Argentina recupera el liderazgo perdido
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que Argentina era sin¨®nimo de modernidad. Buenos Aires sorprend¨ªa con sus avances tecnol¨®gicos ¡ªsu metro se inaugur¨® en 1913, seis a?os antes que el de Madrid¡ª y sus edificios, como el fastuoso palacio Barolo (1923), no ten¨ªan rival en toda Latinoam¨¦rica. Compet¨ªan incluso con Nueva York. Intelectuales universales como Federico Garc¨ªa Lorca pasaban de la Gran Manzana a Buenos Aires ¡ªse qued¨® seis meses¡ª para vivir su explosi¨®n cultural. Antes hab¨ªa llegado Jos¨¦ Ortega y Gasset buscando lo mismo.
Las sucesivas crisis hicieron que Argentina perdiera ese liderazgo. La econom¨ªa sigue con serios problemas y no ser¨¢ ella quien se lo devuelva, al menos a medio plazo. Pero por debajo de esa crisis eterna, que le ha llevado a pedir de nuevo ayuda al FMI, en la sociedad argentina, y en especial las mujeres y hombres m¨¢s j¨®venes, crec¨ªa un impulso modernizador que ha arrastrado a los pol¨ªticos y este jueves, con la aprobaci¨®n parcial de la ley del aborto, permiti¨® de forma inesperada que el pa¨ªs recuperara de repente el liderazgo regional perdido.
Si se logra aprobar tambi¨¦n en el Senado, algo mucho m¨¢s complejo porque all¨ª tienen m¨¢s fuerza las regiones del interior m¨¢s conservadoras, Argentina se colocar¨¢ donde hab¨ªa estado en su ¨¦poca dorada: a la vanguardia del continente.
Ya lo logr¨® con la ley de matrimonio homosexual, una de las primeras de la zona, pero faltaba el aborto, la gran batalla. Hace muchos a?os que Uruguay, el peque?o vecino al que muchos argentinos menospreciaron, les adelant¨® con la despenalizaci¨®n del aborto, la laicidad del Estado, la legalizaci¨®n de la marihuana. Pero Uruguay, por su tama?o, nunca aspir¨® a un liderazgo regional. Argentina s¨ª lo quiso y lo tuvo. Ahora puede recuperarlo gracias al empuje de una sociedad viva que no duda en tomar la calle para exigir avances.
La presi¨®n social ha sido enorme. Solo as¨ª se explica el giro de varios diputados que hace solo tres meses estaban totalmente en contra. Algunos, presionados por sus propios hijos, argumentaron su cambio con gran dramatismo, a la argentina. Hubo muchos llantos en el Congreso y por un momento hasta se borr¨® el odio entre macristas y kirchneristas, porque algunos votaron juntos a favor de la ley. Varios aplaudieron entre l¨¢grimas el discurso de la macrista Silvia Lospennato. Pero fue la sociedad, y no la pol¨ªtica, la que logr¨® recuperar ese liderazgo.
Esta gran revoluci¨®n incruenta estall¨® en el pa¨ªs del papa Francisco, que ha mostrado al mundo que ya no controla ni su casa, a la que ni siquiera se ha animado a volver desde que fue elegido. Un golpe dur¨ªsimo para ¨¦l y la poderosa Iglesia argentina, que a¨²n intentar¨¢ recuperarse en el Senado. Podr¨¢ lograrlo por muy poco, pero la ola de modernidad ha llegado para quedarse en Argentina, y ya todos saben que es cuesti¨®n de tiempo que se imponga. Basta ir a cualquier universidad o instituto argentino. All¨ª la resistencia conservadora que a¨²n tienen algunos de sus padres no existe.
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