L¨®pez Obrador o el peronismo mexicano
Su ambig¨¹edad ideol¨®gica o su habilidad para negociar con las estructuras sindicales vigentes hacen recordar a la figura del l¨ªder argentino
Imposible saber si Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ser¨¢ un presidente bueno o uno malo. Pero todo indica que su inminente triunfo representa el fin de un r¨¦gimen y el surgimiento de uno nuevo. M¨¢s a¨²n, pinta para convertirse en una ruptura hist¨®rica. No solo porque, todo indica, ganar¨¢ con m¨¢s del 50% de los votos y tendr¨¢ una amplia mayor¨ªa en el Congreso, algo que no ha disfrutado cabalmente ning¨²n mandatario mexicano en 25 a?os. Tambi¨¦n, y sobre todo, porque habr¨¢ cambiado radicalmente la estructura de partidos que ahora prevalece. No se trata solamente de una derrota del PRI, del PAN y del PRD, partidos protag¨®nicos de la vida pol¨ªtica de los ¨²ltimos d¨¦cadas, sino de un verdadero desfonde de estas fuerzas pol¨ªticas de cara al futuro inmediato.
El fin del r¨¦gimen tiene menos que ver con la fuerza o las virtudes de L¨®pez Obrador que con el agotamiento de la partidocracia que intent¨® sustituir al r¨¦gimen presidencialista. Con errores y aciertos los presidentes mexicanos de anta?o y sus equipos pose¨ªan una visi¨®n de Estado de largo y mediano plazo. Las dirigencias de los partidos pol¨ªticos, en cambio, convirtieron al Congreso en reh¨¦n de las marruller¨ªas y mezquindades destinadas a mantener posiciones y canonj¨ªas a cualquier costo. Una y otra vez la politiquer¨ªa de la sobrevivencia inmediata sacrific¨® cualquier posibilidad de construir estrategias de fondo para atacar los grandes problemas nacionales.
Sin mayor formulaci¨®n que una narrativa en contra de la corrupci¨®n y una pr¨¦dica en abstracto a favor de los pobres, L¨®pez Obrador aparece justo en el momento en que ese h¨ªbrido parlamentarismo-presidencialismo se ha agotado. No hay respuestas ante la desigualdad galopante, la inseguridad p¨²blica y la corrupci¨®n. La clase pol¨ªtica en su conjunto y el sistema que prohij¨® han tocado fondo.
Lo que veremos tras el 1 de julio es la devastaci¨®n del PRI y la extinci¨®n del PRD. En las pr¨®ximas elecciones ambos ser¨¢n barridos. Cuadros y militantes de ambos partidos emigrar¨¢n masivamente a Morena en busca de las posiciones que ya no obtendr¨¢n en sus viejas organizaciones. Por su parte el PAN, el partido de derecha, se convertir¨¢ en la ¨²nica oposici¨®n real, pero antes tendr¨¢ que pasar pr¨¢cticamente por una refundaci¨®n, luego del fallido y cruento asalto al poder por parte del joven Ricardo Anaya y los muchos cad¨¢veres dejados en el camino.
En suma, L¨®pez Obrador llegar¨¢ a la presidencia en el contexto de un vac¨ªo de poder y un profundo descr¨¦dito de las fuerzas pol¨ªticas rivales. Durante el primer a?o de gobierno su peso ser¨¢ aun mayor en la medida en que los tr¨¢nsfugas del PRI y el PRD en el Congreso le ofrezcan una c¨®moda mayor¨ªa.
?Qu¨¦ har¨¢ Andr¨¦s Manuel con ese poder? Esa es la pregunta que comienzan a hacerse todos los mexicanos. El candidato ha dicho poco y en ocasiones a contrapelo de lo que dijo una semana antes. Su corpus ideol¨®gico es ambiguo, por decir lo menos. Una desconfianza arraigada con respecto a los tecn¨®cratas y sus tesis neoliberales; una compulsa obsesiva en contra de la corrupci¨®n; su determinaci¨®n a cambiar la historia a favor de los pobres. Pero en la pr¨¢ctica no es enemigo del gran capital ni profesa una militancia radical. En el arca de No¨¦ que ha construido alberga a exdirigentes del PAN de corte conservador, a un partido evang¨¦lico de derecha, a empresarios de diversa ¨ªndole, a una multitud de exfuncionarios pri¨ªstas y a algunos luchadores y activistas de la izquierda tradicional. Una mezcla variopinta que dice muy poco sobre el r¨¦gimen que nos espera.
Con todo, hay una constante en su movimiento pol¨ªtico. Todos los caminos parten de y conducen a ¨¦l. La propia indefinici¨®n pol¨ªtica de Morena, su partido, favorece a su liderazgo; a falta de lineamientos o posicionamiento doctrinario todo depende de la voluntad del dirigente. Una y otra vez se ha descrito el ascenso de L¨®pez Obrador como un fen¨®meno t¨ªpicamente populista y se le compara a Hugo Ch¨¢vez e incluso a Fidel Castro. Difiero. L¨®pez Obrador carece del radicalismo del venezolano o el cubano. A m¨ª en cambio me hace pensar en Per¨®n, toda proporci¨®n guardada. Su ambig¨¹edad ideol¨®gica, su capacidad para flotar por encima de las definiciones o para convocar a las fracciones pol¨ªticas m¨¢s divergentes y su habilidad para negociar con las estructuras sindicales vigentes, hacen recordar a la figura del l¨ªder argentino. En Morena como en el movimiento peronista cabe todo, siempre y cuando se jure respeto y lealtad al l¨ªder.
Pero desde luego todo esto es hipot¨¦tico. Solo sabemos que a partir del 1 de diciembre El Peje tomar¨¢ el control de un r¨¦gimen moribundo. Lo que suceda despu¨¦s lo sabremos muy pronto.
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