Amarillas, azules y rojas (Congreso de la Rep¨²blica)
Desde hace un par de d¨¦cadas, el Congreso de Colombia es una puesta en escena que los espectadores pagan para no ver
Ya son las 8:50 p.m. del viernes 20 de julio de 2018. Hoy, cuando el garabato de Google ha celebrado los 208 a?os de nuestra independencia, 15.000 integrantes de las Fuerzas Militares han marchado por la Avenida 68 para probar que somos ¡°una sola fuerza¡±, y las banderas amarillas, azules y rojas se han tomado las fachadas de los edificios como haci¨¦ndoles calles de honor a los incautos, ha sido instalado el nuevo Congreso de la Rep¨²blica de Colombia. Pero quiz¨¢s lo mejor sea cavilar en vez de trinar, pens¨¢rselo dos veces antes de sacarle una moraleja a esta tarde: si fuera por el desmadre de esta tarde ¨Cpor la violencia contra el presidente saliente, por la disciplina para no escuchar a nadie, por la aplastante elecci¨®n, como cabeza del Senado, de un virulento cr¨ªtico de los acuerdos de paz¨C, lo l¨®gico ser¨ªa dar esto por perdido.
Desde hace un par de d¨¦cadas, desde que tantas curules fueron tomadas por tantos par¨¢sitos, el Congreso de la Rep¨²blica es una puesta en escena que los espectadores pagan para no ver. Pero la extra?a sesi¨®n de este viernes s¨ª que merece ser interpretada.
3:20 p.m.: entran, como una concesi¨®n a la esperanza, los congresistas de las antiguas FARC. 3:55 p.m.: el exalcalde Mockus, l¨ªder de una transformaci¨®n cultural estudiada en el mundo, es aplaudido en el llamado a lista de los senadores. 4:30 p.m.: se escucha el segundo mejor himno del mundo, ¡°?Oh, gloria inmarcesible¡!¡±, porque va a empezar a hablar el presidente Santos. 5:22 p.m.: Santos, que es Churchill comparado con nuestros pol¨ªticos sin utop¨ªas ni entra?as, eleva un discurso digno sobre la importancia de que la antigua guerrilla se haya sometido a la Constituci¨®n y sobre la paz y su legado, pero el expresidente Uribe, que ha vuelto a ser senador porque es un karma, no se limita a o¨ªr al jefe de este Estado, sino que se dedica a corregirlo por medio de setenta trinos como pies de p¨¢ginas hist¨¦ricos. 5:26 p.m.: la Alianza Verde pide un minuto de silencio por los l¨ªderes sociales asesinados a diario: ¡°?la vida es sagrada!¡±. 6:44 p.m.: Mockus se baja los pantalones negros y los calzoncillos azules ante la plenaria, tal como lo hizo en 1993 ante un enloquecido auditorio de la Universidad Nacional, porque nadie en ese Congreso ¨Cnadie¨C est¨¢ escuchando el discurso del presidente saliente del Senado. 7:00 p.m.: los partidos de la oposici¨®n proponen a Mockus como nuevo presidente del Senado, pero la coalici¨®n del gobierno nuevo, que Uribe llama ¡°sin politiquer¨ªas¡±, je, elige en cambio al congresista que hace dos a?os invent¨® que Santos entregar¨ªa la presidencia a las FARC.
Y claro que s¨ª: el esc¨¢ndalo no es el triunfo de los peores politiqueros en el Congreso, sino la infructuosa bajada de los pantalones.
Si fuera por el desmadre de esta tarde, que ha tenido aspecto de derrota, habr¨ªa que concluir que de aqu¨ª a 2022 nos espera un pa¨ªs patriotero que aplaude en los desfiles militares, pero que no quiere saber qu¨¦ est¨¢ pasando en este Congreso en el que los pol¨ªticos de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas siguen interpret¨¢ndose a s¨ª mismos para s¨ª mismos. Habr¨ªa que concluir no s¨®lo que no hemos empezado de nuevo, sino que no somos capaces de corregir el rumbo, de salir de aqu¨ª. Quiz¨¢s sea mejor que este d¨ªa se acabe y se vaya ¨Crepito¨C para que, d¨¢ndoles vueltas a las im¨¢genes de la tarde, lleguemos a la conclusi¨®n de que este viernes 20 de julio ha pasado para que estemos pendientes: para que, como todos los actores, los congresistas colombianos tengan que estar a la altura de sus espectadores y tengan que pasar de c¨ªnicos a nerviosos.
En Colombia da rabia sorprenderse y da tristeza re¨ªrse. Pero hay que seguir haci¨¦ndolo para que los pol¨ªticos tengan claro que estamos mir¨¢ndolos.
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