Mucha pol¨ªtica y mucha administraci¨®n
Gane quien gane, el momento priista ser¨¢ trascendido. Al terminar las jornadas, electorales y poselectorales, las cosas no ser¨¢n como fueron
La frase es conocida: ¡°Poca pol¨ªtica y mucha administraci¨®n¡±. Se dice que Porfirio D¨ªaz quiso sintetizar as¨ª lo logrado o lo deseado en su r¨¦gimen. La pol¨ªtica la ejerzo yo y por ello debe haber poca. La administraci¨®n la realiza mi r¨¦gimen y debe haber mucha. El ideal es magn¨ªfico para quien desee convertirse en el supremo. Yo mando, preveo y determino. Mis subordinados planean y realizan. La decisi¨®n es m¨ªa. La ejecuci¨®n de ellos. Todo parte de m¨ª y regresa a m¨ª. El acto creador es el todo. Su cumplimiento, un producto subordinado. D¨ªaz mantuvo ese hacer durante a?os. El orden de las cosas descansaba en ello. ?Qu¨¦ posibilidad ten¨ªa un r¨¦gimen que supon¨ªa que el meneo de las hojas individuales y sociales proven¨ªa de un hombre? Ser y estar en un mundo previsible y demarcado debi¨® resultar satisfactorio para quienes eran parte de la maquinaria que colaboraba en las decisiones, ejecutaba lo decidido y se beneficiaba del funcionamiento.
El eslogan porfirista se agot¨® en sus dos extremos. La pol¨ªtica termin¨® por excluir. Los beneficios no alcanzaron para todos, ni para todas las ambiciones. La estructura ten¨ªa que romperse para recomponer, no s¨®lo para reordenar las derramas. La administraci¨®n termin¨® siendo insuficiente. Centrada en s¨ª misma, supuso que sus bienes alcanzaban a todos o que sus salpicones ba?aban a muchos. Quiso sustituir a la pol¨ªtica. Pens¨® que sus parciales distribuciones o sus extendidas corrupciones, generaban legitimidad, orden y progreso. Los sue?os de quienes se pensaron ¨¦lites, removieron los supuestos. Las urgencias diarias, las que desde lejos parecen irrelevantes, se hicieron presentes no como s¨²plicas o demandas, sino como reivindicaciones. Termin¨® un r¨¦gimen y comenzaron los jaloneos para establecer otro.
En los pr¨®ximos d¨ªas, el M¨¦xico actual habr¨¢ transitado a un nuevo momento pol¨ªtico. A uno no reducible a la presidencia de la Rep¨²blica. Gane quien gane, el momento priista ser¨¢ trascendido. Al terminar las jornadas, electorales y poselectorales, las cosas no ser¨¢n como fueron. No es cosa de suponer en abstracto que nadie se ba?a dos veces en las mismas aguas. Se trata de entender que por acciones, omisiones, corrupciones e incapacidades, se cerrar¨¢ un ciclo hist¨®rico. Aqu¨¦l que se caracteriz¨® por el arreglo, la domesticaci¨®n y la parsimoniosa administraci¨®n de los conflictos. Lo que est¨¢ por abrirse no necesariamente supone la b¨²squeda del conflicto. Sin embargo, ello no implica que esa no sea su g¨¦nesis.
En unos d¨ªas M¨¦xico iniciar¨¢ un nuevo ciclo. A diferencia del antecedente porfirista, enfrentarlo y conducirlo requerir¨¢ de mucha pol¨ªtica y de mucha administraci¨®n. Las dos ser¨¢n necesarias simult¨¢nea y eficientemente. La primera, para convocar a ganadores y perdedores y para sacarlos de esos estados psicol¨®gicos a fin de evitar venganzas y maltratos. Tambi¨¦n, para generar conversaciones, consensos y convocar proyectos. Para lograr la m¨¢s posible estabilidad emocional, la disminuci¨®n de temores, angustias y la apertura a otras formas de violencia. La administraci¨®n ser¨¢ indispensable para hacer experiencia aquello que se invoc¨® para adquirir el poder. Para lograr que m¨¢s coman, beban, duerman, tengan, sue?en o, abreviando, cumplan con las funciones vitales que nuestro tiempo les ha dicho merecen.
Es posible pensar que los males pueden conjurarse con mucha pol¨ªtica. Ello es insuficiente, pues aqu¨ª y a diario hay que ocuparse de m¨¢s de 125 millones personas. Puede pensarse que la mucha administraci¨®n alcanzar¨¢ para resolver males. Esto es por s¨ª mismo insuficiente tambi¨¦n. El arreglo a los conflictos estructurales no se alcanza con la mera manutenci¨®n. Lo que har¨¢ falta, m¨¢s all¨¢ de ret¨®ricas encaminadas a la obtenci¨®n del voto o la descalificaci¨®n de los contrincantes, es resolver por la pol¨ªtica los conflictos, y por la administraci¨®n la subsistencia diaria de millones de personas.
Ambas tareas presuponen de la legitimidad que confieren las urnas, del buen juicio, de la capacidad de trascender la actualidad y de las capacidades para no operar por corazonadas ah¨ª donde se requieren soluciones t¨¦cnicas. En una semana sabremos qui¨¦nes tratar¨¢n de lograr estos fines. En seis a?os sabremos qu¨¦ lograron.
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