Argentina nuestra que est¨¢s en los cielos
En estas ¨²ltimas semanas para los argentinos cambiaron todos los par¨¢metros por la crisis, que es como decir todas las esperanzas
En una decisi¨®n que a primera vista resulta ex¨®tica, pero un s¨ªntoma de lo que ocurre en estos d¨ªas en Argentina, el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, convoc¨® a tres jornadas de oraci¨®n ¡°por la crisis argentina¡±. Un viejo refr¨¢n local sostiene que ¡°Dios es argentino¡±. Salvo por la ef¨ªmera aparici¨®n de Diego Armando Maradona ¡ªel jovencito de los ochenta, no el actual¡ª no hay demasiadas pruebas de tama?a creencia. Pero, ?qui¨¦n busca pruebas cuando necesita una tabla para no ahogarse, un refugio en medio de la tempestad, un consuelo para transitar la desesperaci¨®n con un hilo de esperanza? Sea como fuere, en Argentina hay tanto susto, que si Dios existiera, y diera una manito, no vendr¨ªa nada mal.
Los fr¨ªos n¨²meros no siempre reflejan lo que ocurre en el coraz¨®n de los seres humanos pero, a veces son una buena expresi¨®n de los procesos que atraviesa su organismo. Lo mismo ocurre con los pa¨ªses. En Argentina, en estas ¨²ltimas semanas, cambiaron todos los par¨¢metros, que es como decir todas las esperanzas, los proyectos, las perspectivas y hasta la ubicaci¨®n de los puntos cardinales. Y eso se puede cuantificar a trav¨¦s de algunas cifras categ¨®ricas.
Por ejemplo, en el presupuesto del a?o pasado, que se aprob¨® por mayor¨ªa en el Congreso, se calculaba que la inflaci¨®n iba a ser alt¨ªsima: del 18% anual. En las ¨²ltimas horas, se conoci¨® un paper reservado donde el Gobierno pronostica que superar¨¢ el 40%. En aquel presupuesto se aseguraba que la econom¨ªa crecer¨ªa un 3,5%. Los c¨¢lculos oficiales sostienen ahora que, en realidad, se achicar¨¢ un 2,4%. Hace seis meses una enorme cantidad de argentinos ¡ªla cuarta parte¡ª viv¨ªa por debajo de la l¨ªnea de pobreza. Ahora, los m¨¢s optimistas sostienen que la pobreza afecta a m¨¢s del 30% de la poblaci¨®n. Se supon¨ªa que el d¨®lar estar¨¢ a fin de a?o alrededor de los 20 pesos. Ahora, el Gobierno ¡ªy todo el mundo, en realidad¡ª le reza al se?or todopoderoso para que no supere los 40.
De repente, todo lo que debe ir para arriba, y as¨ª suced¨ªa hasta marzo, va para abajo, y viceversa. La inflaci¨®n, la desocupaci¨®n y la pobreza deber¨ªan bajar, pero suben. El empleo, la construcci¨®n de casas, el consumo, los salarios, deber¨ªan subir pero bajan. Y el problema no es solo esa oscilaci¨®n: muchas veces, en todos los pa¨ªses, la econom¨ªa debe ajustarse. Lo que m¨¢s asusta no es la direcci¨®n de esta din¨¢mica sino sus magnitudes y la persistencia en el tiempo del vendaval. ¡°Cuiqui¡±, es como el lenguaje callejero argentino define al susto.
Todos tenemos ¡°cuiqui¡±.
Todo esto fue producto de una corrida cambiaria sorpresiva. En abril de este a?o, se realiz¨® en Washington la spring meeting del Fondo Monetario y del Banco Mundial. En una de las actividades laterales que organizan los grandes bancos, se le pidi¨® a los asistentes que eligieran el mejor pa¨ªs para invertir en 2018. Cada uno de ellos ten¨ªa un iPad donde apareci¨® un mapamundi. La mayor¨ªa pulsaron el territorio argentino. La econom¨ªa crec¨ªa al 4% anual, el dinero flu¨ªa hacia el pa¨ªs gracias a que Mauricio Macri hab¨ªa derrotado al populismo y a que, peque?o detalle, ofrec¨ªa intereses siderales. No hab¨ªa nada que temer.
Hasta que el diablo meti¨® la cola y subieron las tasas de inter¨¦s en el mundo. Los fondos de inversi¨®n, que hasta ese momento eran ciegos ante los puntos vulnerables de la econom¨ªa argentina, los vieron todos de repente. Warren Buffet suele decir que ¡°en los mercados anything can happen¡±. Pues tal cual. Flu¨ªan los capitales sin raz¨®n. Y a la misma velocidad huyeron. Y el d¨®lar empez¨® a subir y a subir. Argentina es una de las econom¨ªas m¨¢s dolarizadas del mundo. Si el d¨®lar sube, los precios se disparan, el poder adquisitivo cae, se debilita el Gobierno. Si sube mucho, todo eso es peor.
Nadie sabe d¨®nde para esto. Algunos economistas sostienen que siempre que llovi¨® par¨®: el tipo de cambio est¨¢ tan alto que ya no hay espacio para la presi¨®n alcista. Otros sostienen que la devaluaci¨®n traer¨¢ crecimiento en pocos meses. Pero desde marzo, muchas veces se instal¨® esa esperanza y luego el d¨®lar nos despert¨® del ensue?o.
Por eso, por m¨¢s que su soluci¨®n no sea muy creativa ni cient¨ªfica, ni est¨¦ demostrada su eficiencia, tal vez el arzobispo de Buenos Aires haya dado en el clavo.
Solo nos queda rezar.
Tal vez el barbudo nos escuche.
No es mucho, pero es lo que hay.
Socorro.
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