El caleidoscopio electoral colombiano: paz, corrupci¨®n y econom¨ªa
Las preocupaciones de los colombianos indican los cambios que ha experimentado el pa¨ªs
Se ha escuchado a varios analistas decir que esta campa?a que acaba no ha contado con un hilo conductor claro, que carece de relato. Quiz¨¢ eso sea lo crucial, precisamente: la ausencia de un solo tema. Colombia se enfrenta a sus primeras elecciones libre del conflicto con las FARC. Al mismo tiempo, un nuevo sistema de partidos que naci¨® con el giro de Santos a su entonces padrino ?lvaro Uribe se va consolidando poco a poco. Actores progresistas, conservadores, tradicionales, nuevos pelean por un espacio en este reparto. Todo ello convierte a las presidenciales de 2018 en algo parecido a un caleidoscopio en constante movimiento que le pone las cosas dif¨ªciles a quienes aspiran a explicarlo todo con una imagen simple. Pero al menos dos candidatos s¨ª lo han logrado: son, precisamente, quienes lideran las encuestas y las apuestas.
Para desentra?ar c¨®mo lo han hecho lo primero es establecer un punto de partida. Escojamos, por ejemplo, una lista sencilla que nos resuma todo aquello que dec¨ªamos que le toca al votante meter en una urna: la lista de las principales preocupaciones de los colombianos.
El voto complejo
Seguridad y orden p¨²blico, econom¨ªa y poder adquisitivo, corrupci¨®n. Estos tres asuntos se han repartido el top de preocupaciones en los ¨²ltimos tiempos. Pero lo han hecho en proporciones bien distintas: la cuesti¨®n de la seguridad alcanz¨® su cenit a mediados de 2015, pero en 2016 la opini¨®n p¨²blica pareci¨® entrar en ese ¡®momento caleidoscopio¡¯ en el que la atenci¨®n estaba bien repartida. Finalmente, la corrupci¨®n ha acabado por convertirse en el asunto que ha preocupado a m¨¢s colombianos durante el ¨²ltimo a?o.
Corrupci¨®n, sin soluciones claras. Cabe poca duda de que el aumento paulatino de esc¨¢ndalos (con Odebrecht a la cabeza), sumado a la mayor atenci¨®n que los medios parecen dedicarle al tema, ha impulsado la preocupaci¨®n sobre el mismo. La evaluaci¨®n de la poblaci¨®n colombiana ha sido decididamente negativa durante todo el periodo Santos II, en curva incluso ascendente.??
Tres tipos de discurso han desarrollado los candidatos para luchar contra la corrupci¨®n: (1) hay pol¨ªticos buenos y pol¨ªticos malos, y es necesario acabar con los segundos; (2) hace falta crear instituciones m¨¢s s¨®lidas con los incentivos adecuados para investigar a los corruptos; (3) la ¨²nica manera de terminar con la corrupci¨®n es emprendiendo un cambio estructural contra el establecimiento. De todos, el segundo es el que lo tiene m¨¢s dif¨ªcil para calar en una campa?a dada su complejidad. Pero la dicotom¨ªa buenos-malos, as¨ª como la idea de un vuelco de 180 grados, s¨ª sirven como partes de un relato. De hecho, a Petro le ha servido perfectamente el segundo como hilo del que empezar a tirar: el hilo del establishment.
Paz, seguridad y orden p¨²blico: el paraguas donde todo cabe. En el otro lado del espectro, las dimensiones de conflicto armado, inseguridad cotidiana y narcotr¨¢fico suelen trenzarse con particular intensidad en el lado de la contienda que se identifica m¨¢s con el ¡®no¡¯ en el plebiscito de 2016, o con el voto uribista al candidato derrotado Oscar Iv¨¢n Zuluaga en la segunda vuelta de las presidenciales de 2014.
Es la aparente falta de inseguridad lo que genera m¨¢s consenso entre la ciudadan¨ªa. Curioso, cuanto menos, toda vez que las tendencias en las cifras ¡®duras¡¯ (por ejemplo, la tasa de homicidios) ha ido en la direcci¨®n contraria: hacia abajo. Con la situaci¨®n en torno a ¡°la guerrilla¡± (gen¨¦rico que usa Gallup y que incluye cualquier tipo de grupo que pueda entrar bajo ese ep¨ªteto) ha estado m¨¢s dividida, siguiendo en parte el ritmo del proceso de paz con las FARC: mejor¨® la percepci¨®n hasta finales de 2016, y desde ah¨ª se revirti¨® la tendencia. M¨¢s o menos por esas fechas se consolid¨® tambi¨¦n la visi¨®n pesimista sobre el problema del narcotr¨¢fico.
La consecuencia de todo esto para las posiciones de la ciudadan¨ªa sobre aspectos concretos de pol¨ªtica p¨²blica son bien llamativas. Si ampliamos el foco temporal hasta 2006, en plena batalla del entonces presidente Uribe contra unas FARC bien activas, parece que la paulatina y relativa pacificaci¨®n de la vida cotidiana ha llevado a los colombianos a ser menos tolerantes con la cesi¨®n de libertades a cambio de seguridad. En los ¨²ltimos seis a?os, el pa¨ªs parece dividirse en dos mitades en este dilema crucial.
A cambio, la antigua (exigua) mayor¨ªa favorable a sacrificios en justicia para lograr la paz se ha volteado, y ahora los colombianos que no est¨¢n dispuestos a tal cesi¨®n ganan a los que s¨ª. Ya lo hac¨ªan cuando se celebr¨® el plebiscito, y desde entonces la brecha no ha hecho sino ampliarse. Pero si la ciudadan¨ªa se ha vuelto m¨¢s exigente con sus libertades y con la justicia, tambi¨¦n ha ido recortando espacio a la compensaci¨®n hacia las v¨ªctimas con origen en sus impuestos. Posiblemente, porque espera que de ¨¦sta se haga cargo el propio victimario, en lugar del conjunto de la poblaci¨®n.
Cabe recordar al mismo tiempo que, seg¨²n los datos de Cifras & Conceptos, tanto el proceso con las FARC como (sobre todo) las negociaciones con el ELN cuentan con m¨¢s detractores que partidarios.
Todo esto no es sino otro hilo del que tirar, pero en este caso para la campa?a de Duque: el m¨¢s obvio, el de la seguridad, la paz y las estrategias percibidas o vestidas como 'blanda' contra cualquier tipo de violencia en general: podr¨ªa decirse que al menos la mitad m¨¢s uno de los colombianos se mantiene en el escepticismo hacia todo lo que no sea una posici¨®n dura al respecto.
Econom¨ªa: un despegue que no llega a todos. Pese a unas previsiones macroecon¨®micas relativamente benignas, una gran mayor¨ªa de colombianos considera que la econom¨ªa en general, pero tambi¨¦n aspectos m¨¢s concretos como el desempleo y la lucha contra la pobreza, est¨¢n empeorando.
A la hora de abordar las soluciones, Colombia manda mensajes mixtos. Hasta un 80% piensa que el Estado deber¨ªa hacer m¨¢s para reducir las desigualdades. Pero es f¨¢cil que mucha gente se muestre de acuerdo con una afirmaci¨®n que no pone ante s¨ª el coste de la medida. Los recientes datos de Cifras & Conceptos s¨ª lo hace, e indican que no hay una mayor¨ªa favorable a la inversi¨®n en educaci¨®n si a cambio toca pagar m¨¢s impuestos. Al mismo tiempo s¨ª la hay (y en crecimiento, al menos aparentemente) para la apertura comercial y financiera del pa¨ªs.
Si algo queda claro a la luz de estos datos es que aunque una plataforma pro-redistributiva podr¨ªa llegar a levantar el vuelo, el margen para hacerlo mediante subidas de impuestos e inversi¨®n en igualdad de oportunidades no parece muy amplio. Adem¨¢s, aunque el espacio proteccionista es todav¨ªa amplio, parece que en los ¨²ltimos tiempos se est¨¢ reduciendo.
La polarizaci¨®n negativa
No es sorprendente por tanto que la econom¨ªa se haya mantenido en campa?a de manera m¨¢s bien oblicua, entrando finalmente a trav¨¦s de un heur¨ªstico bien claro y comprensible para todos los colombianos: Venezuela.
El riesgo de convertirse en el pa¨ªs vecino tiene un fuerte componente econ¨®mico: pobreza, inflaci¨®n, hambre, emigraci¨®n. Pero tambi¨¦n pol¨ªtico-institucional, y por supuesto de seguridad. Venezuela se ha convertido, pues, en una especie de etiqueta para todo lo malo empleada por la mitad derecha del espectro.
La respuesta del otro extremo se hizo esperar, pero fue clara: Colombia ya es Colombia y no debe temer convertirse en Venezuela porque ya cuenta con su desigualdad, su hambre, su corrupci¨®n, sus desplazamientos forzosos, su violencia propia.
Poco importa si ambos relatos son certeros o exagerados: es imposible comprobarlo porque uno se basa en futuribles y el otro en variables imprecisas. La cuesti¨®n es que funcionan porque resumen en dos historias comprensibles y de gran coherencia interna (la externa es otro cantar) los principales problemas que preocupan a la ciudadan¨ªa. Les ponen incluso culpables: de un lado, la izquierda heredera de un Santos que les dio las llaves del palacio y del pa¨ªs; del otro, la oligarqu¨ªa establecida que urde un complot contra el pueblo llano justo cuando ¨¦ste encuentra a su l¨ªder. Lo atan todo en dos paquetes lo suficientemente compactos como para que quepan en el sobre, y despu¨¦s en la urna.
As¨ª es como el caleidoscopio se convierte en voto.
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