Las j¨®venes argentinas lideran en las calles la lucha a favor del aborto
El debate pol¨ªtico saca de la clandestinidad un problema de salud p¨²blica que provoca casi 50.000 ingresos hospitalarios al a?o
Argentina vivi¨® este mi¨¦rcoles una jornada hist¨®rica para toda Am¨¦rica Latina. Una multitud de personas se acercaron a las puertas del Senado, en el centro de Buenos Aires, para acompa?ar la decisiva votaci¨®n sobre la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. "Al Vaticano ni cabida, sobre mi cuerpo decido yo", cantaban en las calles de Buenos Aires decenas de miles de mujeres j¨®venes con pa?uelos verdes. Las estudiantes han abanderado la campa?a para la legalizaci¨®n del aborto y al margen del resultado en la C¨¢mara Alta [previsto para este jueves] consideraban imparable la conquista de este derecho.
Julia Bozzallia, integrante de la Federaci¨®n Universitaria de Buenos Aires (FUBA), asegura que "hay una contraposici¨®n entre un Senado postrado ante el clero y una juventud que tiene muy claro que tiene que tomar las calles para conquistar el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos". "Nosotras ya ganamos. Hoy no se vota aborto s¨ª, aborto no, sino aborto legal o aborto clandestino. Cada nueva muerta por aborto clandestino ser¨¢ responsabilidad de los senadores que hoy voten en contra de la legalizaci¨®n", subrayaba Luc¨ªa S¨¢nchez, estudiante de secundaria.
El proyecto de interrupci¨®n del embarazo votado en el Senado es muy similar a la ley de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados: libre decisi¨®n de la mujer hasta las 14 semanas de gestaci¨®n y unos plazos superiores si hay riesgo para la madre o el feto o el embarazo es consecuencia de una violaci¨®n. Para intentar salvar la ley, sus partidarios en el Senado aceptaron modificaciones al proyecto original y presentaron uno nuevo que reduc¨ªa de 14 a 12 semanas el plazo para abortar e inclu¨ªa la objeci¨®n institucional, pero no lograron suficiente consenso para aprobar los cambios. Este mi¨¦rcoles intentaban lograr, al menos, apoyos suficientes para la despenalizaci¨®n.
Los cuatro meses de debate p¨²blico previos a la votaci¨®n han logrado que la interrupci¨®n voluntaria del embarazo deje de ser un tema tab¨² para aflorar como un crudo problema de salud p¨²blica: cada a?o casi 50.000 mujeres tienen que ser hospitalizadas en Argentina por complicaciones derivadas de abortos. En 2016, ¨²ltimo a?o con cifras oficiales, 43 mujeres fallecieron por esta causa. La ¨²ltima, Liliana Herrera, muri¨® hace menos de una semana. Con 22 a?os y madre de dos hijos, perdi¨® la vida por una infecci¨®n generalizada tras someterse a un aborto clandestino. Una mujer de 35 a?os y madre de cinco hijos pelea por su vida tras otra intervenci¨®n similar en un hospital de Mendoza, al oeste de Buenos Aires.
La ajustada victoria previa en la C¨¢mara de Diputados el pasado junio ¡ª129 votos a favor, 125 en contra y una abstenci¨®n¡ª fue muy celebrada en las calles de Buenos Aires, pero provoc¨® tambi¨¦n una contraofensiva de sectores conservadores de la sociedad argentina, encabezados por la Iglesia cat¨®lica, los evang¨¦licos y altos cargos del Gobierno de Mauricio Macri, entre ellos la vicepresidenta, Gabriela Michetti; la gobernadora bonaerense, Mar¨ªa Eugenia Vidal, y la diputada Elisa Carri¨®.
La Conferencia Episcopal argentina cambi¨® su tono moderado inicial por un llamamiento expl¨ªcito a la movilizaci¨®n contra el aborto del que se hicieron eco los fieles cat¨®licos, m¨¢s numerosos que hace dos meses. "Dicen que no tiene vida, dicen que no tiene voz, aqu¨ª estamos los que luchamos por las dos vidas hoy", cantaban los opositores a la ley, arropados por im¨¢genes religiosas, un feto gigante de cart¨®n, pa?uelos celestes y banderas argentinas. En el bando celeste predominaban las familias y hab¨ªa casi paridad entre hombres y mujeres.
Desde el oficialismo presentaron proyectos alternativos a la legalizaci¨®n del aborto. El m¨¢s pol¨¦mico fue el del titular provisional del Senado, Federico Pinedo, que contempla que las embarazadas que no deseen ser madres entren en un programa estatal que cubra todos sus gastos hasta que den a luz y entreguen al reci¨¦n nacido en adopci¨®n. La propuesta fue comparada con El cuento de la criada, la distop¨ªa de Margaret Atwood donde las mujeres f¨¦rtiles son obligadas a concebir hijos para otras mujeres.
Apoyos internacionales
Atwood tom¨® el plan sistem¨¢tico de robo de beb¨¦s de la dictadura argentina (1976-1983) como una de las fuentes de inspiraci¨®n para su novela y ha tenido una participaci¨®n activa en el debate actual. "Fuerce partos si usted quiere, Argentina, pero por lo menos llame a lo forzado por lo que es, esclavitud", escribi¨® la novelista canadiense en una carta abierta.
La escritora es s¨®lo un ejemplo de la internacionalizaci¨®n del debate, que coincide con el auge global de las reivindicaciones feministas, pero tambi¨¦n con el avance de Gobiernos conservadores en la regi¨®n.
En Am¨¦rica Latina, s¨®lo tres pa¨ªses reconocen el derecho de la mujer a decidir la interrupci¨®n de un embarazo no deseado en las primeras semanas de gestaci¨®n: Cuba, Guyana y Uruguay. Las legislaciones restrictivas no impiden los abortos sino que fuerzan a las mujeres a hacerlo en la clandestinidad, en condiciones que var¨ªan mucho seg¨²n su perfil socioecon¨®mico.
Mientras las embarazadas de clases altas y medias encuentran modos seguros de realizarse un aborto, las gestantes con menores recursos recurren a menudo a m¨¦todos peligrosos, como sondas y agujas de tejer. Es una realidad que se mantiene desde hace d¨¦cadas, como ya advert¨ªa el prestigioso doctor Ren¨¦ Favaloro 20 a?os atr¨¢s: "Los ricos defienden el aborto ilegal para mantener el secreto. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Con el aborto legal no habr¨¢ m¨¢s ni menos abortos, habr¨¢ menos madres muertas. El resto es educar, no legislar".
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