¡°No puedo esperar para abrazarle¡±
Tras su odisea, los ni?os tailandeses rescatados deber¨¢n pasar a¨²n al menos una semana en el hospital antes de volver a casa
¡°Cuando supe que hab¨ªa salido, empec¨¦ a dar saltos y bailar, ?llevaba tantos d¨ªas esperando esta noticia!¡± Amporn Sriwichai no puede contenerse. Se abraza a sus amigas y lanza gritos de alegr¨ªa. Su sobrino, Ekapon Chantawonse, el entrenador de 25 a?os atrapado con sus doce pupilos en la cueva de Tham Luang, ha salido hace apenas un par de horas de la caverna. Ha sido el ¨²ltimo del grupo. Ella va de camino al hospital. ¡°No puedo esperar para abrazarle¡±.
Los ¡°trece jabal¨ªes¡±, apodados as¨ª por el nombre del equipo de f¨²tbol en el que juegan, se encuentran ya todos ellos a salvo e ingresados en el hospital provincial Prachanukroh de Chiang Rai. Permanecer¨¢n al menos una semana en la planta octava de su flamante ala nueva, donde decenas de polic¨ªas custodian en todas las entradas que nadie se acerque a ellos. Nadie, ni sus padres, puede estar en contacto directo con ellos por el momento. Sus familiares solo pueden verles a trav¨¦s del cristal. Su sistema inmunol¨®gico est¨¢ tan debilitado tras nueve d¨ªas sin comer y 17 en la cueva que los m¨¦dicos temen que cualquier contacto pueda contagiar alguna enfermedad.
Casi al mismo tiempo que se conoce el salvamento de Ekapon, llega al hospital la ambulancia que lleva al ¡°jabal¨ª n¨²mero nueve¡±, el primer peque?o rescatado este martes y el noveno de la serie. La calle ha sido bloqueada al tr¨¢fico; enfermeras de uniforme azul, con mascarillas y fundas en los zapatos, aguardan ya en la puerta del edificio, con una entrada separada del resto del hospital, para sacar cuanto antes la camilla y empezar los primeros ex¨¢menes m¨¦dicos.
Entre los primeros rescatados, a dos se les ha administrado un tratamiento de antibi¨®ticos por principio de neumon¨ªa, despu¨¦s de tantos d¨ªas en la gruta, seg¨²n han informado los m¨¦dicos en una rueda de prensa este martes. Seg¨²n han puntualizado, es relativamente normal tras un periodo prolongado bajo tierra, y los dos ni?os se recuperan adecuadamente.
Ninguno de los ocho rescatados durante los dos primeros d¨ªas padece fiebre. ¡°Todos presentan un buen estado de la salud¡±, ha asegurado Jesada Chokedamrongsuk, del ministerio de Sanidad tailand¨¦s, aunque a¨²n es necesario esperar el resultado de algunos an¨¢lisis de sangre y radiol¨®gicos. Se les ha vacunado tambi¨¦n contra el t¨¦tanos y la rabia, por si hubieran sufrido el mordisco de alg¨²n murci¨¦lago durante su estancia en el t¨²nel. Las pruebas oculares, para unos ojos desacostumbrados a la luz tras m¨¢s de dos semanas en una oscuridad completa o la semipenumbra, no han encontrado da?os.
Tras los primeros ex¨¢menes, los ocho primeros han estado caminando y charlando entre ellos. Y, sobre todo, comiendo. Seg¨²n los responsables del hospital, los menores han estado pidiendo constantemente m¨¢s comida, si puede ser tra¨ªda de fuera del hospital, mejor. Inicialmente se les ha sometido a una dieta blanda, aunque los que llegaron primero ya han pasado a los s¨®lidos.?¡°Algunos han podido comer ya chocolate y carne¡±, ha explicado Jesada. Lo que ninguno ha podido hacer todav¨ªa es comer comida especiada, pese a que el picante es uno de los ingredientes caracter¨ªsticos de la cocina tailandesa.
Las pruebas han incluido tambi¨¦n ex¨¢menes sobre el estado psicol¨®gico de cada ni?o despu¨¦s de su terrible experiencia. Ninguno de ellos, seg¨²n la responsable de Sanidad, presenta secuelas mentales aparentes. Mientras estuvieron en la cueva, ya recibieron asistencia psicol¨®gica.?
Si los resultados de las pruebas y an¨¢lisis restantes son buenos, los familiares podr¨¢n ser autorizados, finalmente, a entrar en las habitaciones y acercarse a sus hijos. Aunque no demasiado, todav¨ªa. ¡°Tendr¨¢n que llevar batas protectoras y permanecer a una distancia de dos metros¡±, ha precisado uno de los m¨¦dicos que tratan a los ni?os, Tosthep Bunthong.
La se?ora Sriwichai est¨¢ impaciente por dar un abrazo a su sobrino, del que los ni?os han contado a los submarinistas que era el m¨¢s demacrado porque renunci¨® a comer las pocas golosinas que ten¨ªan mientras estuvieron desaparecidos para que a los peque?os les durara algo m¨¢s de tiempo lo que hab¨ªa. Ekapon, de 25 a?os, es hu¨¦rfano desde los 10, cuando una epidemia se cobr¨® la vida de sus padres y su hermana. Su abuela y sus t¨ªas fueron quienes le cuidaron desde entonces. Pero ahora, ese abrazo entre esos seres queridos tendr¨¢ que esperar una semana.
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