemos instrumentos que nos sirven no para sustraernos al miedo, sino para hacer que no nos controle y nos sirva, nos construya positivamente. Y dentro de esos instrumentos est¨¢n primero los valores, los principios. En el momento de estar frente al miedo la cabeza necesita agarrarse a algo que sea fundamental. Todos nos fundamentamos sobre creencias que para nosotros son estructurantes. Entrar a entender cu¨¢les son esos valores es de hecho para el futuro un capital, un ahorro que uno puede utilizar en el momento del medio.
P. ?Y cu¨¢les dir¨ªa que son los valores que rigen su vida cotidiana?
Es importante la diferencia entre le perd¨®n y la reconciliaci¨®n y no sujetar un momento al otro
R. Lo que a m¨ª me sirvi¨® fue el concepto de dignidad humana.
P. ?Cree que para convivir se debe perdonar primero?
R. El perd¨®n es un camino solitario, una ruta que tiene un valor para el que perdona y no necesariamente para el que es perdonado. Tiene una funci¨®n liberadora y unas caracter¨ªsticas que son racionales y espirituales a la vez. Entonces uno puede querer perdonar y no lograrlo. Es importante ver la diferencia entre el perd¨®n y la reconciliaci¨®n. El perd¨®n tiene un valor ¨ªntimo, personal, pero la reconciliaci¨®n yo dir¨ªa que tiene un valor superior porque est¨¢ relacionada con el otro. Es social, colectiva. Yo dir¨ªa que uno puede entrar perfectamente en procesos de reconciliaci¨®n sin que el perd¨®n se haya llevado a cabo en su totalidad. Hay veces que uno siente necesidad de reconciliarse, a pesar de si uno ha perdonado o no. Eso en las familias nos sucede todo el d¨ªa. Y eso que sucede en las familias sucede tambi¨¦n en las sociedades. Por eso, es muy importante entender que son momentos emocionales diferentes. Y no sujetar el uno al otro, es decir, primero tengo que perdonar para poderme reconciliar. No. Reconc¨ªliate.
P. ?Por qu¨¦ ese camino lo emprenden con m¨¢s frecuencia las v¨ªctimas??
La tarea que nos toca cumplir despu¨¦s de la paz es acabar con la corrupci¨®n
R. Los que buscan la reconciliaci¨®n son los actores del drama. Si esto fuera una pieza de teatro, est¨¢n los protagonistas y los que miran lo que est¨¢ sucediendo. Los que miran est¨¢n juzgando. Tienen una posici¨®n de jueces. Y esa posici¨®n es dura. Cuando los seres humanos jugamos a ser jueces perdemos muchas veces nuestra humanidad. Entonces, es normal que las v¨ªctimas y los victimarios tengamos tendencia a querer limpiarnos de eso que se ha vivido y es tan traum¨¢tico. Estoy convencida de que el victimario sufre un trauma parecido o mayor que la v¨ªctima. De alguna manera la v¨ªctima no tiene complejo, tiene que perdonar y racionalizar el asunto. En cambio, el victimario tiene primero que perdonarse a ¨¦l mismo. F¨ªjese que en Colombia las ciudades que fueron las menos tocadas por el conflicto son las poblaciones m¨¢s r¨ªgidas y menos dispuestas a una reconciliaci¨®n, cuando aquellos que est¨¢n en el campo, que son los que sufrieron, a quienes mataban sus familias y sus vecinos, quieren realmente la reconciliaci¨®n.
P. Cuando piensa ahora en las FARC, ?qu¨¦ se le ocurre?
R. Pienso que est¨¢n llegando a un momento de transici¨®n. Todav¨ªa no son un grupo pol¨ªtico, pero pueden llegar a serlo. Que est¨¢n aprendiendo la ruta dura de la democracia colombiana. La democracia colombiana no perdona. Pero yo pienso que es muy valioso para Colombia verlos a ellos tomar ese camino, que es de aprendizaje. Se necesita ser valiente tambi¨¦n para querer aprender. Ellos van a tener que aprender lo que es hacer democracia, que es construir, programas, desarrollar ideas, presentarlas... El ejercicio de la democracia es muy bello. Creo que es importante vivirlo y verlos a ellos transformarse en un partido pol¨ªtico.?
P. ?Qu¨¦ le queda a la sociedad colombiana por aprender?
Hay una marea de fondo que no quiere dejar volar la paloma de la paz . Quiere agarrarla, mantenerla
R. Queda mucha cosa, pero se va a haciendo el camino al andar. Vamos aprendiendo en la medida de que se van conjuntando las dificultades. Creo que lo que viene ahora es no equivocarnos en la elecci¨®n. Los colombianos somos los que vamos a definir esta elecci¨®n.
P. ?Hay algo que le preocupa?
R. No me preocupan los candidatos per se, porque me parece que todos son dirigentes decentes, son personas de las que en lo personal no estamos hablando de mafiosos, de criminales, de gente corrupta¡ Lo que cada uno de los colombianos tenemos que reflexionar es lo que viene detr¨¢s, lo que viene al lado, porque obviamente hay fuerzas que pueden impedir al candidato ir hasta el final de lo que los colombianos esperen de ¨¦l. O desviar el mandato popular. Y la otra consideraci¨®n son las personas que acompa?an al candidato. Entonces, es una ecuaci¨®n que hay que mirar con cuidado.
P. Colombia a¨²n no ha detenido las amenazas de la violencia. ?Cree que se pueden superar??
R. Yo creo que vamos solucionando una cosa cada vez. No se puede pretender torear todos los toros al mismo tiempo. El hecho de haber sacado a las FARC de la ecuaci¨®n del problema, y quedan muchos, tambi¨¦n abre la posibilidad para un pa¨ªs con mayor perspicacia en el an¨¢lisis de s¨ª mismo. La guerra es un gran ruido, es una cortina de humo que permite esconder cosas como la corrupci¨®n, el narcotr¨¢fico, el control de la justicia a trav¨¦s de la corrupci¨®n. La tarea que nos toca cumplir despu¨¦s de la paz, el gran reto, es el de acabar con la corrupci¨®n.
P. Volvamos a los colombianos. ?Qu¨¦ le suelen decir?
R. Siento mucho cari?o, es muy emocionante estar en Colombia. Yo dir¨ªa que estamos viviendo un proceso de descontaminaci¨®n frente a la violencia que nosotros vivimos sin darnos cuenta de que est¨¢bamos completamente traumatizados por esas im¨¢genes que llegaban a diario a trav¨¦s de la televisi¨®n, la prensa, las fotos.?
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