La encrucijada de Colombia
Duque enfrenta un enorme desaf¨ªo en un pa¨ªs fracturado por los acuerdos de Santos con las FARC
El mapa pol¨ªtico de Colombia asumi¨® el ¨²ltimo domingo la forma de una encrucijada. No tanto por el regreso al poder del uribismo, como por la aparici¨®n de una opci¨®n de izquierda, la del derrotado Gustavo Petro, con 8 millones de votos. El gobierno de Iv¨¢n Duque se modelar¨¢ contra esa oposici¨®n.
El triunfo de Duque, auspiciado por ?lvaro Uribe, tiene consecuencias para toda la regi¨®n. Termina de descomponerse el cuadril¨¢tero diplom¨¢tico formado por Bogot¨¢, Washington, Caracas y La Habana, que sirvi¨® de marco a los acuerdos de paz con las FARC, patrocinados por Barack Obama. El nuevo presidente representa una radicalizaci¨®n de la discordia con la Venezuela de Nicol¨¢s Maduro y, por lo tanto, una alianza con los Estados Unidos de Trump. Colombia har¨¢ juego con la Argentina de Macri y el Chile de Pi?era. Es el fracaso definitivo de Juan Manuel Santos, quien gobern¨® durante 8 a?os en un contrapunto cada vez m¨¢s encarnizado con su antecesor Uribe. Con bajos niveles de popularidad, se especula con que el destino de Santos ser¨¢ alejarse de Colombia. Las habladur¨ªas le imaginan radicado en Inglaterra.
Una novedad de primera magnitud del nuevo panorama es el resultado conseguido por Petro. Si bien qued¨® a 12 puntos de su rival, cuadruplic¨® los votos obtenidos por la izquierda en la ¨²ltima elecci¨®n presidencial. Muchos analistas especulan con que, si el progresista Fajardo hubiera salido segundo en la primera vuelta, hoy ser¨ªa presidente ¨¦l y no Duque. Petro ocupar¨¢ una banca en el Senado. Desde all¨ª, anticip¨® ayer, movilizar¨¢ a la oposici¨®n.
Si bien qued¨® a 12 puntos de su rival, Petro cuadruplic¨® los votos obtenidos por la izquierda en la ¨²ltima elecci¨®n presidencial
En su primer mensaje despu¨¦s de la victoria, Duque prometi¨® trabajar por la unidad. Es un enorme desaf¨ªo en un pa¨ªs fracturado por los acuerdos de Santos con las FARC. Del nuevo presidente se espera que gestione ese proceso con enorme ductilidad. Tendr¨¢ que contemplar las exigencias de su padrino, Uribe, quien ha liderado la resistencia al entendimiento. Pero deber¨¢ tambi¨¦n evitar que las FARC regresen a la lucha armada. O se entreguen al crimen organizado. Esta tensi¨®n enfrentar¨¢ un primer test: ?qu¨¦ actitud adoptar¨¢ Duque con los l¨ªderes guerrilleros que est¨¢n acusados de cometer delitos posteriores a la firma de la paz? Sobre uno de ellos, Jes¨²s Santrich, pesa un pedido de extradici¨®n a los Estados Unidos. La DEA lo acusa de haber entregado, junto a otros colaboradores, un cargamento de 10 toneladas de coca¨ªna al cartel de Sinaloa.
Esta definici¨®n es s¨®lo la prueba m¨¢s inmediata de una operaci¨®n compleja, en la que se pondr¨¢ en juego la calidad del v¨ªnculo Duque-Uribe. Centro Democr¨¢tico, la fuerza triunfante, sintetiz¨® su postura frente a los acuerdos con las FARC como ¡°Paz s¨ª, pero no as¨ª¡±. El nuevo presidente deber¨¢ dotar de contenidos espec¨ªficos a esa consigna. Por ejemplo, precisar el alcance de la justicia transicional para los cr¨ªmenes de lesa humanidad. Este es un problema que est¨¢ en el coraz¨®n del proceso lanzado por Santos. Al no buscar el consentimiento de la oposici¨®n, se arriesg¨® a que si esa oposici¨®n llegaba un d¨ªa al poder, todo fuera revisado.
Ese d¨ªa lleg¨® el domingo pasado. Duque deber¨¢ definir hasta d¨®nde aceptar¨¢ lo heredado. Un l¨ªmite es Uribe y su mandato revisionista. Otro l¨ªmite es el volumen que alcanz¨® la oposici¨®n. En la tensi¨®n entre estos polos se librar¨¢ el duelo Duque-Uribe. Esa relaci¨®n cuenta con un mediador clave. Luis Guillermo Echeverry, el jefe de campa?a del nuevo presidente.
Echeverry es hijo del empresario Fabio Echeverri Correa, quien fue el encargado de las dos campa?as de Uribe. Su relaci¨®n con Duque se remonta a la ¨¦poca en que ambos eran funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo. Al mismo tiempo, el padre de Duque, Iv¨¢n Duque Escobar, ex ministro del gobierno de Belisario Betancur, fue uno de los mentores de Uribe en la etapa de su ascenso. Muchos uribistas conf¨ªan en que estas genealog¨ªas entrelazadas evitar¨¢n un choque entre Uribe y su disc¨ªpulo. Ambos deben romper la regla que describi¨® el ensayista Beppe Severgnini al describir el caso Berlusconi: ¡°El l¨ªder carism¨¢tico ve en el heredero la encarnaci¨®n de su propia mortalidad pol¨ªtica y, por lo tanto, termina detest¨¢ndolo¡±.
La reforma constitucional de 2015 influir¨¢ en el juego que se abri¨® desde el domingo. No s¨®lo porque dispuso que quien sale segundo, como Petro, tiene derecho a una banca en el Senado. Tambi¨¦n elimin¨® la reelecci¨®n presidencial. Con una izquierda caudalosa, el problema sucesorio est¨¢ instalado desde el inicio. Entre los colaboradores m¨¢s estrechos de Uribe apuestan a que dentro de cuatro a?os la candidata oficialista sea Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, quien pertenece al partido conservador de Andr¨¦s Pastrana, uno de los aliados de la coalici¨®n que sostuvo a Duque. Ram¨ªrez es la protagonista de otro r¨¦cord: los electores la convirtieron, el domingo, en la primera vicepresidenta de Colombia.
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