La luz llega del Oriente
Tenemos una nueva oportunidad de pisar la cancha y decidir all¨ª el futuro. Estamos, de nuevo, en octavos de final
Hola, oscuridad, vieja amiga. Aqu¨ª estamos de nuevo, hundidos. Esta vez antes de lo usual: parece que van a bajarnos en la primera ronda y nos vamos a dar un ranazo serio, de esos que desacomodan dientes, ponchan costillas y quitan el resuello. Este pinta para ser el paseo m¨¢s corto (divertido y genial, quiz¨¢, pero demasiado corto, carajo) que hayamos tenido en los ¨²ltimos siete Mundiales. Parece que esta vez no llegamos a octavos de final, como era costumbre. Nos andamos ahogando en la orilla. Los dos primeros partidos fueron ensue?o y el tercero delirium tremens. Suecia nos est¨¢ pegando 3-0 y es el minuto 90.
Y no es que los se?oritos suecos hayan hecho gran cosa en el campo, con su once de troncos sensibles. Porque muy vikingos habr¨¢n sido en el pasado pero hoy se dedicaron a echarse al pasto y llevarse las manos a la cara como si acabaran de echarles chile a los ojos. Teatreros, cuenteros, ma?osos. Y se las compraron. A los trece segundos de partido ya hab¨ªa amonestado el ¨¢rbitro a Jes¨²s Gallardo por una jugada inocua. En cada bal¨®n divido con roce les concedi¨® la falta a ellos. Muchos g¨¹eros de uno noventa, pero nom¨¢s les arrimaban el hombro y rodaban como pinos de boliche. Ladinos los angelitos, pues, y con el silbante como tutor.
Como sea: ese equipo r¨²stico e histri¨®nico nos meti¨® tres goles en media hora. Un bal¨®n rebotado hacia su delantero, un penal inventado por el ¨¢rbitro, que adem¨¢s se neg¨® a corroborarlo en el VAR (volvi¨® del averno del Mundial pasado la pesadilla del penal fantasma), y un saque de banda que nadie despej¨® y entr¨® a nuestra meta rodadito. ?A qui¨¦n culpar, sino a nosotros mismos? Y, con todo, el primer tiempo se jug¨® al filo, pero con orden y opciones. Ya en el segundo todo se fue al carajo. El peor de los tres juegos de primera ronda para M¨¦xico, de lejos, y un resultado para sonrojarse. Pero no es justo que nos vayamos: incluso hoy hubo chispazos, esfuerzo, ideas. Seamos sinceros: hemos visto juegos peores de este mismo equipo. Claro, eso no sirve si te tienes que ir.
No nos queremos ir, se?or Mundial. No queremos que las obras maestras que fueron los partidos contra Alemania y Corea del Sur se queden en estad¨ªstica. No hoy, se?or Mundial, hoy no. Que no sea hoy el d¨ªa en que nuestros pecados caigan sobre nosotros, que no sea el d¨ªa que paguemos con la ca¨ªda la falta de un medio de contenci¨®n real... Que no sea el d¨ªa en que Ochoa, que hab¨ªa estado sobresaliente, pague los errores de otros. Pero para qu¨¦ implorar, si llega el minuto 90 y todo est¨¢ perdido y uno recuerda a Borges:
¡ se dispersa el d¨ªa y la batalla
deforme y la victoria es de los otros
Vencen los b¨¢rbaros¡
Pero el sol nace en el Oriente. Cometimos otro error: dar por descontado que la selecci¨®n de Alemania, que hab¨ªa sobrevivido en el Mundial meti¨¦ndole un golazo a Suecia en el minuto 95 el s¨¢bado, iba a desfilar hoy como aplanadora sobre Corea del Sur, que llegaba a su ¨²ltimo encuentro eliminada. Abismados en la derrota, en el dur¨ªsimo rev¨¦s con los suecos, no reflexionamos en lo que, al mismo tiempo, suced¨ªa en otro escenario. Y Alemania, en ¨¦l, no est¨¢ desfilando. Para nada. Ya en el minuto 90 va 0 a 0 y ese empate insospechado nos clasificar¨ªa a los octavos.
No nos queremos ir, se?or Mundial. No queremos que las obras maestras que fueron los partidos contra Alemania y Corea del Sur se queden en estad¨ªstica
?Podemos todav¨ªa? Pero si acabamos de despedirnos mentalmente del Mundial, si acabamos de bajar la cabeza y abrazar a nuestros hijos, que andan moqueando como hicimos nosotros alguna vez, y gimoteando de impotencia, de puro quererse meter al televisor y pegarle a ese bal¨®n que ninguno de los nuestros patea con tino y si ya no decimos nada, roncos de tanto pegarle de gritos a la pantalla y al ¨¢rbitro cuchillero que no marca una a favor, que se las da todas a Suecia e ignora al VAR por el puro gusto de vernos caer. Podemos, s¨ª. Carajo: podemos porque al minuto 90, Corea del Sur aguanta como los bravos y su portero y defensas se prodigan ante el acoso alem¨¢n, ante su aglomeraci¨®n de centros, tiros directos, empuje, prestigio e historia, con el equipo apilado frente a la porter¨ªa rival, como si la sombra del pasado pudiera hacer ese gol que los mete en octavos y nos saca a nosotros.
Pero llega el minuto 91 y hay tiro de esquina para Corea del Sur. Y luego de dos rebotes que vemos pasar en c¨¢mara lenta, como sacados de un recuerdo, el bal¨®n llega a un coreano, que, solitario, patea al arco. Y es gol. Es gol. Es gol, carajo: gol. Y los mexicanos vemos ese juego, porque en el nuestro no queda nada por ver, y gritamos como dementes. Hay 51 millones de coreanos de sur en el mundo. Es una posibilidad bastante razonable suponer que el gol es gritado por m¨¢s mexicanos...
Y a los alemanes, que nunca han quedado eliminados en una fase de grupos en Mundial, les tiemblan las piernas. Debe ser una sensaci¨®n terrible y desconocida. Y es como si a nuestro alrededor estuviera haci¨¦ndose la luz, de pronto. ?C¨®mo es que un equipo eliminado, como Corea del Sur, resiste 90 minutos al campe¨®n del mundo y en el 91 lo mata? ?Con qu¨¦ dignidad o fuerza lo hace? Y al 95, con el portero alem¨¢n cazando rebotes en el ¨¢rea contraria en busca del milagro, un despeje de los asi¨¢ticos acaba en contragolpe. Y no hay portero. Y de nuevo es gol. Gol de Corea del Sur pero que es como nuestro, en el fondo, porque el 2-0 elimina a Alemania y nos da el pase.
Y estamos en octavos. Dejamos, por lo pronto, de desvanecernos. Tenemos una vida m¨¢s, otra bala en la rec¨¢mara, una nueva oportunidad de pisar la cancha y decidir all¨ª el futuro. Estamos, de nuevo, en octavos de final, como en los ¨²ltimos siete mundiales. El equipo mexicano no celebra. Hay caras largas y miradas turbias. Y muchos, en nuestras casas, nos sentimos as¨ª, tan noqueados como estaba ayer el inmenso Maradona. Porque Maradona sabe, se?ores, que al mundo vinimos a sufrir y al Mundial a llorar. Pero hoy estamos vivos. Hoy se agigantan aquellas victorias de los primeros juegos. Los que seguimos en el Mundial, Alemania admirada, esta vez somos nosotros.
Como en esos sue?os que comienzan con unos personajes y acaban con otros, en vez de hablar del Chucky y el Ch¨ªcharo hablamos esta vez del portero Jo, y los goles de Kim y Son. Y les juramos amor eterno a los coreanos y hacemos chistes sobre ellos. Si yo fuera coreano y viviera en M¨¦xico, saldr¨ªa esta tarde a los bares y seguro que me pagaban los tragos, ligaba y acababa dando aut¨®grafos. Pero como soy mexicano mejor me callo y celebro, en silencio, que nos hayan regalado una semanita m¨¢s de Mundial.
Gracias, Corea del Sur. Y t¨² tendr¨¢s que esperarnos un poco m¨¢s, oscuridad, vieja amiga.
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