Todas las opciones legales de Trump son malas despu¨¦s de la confesi¨®n de Cohen

El pasado martes, 21 de agosto, Donald Trump fue acusado bajo juramento de haber cometido un delito federal. Hasta ahora, los problemas legales de Trump se limitaban a una serie de relaciones circunstanciales con una posible connivencia de su campa?a con los intentos del Gobierno ruso de influir en las elecciones. Pero ahora un hombre que se ha declarado culpable del delito de financiaci¨®n ilegal de campa?a ha dicho, delante del juez, que Trump fue su c¨®mplice e instigador. El presidente no puede ser imputado por un juez mientras est¨¢ en el cargo. Pero s¨ª puede ser investigado e interrogado.

?Qu¨¦ debe ahora hacer la fiscal¨ªa con esa informaci¨®n? ¡°La respuesta corta es que no est¨¢n obligados a hacer nada¡±, responde Sam Erman, historiador de la Constituci¨®n y profesor de derecho constitucional en la Universidad del Sur de California (USC). ¡°La realidad es que tienen un margen muy amplio para decidir qu¨¦ quieren investigar. Pero en este caso est¨¢ claro que van a seguir investigando¡±, opina Erman, por la trascendencia pol¨ªtica del caso y porque ya ha quedado claro que la fiscal¨ªa de Manhattan le da importancia y est¨¢ investigando m¨¢s.

Las horas posteriores a la confesi¨®n de Cohen refuerzan la idea de que la fiscal¨ªa no considera acabado el caso. Siempre citando fuentes an¨®nimas, los medios norteamericanos aseguran que al menos dos personas muy relevantes en la historia est¨¢n cooperando a cambio de inmunidad. Uno es David Pecker, el presidente de American Media, la editora del National Enquirer, el peri¨®dico que supuestamente ayud¨® a Trump comprando en exclusiva la historia de Karen McDougal, la modelo de Playboy que asegura haber tenido una relaci¨®n sexual con Trump. El peri¨®dico no la public¨® nunca despu¨¦s de pagarle 150.000 d¨®lares. Supuestamente, no era la primera vez que ayudaba a Trump a enterrar una historia negativa. Pecker y Trump son muy amigos.

El otro es Allen Weisselberg, el director financiero de Trump Organization, el conglomerado de empresas del presidente. Weisselberg trabaja para la empresa desde antes que Trump. Empez¨® a trabajar para su padre en 1970. Lo sabe todo. Hay pocas dudas de ya que el presidente es ya parte de la investigaci¨®n. ¡°Una vez que est¨¢s en una investigaci¨®n federal, ya tienes problemas¡±, dice Erman. ¡°Est¨¢ claro que miran hacia m¨¢s gente y uno de ellos es el presidente¡±.

Las duda es si, dentro de esa investigaci¨®n, Trump es un ciudadano m¨¢s. ¡°Para la investigaci¨®n en s¨ª da igual que sea presidente¡±, aclara Erman. El presidente puede ser investigado por cualquier juzgado. Pero no est¨¢ claro si puede utilizar contra ¨¦l todas las armas de la fiscal¨ªa. ¡°Los precedentes son escasos porque no pasa a menudo¡±.

La primera pregunta es si el juzgado puede obligar a Trump a entregar documentaci¨®n. Ah¨ª, ¡°sabemos que los presidentes est¨¢n obligados a entregar los documentos que les pida la justicia, por el precedente de Richard Nixon en el Watergate¡±, cuando el Tribunal Supremo le oblig¨® a entregar las grabaciones del Despacho Oval.

En segundo lugar, hay que saber si le pueden llamar a declarar. En casos civiles, ¡°los tribunales tienden a proteger el tiempo del presidente¡±, explica Erman, y el proceso se aplaza hasta que deje el cargo. Pero existe el precedente de Bill Clinton, que fue obligado a declarar en la demanda civil de Paula Jones por acoso sexual en 1998. Intent¨® oponerse, pero el Tribunal Supremo decidi¨® que el presidente no est¨¢ exento de declarar en los casos civiles que le afectan.

Pero en una cuesti¨®n penal, el asunto est¨¢ sin resolver. El Tribunal Supremo nunca ha dicho claramente si se puede obligar a declarar como imputado a un presidente, ya que un presidente no puede ser imputado. Esto ¨²ltimo tampoco est¨¢ resuelto, ya que Nixon dimiti¨® antes de que se planteara el conflicto y, al ser perdonado por su sucesor, nuca enfrent¨® la cuesti¨®n. Este es el tema est¨¢ sobre la mesa en la investigaci¨®n del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia rusa en las elecciones. Mueller puede llamar a declarar al presidente, seg¨²n la mayor¨ªa de los expertos, pero est¨¢ intentando que lo haga voluntariamente para no desatar una batalla legal en el Supremo.

Mientras, en un juzgado de Los ?ngeles existe un tercer frente judicial. Es la denuncia original de la actriz porno Stormy Daniels, que lo ¨²nico que pide es que un juez la libere del contrato de confidencialidad que le impide contar su supuesta relaci¨®n sexual con Trump, que ¨¦l niega. Trump y su equipo de abogados han dado tantas versiones distintas de c¨®mo se hizo el pago a Daniels por su silencio, que el abogado de la actriz, Michael Avenatti, tambi¨¦n quiere interrogar al presidente. La confesi¨®n de Cohen refuerza su posici¨®n. Si trata de oponerse, de nuevo el precedente de Clinton no favorece a Trump.

Y una vez que testifique, voluntario u obligado, en uno de estos tres casos, todo puede pasar. ¡°Hay dos grandes peligros para Trump¡±, opina Erman. ¡°Uno, que mienta. Y el otro, que diga la verdad y se incrimine, o revele algo pol¨ªticamente muy da?ino¡±, aunque al final no sea delito. Para que un fiscal considere que est¨¢ mintiendo, basta con comparar lo que diga bajo juramento con sus tuits. ¡°Los tuits son evidencias, son cosas que ha dicho. Se puede utilizar como referencia de lo que ¨¦l cree y por tanto pueden da?ar su credibilidad¡±. De nuevo, los precedentes no est¨¢n de su parte. La mentira de Clinton al declarar en el caso de Paula Jones dio origen a la acusaci¨®n de perjurio que le llev¨® al impeachment.