Los barrios donde los lisboetas se refugian del turismo
Alvalade, Campo de Ourique y Ajuda viven a¨²n ajenos a la ventolera extranjera
¡°Muchas gracias, se?ora, por no haber dicho nada de mi barrio¡±. Una lisboeta me hab¨ªa esperado a la salida del restaurante para comentar el libro escrito con mi marido, Lisboa, a tua e a minha (Random House Mondadori). ¡°Siento que recomienden algunos de mis lugares favoritos, pero al menos de Alvalade no dicen nada¡±.
La tentaci¨®n de mantener en el anonimato a Alvalade, alejado del centro y del r¨ªo, es grande. All¨ª vamos los s¨¢bados a visitar galer¨ªas de arte (Maisterra Valbuena, Vera Cort¨¦s, Galer¨ªa 111, Uma Lulik¡),?todas medio escondidas en calles tranquilas o entre talleres de coches. El arte, adem¨¢s, tambi¨¦n est¨¢ en la calle. Hasta puedes pisarlo en Rua Lopes de Mendon?a; all¨ª, esculpidas en piedras de colores por los calceteiros (artistas picapedreros), revolotean mariposas junto a ex¨®ticas flores en la mejor demostraci¨®n de esta habilidad que pronto ser¨¢ Patrimonio de la Humanidad.
Andando despacito bajo las jacarandas se llega a la arteria principal del barrio, la Avenida da Igreja, donde familias enteras suelen merendar, mucho y a cualquier hora, en la Pasteler¨ªa Carcassonne o en la Helader¨ªa Conchanata. En Alvalade, los hojaldres rellenos de dulce o salado son de fabricaci¨®n propia, y los helados, cubiertos de salsa de fresas, parecen salidos de los a?os sesenta. De llorar de emoci¨®n son sus ¡°churrasqueiras¡±, lugares donde los pollos se asan con mimo y en carb¨®n vegetal. En Rio de Mel, establecimiento m¨ªtico, hay que reservar o hacer cola. Sus pollos crujientes, marinados en ajo, lim¨®n y especias varias, alegrar¨¢n la cena en cualquier despedida de soltero.
La frontera tur¨ªstica del barrio de Bel¨¦m es la pasteler¨ªa del mismo nombre. A pocos metros se alza un palacio rosa donde recibe, aunque no vive, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa. Aparte de tirar una foto a la guardia presidencial, pocos saben del secreto que hay detr¨¢s. En su capilla privada se encuentra la m¨¢s asombrosa y extravagante Anunciaci¨®n, de la pintora Paula Rego (Lisboa, 1935). Su obra descarnada y claramente feminista se encuentra en museos de todo el mundo y lleg¨® a su culminaci¨®n con la serie sobre la despenalizaci¨®n del aborto. Con esos precedentes, en 2002, el entonces presidente del pa¨ªs, Jorge Sampaio, tuvo la valent¨ªa de encargarle ocho ¨®leos sobre la Anunciaci¨®n para su peque?a capilla barroca. El resultado es un impactante Ciclo de la Vida de la Virgen Mar¨ªa. Las ¨¢ngelas y las v¨ªrgenes de Paula dejan a cualquiera con la boca abierta.
Saliendo de palacio, vale la pena alejarse del r¨ªo y subir por las empinadas calles del barrio de Ajuda. En lo m¨¢s alto se encuentra el palacio del mismo nombre y, quiz¨¢s por ello, sede del Ministerio de Cultura. El palacio comenz¨® a proyectarse despu¨¦s del terremoto de 1775, pero solo si Dios y el primer ministro Costa quieren, se acabar¨¢ el pr¨®ximo a?o. All¨ª se expondr¨¢n las joyas de la corona, pero en los alrededores a lo que huele es a sardina asada.
Por San Antonio, San Juan y San Pedro se celebran los arroiales (verbenas) y las calles de Ajuda se llenan de mesas donde los vecinos comen sardinas a la plancha, hablan, cantan y bailan ajenos a la presi¨®n tur¨ªstica.
Los 5 imprescindibles
Capilla del presidente de la Rep¨²blica. Los ocho cuadros de Paula Rego sobre la Anunciaci¨®n. S¨®lo se visita los s¨¢bados de 10.30 a 16.30, salvo compromisos protocolarios.
La calzada portuguesa m¨¢s espectacular. En la calle Lopes de Mendo?a, en el barrio de Alvalade.
Palacio de Ajuda. Interesante su historia inacabada y?la torre vecina que, al contrario, sobrevivi¨® al derrumbe del resto de la iglesia.
Cafeter¨ªa A Tentadora. El barrio Campo Ourique, ni Lisboa, se pueden entender sin visitar este lugar de encuentro del vecindario en la calle Ferreira Borges.
Casa de Fernando Pessoa. El escritor representa el lisboeta puro. Vivi¨® y bebi¨® en muchos lugares de la ciudad y escribi¨® a¨²n en m¨¢s; en esta casa se juntan los literatos que siguen vivos.
Los primeros domingos del mes algunos -pocos- se acercan hasta la misa que, a las diez, se celebra en Santo Amaro, junto al Puente 25 de abril. Hay que tener buenas piernas -efecto tur¨ªstico disuasorio- para llegar a esta ermita renacentista fundada en 1549 en lo alto de la colina. Vale la pena subir la escaleras hasta llegar al templo, con su atrio semicircular de azulejos del siglo XVIII y buenas vistas sobre el r¨ªo.
Los lisboetas huidos del Chiado y Pr¨ªncipe Real -bien por barullo bien por precio- intentan refugiarse en Campo de Ourique, un barrio comercial de clase media. A principios de siglo XX fue muy vanguardista, y de ello quedan rastros y edificios racionalistas. Con mesa y hora fijas, la vecindad se junta en A Tentadora, la cafeter¨ªa con m¨¢s solera de Campo de Ourique. La sopa cuesta 1,50 euros si es en plato individual y 2,50 la sopera, donde pueden comer tres.
Cerca, en la calle Coelho da Rocha 16, vivi¨® Fernando Pessoa los ¨²ltimos 15 a?os de su vida. La vivienda se abre al p¨²blico y a los estudiosos de su obra. Tambi¨¦n sigue abriendo, y tiene mucho m¨¦rito, La Panificaci¨®n Mec¨¢nica, otra joya singular por los azulejos naturalistas del gran Bordalo Pinheiro.
Hay que acabar el recorrido en el cementerio del barrio. Se llama Cementerio dos Prazeres. All¨ª descansan, entre ¨¢ngeles cristianos y s¨ªmbolos mas¨®nicos, miembros de las m¨¢s ilustres familias y Antonio Tabucchi, el m¨¢s portugu¨¦s de los escritores. Aunque italiano, ¨¦l nunca fue turista en Lisboa.
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