Europa denuncia a EE UU y China ante la OMC y recrudece la guerra comercial
La UE anuncia represalias contra una lista de productos estadounidenses
Empieza el baile y es un todos contra todos: no hay aliados ni estrategias de asociaci¨®n que valgan. Tras varias semanas amagando sin llegar a dar, Estados Unidos se lanz¨® ayer jueves a la guerra comercial ¡ªcon aranceles sobre el acero y el aluminio¡ª con tres de sus m¨¢s viejos y fieles aliados: la UE, M¨¦xico y Canad¨¢. Europa devuelve el golpe: la comisaria Cecilia Malmstr?m ha anunciado este viernes demandas contra EE UU y China ante la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC). Bruselas tiene listas represalias inmediatas con un impacto m¨¢ximo de 2.800 millones sobre el bourbon, las Harley-Davidson, los vaqueros y otros productos genuinamente norteamericanos, y tras recibir el primer golpe de la Administraci¨®n Trump cierra la puerta a negociar.
Malmstrom pactar¨¢ con los Estados miembros la lista definitiva en los pr¨®ximos d¨ªas. Pero ha lazando un aviso a navegantes: "No vamos a entrar en ninguna negociaci¨®n: Washington la ha rechazado en las ¨²ltimas semanas. Ahora la pelota est¨¢ en su tejado".
"Si los pa¨ªses no cumplen las reglas comerciales, el sistema multilateral puede colapsar", ha dicho la comisaria de Comercio para justificar la denuncia ante la OMC. Europa env¨ªa as¨ª env¨ªa un mensaje claro: en esta guerra comercial no hay bandos. La UE denuncia a Estados Unidos por los aranceles sobre el acero (25%) y el aluminio (10%), que entiende injustificados ("es puro y simple proteccionismo", ha dicho el jefe de la Comisi¨®n, Jean-Claude Juncker). Pero ataca tambi¨¦n hacia el flanco Este y denuncia asimismo a China por "socavar los derechos de propiedad intelectual de las empresas europeas", que se ven obligadas a "conceder la propiedad o los derechos de uso de su tecnolog¨ªa a entidades nacionales chinas".
Malmstr?m ha evitado hablar de guerra comercial por el estigma que arrastra ese sintagma, asociado a los a?os m¨¢s negros de la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta del siglo pasado. Pero el principal recelo europeo es que la escalada actual no se detenga: Bruselas teme que Trump tenga en la diana los coches europeos y admite que sigue ese debate de cerca, "con ansiedad", seg¨²n una Malmstr?m sorprendentemente sincera. Trump ha abierto una investigaci¨®n sobre el sector del autom¨®vil ¡ªla joya de la corona del super¨¢vit comercial alem¨¢n, cuya industria ha entrado en modo p¨¢nico por los potenciales efectos de esas medidas¡ª, aunque lo de menos es lo que se vaya a encontrar en ese dossier: el actual inquilino de la Casa Blanca est¨¢ convencido de que el jupiterino d¨¦ficit comercial estadounidense es el origen de todos los males que acechan a la econom¨ªa de EE UU. Piensa que el resto de pa¨ªses usan artima?as, se aprovechan del sistema y han dejado a la industria norteamericana en una situaci¨®n de precariedad. Las cosas son un poco menos simples. Pero Trump nunca se ha caracterizado por la delicadeza de su argumentario.
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