La lucha contra la corrupci¨®n puede decidir elecciones en Colombia
La se?al pol¨ªtica m¨¢s importante que env¨ªa la votaci¨®n es que, en un pa¨ªs dominado por una ¨¦lite de centro-derecha, se abre espacio para el cambio
Colombia es un pa¨ªs que suele quejarse bastante de s¨ª mismo. Incluso cuando logra sacar a casi doce millones de personas a la calle un domingo cualquiera para votar sobre siete medidas bastante espec¨ªficas, discutidas y discutibles, para mejorar las instituciones de la naci¨®n. En este caso, se quej¨® de s¨ª mismo porque el umbral establecido para la aprobaci¨®n de las medidas (12.140.000) no se alcanz¨®. Pero falt¨® tan poco (¡°el canto de un duro¡±, dir¨ªamos en Espa?a; ¡°el centavo para el peso¡±, se dice en Colombia) que es muy dif¨ªcil negar la importancia del evento. Tanto en su dimensi¨®n m¨¢s puramente pol¨ªtica, relacionada con la distribuci¨®n del poder y de los votos en el pa¨ªs, como en la cuesti¨®n directamente relacionada con el tema a debate: la corrupci¨®n.
La se?al pol¨ªtica m¨¢s importante que env¨ªa la denominada consulta anticorrupci¨®n es que, en un pa¨ªs que lleva 200 a?os dominado por una ¨¦lite pol¨ªtica notablemente estable y ubicada firmemente en el centro-derecha, se est¨¢ abriendo cierto espacio para un cambio. Los apoyos para el refer¨¦ndum vinieron principalmente del centro regeneracionista y de la nueva izquierda. La brecha que se abri¨® entre ambos frentes durante las elecciones presidenciales fue tan grande como las cr¨ªticas que se lanzaron de manera incansable los partidarios de Sergio Fajardo y Gustavo Petro. Por eso es tan significativo el contraste entre los ocho millones de votos que obtuvo el ¨²ltimo en la segunda vuelta, y los m¨¢s de 11 que le dieron el ¡°s¨ª¡± a la consulta.
Esos tres millones de m¨¢s demuestran que, cuando centro e izquierda se unen en torno a temas que suscitan consenso entre la oposici¨®n frontal y los segmentos m¨¢s moderados, las victorias son posibles. Es decir: en este momento, una coalici¨®n alternativa que tuviese cuidado con qu¨¦ temas escoge y cu¨¢les no podr¨ªa ganar la presidencia de la Rep¨²blica.
Este hecho tiene muchas implicaciones derivadas. Las m¨¢s obvias se dan hacia la izquierda, porque advierte a todos los que est¨¢n ya pensando en las pr¨®ximas presidenciales de 2022 (que no son pocos) que solos no se puede, pero juntos quiz¨¢s s¨ª. Particularmente, si se construyen plataformas inclusivas con agendas escogidas de manera cuidadosa y pragm¨¢tica, buscando un equilibrio entre movilizar a las bases e incluir a los m¨¢s esc¨¦pticos, pero interesados en el cambio. La advertencia va para todos, no s¨®lo para Petro (a quien habitualmente se acusa de personalista, y cuyas aspiraciones para volver a candidarse nadie duda) sino tambi¨¦n a la propia promotora de la consulta: Claudia L¨®pez. Candidata a la vicepresidencia con Fajardo, debe leer que aunque ella pusiera en marcha el carro, no se habr¨ªa llegado hasta aqu¨ª sin el tiro de todos los caballos que se pusieron delante.
Pero la derecha no est¨¢ en condiciones de ignorar el aviso que ha supuesto la derrota por la m¨ªnima de la consulta. Muchos de los analistas m¨¢s conservadores del pa¨ªs comentaban en c¨ªrculos privados, con cierta confianza de origen un tanto desconcertante (porque no dispon¨ªamos de encuestas para predecir nada), que no se iban a alcanzar ni cuatro millones de votos. Su contraparte progresista no esperaba m¨¢s de siete u ocho (de nuevo, sin datos). Resulta que la dimensi¨®n pol¨ªtica de los refer¨¦ndums se gana tambi¨¦n con respecto a las expectativas generadas. Y los resultados las han superado todas.
En ese sentido, Iv¨¢n Duque se coloc¨® en el lado correcto al apoyar la consulta, que consigui¨® un mill¨®n de votos m¨¢s que los que ¨¦l mismo sac¨® en la segunda vuelta presidencial. Como quiera que Duque aspira a ocupar el espacio de la moderaci¨®n que una al centro y a la derecha, el hecho de que ¨¦l apoyase la consulta cuando los miembros m¨¢s extremos de su propio partido (entre ellos el expresidente ?lvaro Uribe) la negasen ha resultado en una apuesta fruct¨ªfera. Porque ahora ¨¦l puede girarse y decirles (en privado, por supuesto, que es como se hacen estas cosas) que sin discurso moderado y a favor de la regeneraci¨®n institucional no se puede garantizar la gobernabilidad del pa¨ªs.
Ahora, lo que le queda tanto al centro como a la derecha y a la izquierda es definir bien esa agenda de regeneraci¨®n institucional. Y es as¨ª como se pasa de la pol¨ªtica a las pol¨ªticas. De las siete medidas incluidas en la consulta, pocas contaban con un fuerte respaldo emp¨ªrico (de la econom¨ªa, de la ciencia pol¨ªtica) para justificar su eficacia en la lucha contra la corrupci¨®n. No, no eran las mejores propuestas posibles, y fueron criticadas incluso por aquellos analistas o ciudadanos que afirmaban que votar¨ªan igualmente, conscientes de la importancia de enviar un aviso fuerte y n¨ªtido. Porque para lo que s¨ª han servido es para abrir el mel¨®n y que no se vuelva a cerrar, al menos en este ciclo electoral.
Once millones y medio de votos le gritan a los pol¨ªticos que la corrupci¨®n importa, y mucho. Que es posible incluso que acabe por decidir elecciones en los a?os que vienen. Y que, por tanto, se espera que el debate contin¨²e abierto, que las propuestas sigan llegando. De hecho, las promotoras de la consulta ya han anunciado que van a radicar proyectos de ley en el Congreso esta misma semana. Esta es la ventana de oportunidad perfecta para mejorar las medidas que hay ahora mismo sobre la mesa, para que se d¨¦ la batalla de los detalles, que es al fin y al cabo la que acaba decidiendo el futuro de la calidad institucional de cualquier pa¨ªs.
Ser¨¢ imposible separar el debate de pol¨ªticas concretas de la lucha por el poder. Pero, en el contexto actual, esto es bueno para quien espera un cambio: porque eso significa que a quienes estaban dispuestos a ignorar el tema por comodidad ya no podr¨¢n hacerlo. Resulta que, para una mayor¨ªa de los votantes activos del pa¨ªs, en Colombia ya no se puede dar un paso en pol¨ªtica sin hablar de manera seria, profunda y cre¨ªble sobre corrupci¨®n.
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