Rescatados los 12 ni?os y su entrenador atrapados en una cueva de Tailandia
¡°No sabemos si ha sido un milagro, la ciencia o qu¨¦. Los trece jabal¨ªes est¨¢n fuera de la cueva¡±, dicen los buzos tailandeses de la compleja operaci¨®n
Y al tercer d¨ªa, se complet¨® el milagro. La ¨²ltima de las tres misiones diarias para evacuar a los doce ni?os y su entrenador atrapados durante 18 d¨ªas en la cueva inundada de Tham Luang, en el norte de Tailandia, ha concluido con ¨¦xito, en una carrera contra el agua y contra el tiempo y pese a abrumadoras dificultades t¨¦cnicas. Los trece descansan esta noche a salvo en el hospital de la capital de provincia, Chiang Rai, para alivio de todo el pa¨ªs y la comunidad internacional que sigui¨® la odisea de estos j¨®venes ¡ªentre los 11 y los 16 a?os los ni?os, 25 el entrenador¡ª con el alma en vilo.
¡°No sabemos si ha sido un milagro, la ciencia, o qu¨¦. Los trece jabal¨ªes est¨¢n ya fuera de la cueva¡±, escrib¨ªan los buzos militares tailandeses, unos de los protagonistas de la operaci¨®n, en su p¨¢gina de Facebook. El ¨²ltimo de los rescatados, el entrenador, Ekarat Wongsukchan, hab¨ªa salido de la gruta a eso de las 18.48 horas.? 90 minutos despu¨¦s, tras un primer examen m¨¦dico, un helic¨®ptero le transportaba al hospital. A intervalos, los ¨²ltimos cuatro peque?os le hab¨ªan precedido en el mismo camino.
En las calles de Mae Sai, donde viven la mayor¨ªa de los j¨®venes rescatados, estall¨® el j¨²bilo cuando se supo la noticia. Pitidos de coches, abrazos espont¨¢neos. ¡°?Moo Ba Sae! ?Moo Ba Sae!¡± (¡°?Los Jabal¨ªes Salvajes luchan!¡±), una alusi¨®n al nombre del equipo de f¨²tbol al que pertenecen los trece, era el grito del momento. ¡°Estoy muy emocionada, todos van a poder volver a casa¡±, explicaba Violet, una vendedora de productos farmac¨¦uticos.
¡°Hemos conseguido lo que otros pensaron que ser¨ªa imposible¡±, el coordinador de las tareas de rescate, Narongsak Osottanakorn, comentaba exultante en una rueda de prensa. Pero tambi¨¦n remarc¨® que el objetivo no est¨¢ cumplido del todo: ¡°estar¨¢ completada cuando hayamos devuelto los ni?os a sus familias¡±.
La tercera misi¨®n fue la m¨¢s compleja pero tambi¨¦n la m¨¢s fluida en su ejecuci¨®n. Participaban en ella 19 buzos, los mismos 18 de las dos primeras ¡ªcinco tailandeses, trece de otras nacionalidades¡ª y otro adicional. Hab¨ªa comenzado a las 10.09 (5.09 horas en la Espa?a peninsular) y el primer peque?o qued¨® a salvo solo cinco horas m¨¢s tarde. En total, algo menos de nueve horas para rescatar a los cinco. Las mismas que el lunes para salvar a otros cuatro peque?os; dos menos que el domingo, cuando el plan se prob¨® por primera vez y, para satisfacci¨®n de los participantes, pudo completarse en menos tiempo del que se calculaba. Poco despu¨¦s, sal¨ªan tambi¨¦n los cuatro buzos tailandeses y el m¨¦dico que hab¨ªan acompa?ado a los trece desde que fueron encontrados el 2 de junio, casi contra toda esperanza, en un recoveco de la gruta, ateridos, fam¨¦licos, exhaustos pero vivos.
Al anunciar el comienzo de la misi¨®n, los buzos militares ya hab¨ªan advertido que ser¨ªa m¨¢s larga que la del lunes, ¡°pero merecer¨¢ la pena¡±. Hab¨ªa llegado el d¨ªa en que todos los ¡°Jabal¨ªes Salvajes¡± terminar¨ªan de salir.
El final feliz, sin incidentes que se conozcan en las tres misiones de rescate, desmiente la complejidad de la operaci¨®n. Una operaci¨®n que a principios de la semana pasada, pasada la euforia de haber encontrado vivos a los trece en la cueva, parec¨ªa casi imposible. El agua anegaba un t¨²nel de casi cuatro kil¨®metros, enrevesado, con cambios de pendiente, desesperantemente angosto en algunos puntos. La visibilidad era nula, el fondo, traicionero. La peligrosidad de la aventura vino demostrada el viernes pasado, cuando se anunci¨® la muerte de uno de los submarinistas participantes en los trabajos de rescate, Saman Gunan, de 38 a?os y antiguo buzo militar.
Si ya para hombres hechos y derechos y muy expertos ¡ªuno de los buceadores participantes aseguraba que participaban en el rescate algunos de los mejores del mundo en su profesi¨®n¡ª la empresa representaba todo un desaf¨ªo, tanto m¨¢s para ni?os que hab¨ªan pasado nueve d¨ªas sin comer, cansados, con las defensas bajas y que ni siquiera sab¨ªan nadar; mucho menos bucear.
Pero las otras dos opciones se presentaban menos viables todav¨ªa. Una era secar todo lo posible el t¨²nel y esperar a que pasara la temporada de lluvias del monz¨®n, cuatro meses, para que pudieran salir por su propio pie. Algo que se descart¨® por el riesgo de nuevas inundaciones, o enfermedades que en el ambiente h¨²medo y oscuro de la cueva podr¨ªan resultar fatales.
La tercera, a primera vista quiz¨¢ la m¨¢s sensata, era horadar un t¨²nel alternativo en la monta?a, aprovechando alguna cavidad natural que llevara a alg¨²n punto m¨¢s cercano a los ni?os. Uno de los problemas era que se desconoc¨ªa con exactitud a qu¨¦ profundidad exacta se encontraban dentro de la monta?a. Otro, el riesgo de derrumbes al perforar una roca muy porosa.
La llegada de nuevas lluvias y problemas con la calidad del aire dentro de la c¨¢mara donde se encontraban los trece forz¨® la mano de los mandos de la operaci¨®n. No se pod¨ªa esperar. La ¨²nica soluci¨®n realista era probar el buceo ¡ªlos ni?os hab¨ªan recibido clases de nataci¨®n desde que se les encontr¨®¡ª e intentar rebajar el nivel del agua lo m¨¢s posible, para que pudieran caminar por su propio pie o nadar con la cabeza fuera la mayor parte del tiempo. El viernes y el s¨¢bado pasados se sucedieron las reuniones de los mandos y de los buceadores m¨¢s expertos. La decisi¨®n fue ir adelante.
¡°Ha llegado el d¨ªa D¡ Los ni?os est¨¢n listos de sobra, f¨ªsica y mentalmente, anunci¨® el domingo Narongsak. La operaci¨®n hab¨ªa comenzado. La prensa hab¨ªa recibido orden de abandonar su campamento al pie de la caverna, para facilitar los movimientos de las ambulancias y de los equipos de rescate. A partir de entonces, el mundo aguard¨® con el aliento contenido.
Dos buzos escoltar¨ªan a cada ni?o, Se hab¨ªan repartido bombonas suplementarias de aire a lo largo del camino y tendido cuerdas gu¨ªa. Otros buceadores de refresco aguardar¨ªan en los puntos m¨¢s peligrosos para ayudar en caso de problemas. El plan b¨¢sico se mantuvo los tres d¨ªas, aunque con peque?os ajustes y cada vez con mayor fluidez.
¡°Me gustar¨ªa ver que el cari?o de la humanidad, que los tailandeses sigan ayud¨¢ndose tanto los unos a los otros como hemos hecho hoy, en el d¨ªa de nuestro ¨¦xito. Ojal¨¢ podamos ver cooperaci¨®n, y que las lecciones que hemos aprendido estos d¨ªas se aprovechen¡±, apuntaba Narongsak.
Quienes con toda seguridad la aprovechar¨¢n son los doce ni?os rescatados, y sus amigos de la zona. Tras un entrenamiento el 23 de junio, los ¡°jabal¨ªes¡± se metieron en la cueva por razones a¨²n no precisadas ¡ªla celebraci¨®n de un cumplea?os, al parecer¡ª, sin avisar a sus familias y pese a que estaba prohibido, por el riesgo de inundaci¨®n durante la temporada de lluvias del monz¨®n. Les sorprendi¨®, precisamente, una fuerte tormenta que aneg¨® la cueva. Huyendo del agua se adentraron gruta adentro, 400 metros m¨¢s all¨¢ de donde se concentraron los esfuerzos los primeros d¨ªas de b¨²squeda del grupo. All¨ª quedaron atrapados, en la oscuridad y con solo unas golosinas como alimentos, durante nueve d¨ªas, hasta que los buzos internacionales les localizaron.
Uno de sus amigos del colegio, Waranchit Kankaew, de 14 a?os, reconoc¨ªa que a ¨¦l y al resto del grupo les gustaba meterse en la cueva a jugar. Eso ya se acab¨®. ¡°Yo no pienso volver a meterme ah¨ª nunca m¨¢s, muchas gracias¡±.
El fiasco de Elon Musk
El inventor y empresario estadounidense lleg¨® a Tailandia con aspiraciones de ser quien resolviera el aparentemente insoluble problema de c¨®mo sacar a los trece j¨®venes de la cueva. La semana pasada hab¨ªa ofrecido a los ingenieros de sus compa?¨ªas SpaceX y Boring Co para que ayudaran a perforar un t¨²nel que llegara hasta los ni?os o encontraran alguna otra soluci¨®n imaginativa. No ha hecho falta.
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