La visi¨®n apocal¨ªptica de ¡®Le Monde¡¯ sobre Brasil
El pa¨ªs vive uno de sus momentos m¨¢s dif¨ªciles despu¨¦s de la dictadura, pero no es cierto que haya naufragado ni que haya perdido el control de su destino
El mundo tiene los ojos puestos sobre Brasil a un mes de las importantes y ya ensangrentadas elecciones presidenciales, obnubiladas por la historia infinita de la candidatura de Lula en la c¨¢rcel, negada por la justicia brasile?a. Entre las visiones negativas de la prensa internacional sobre Brasil, el editorial del importante diario franc¨¦s, Le Monde, resulta especialmente apocal¨ªptico.
Titulado ¡°El naufragio de una naci¨®n¡±, Le Monde llega a afirmar que Brasil ¡°es un pa¨ªs que parece haber perdido el control de su destino¡±. Se trata, a?ade, de ¡°una naci¨®n que se siente abandonada¡±. No salva tampoco a la clase pol¨ªtica que califica de ¡°tan angustiante como envejecida, minada por la corrupci¨®n¡±.
Le Monde lleg¨® a ser una referencia de periodismo en el mundo que nos form¨® a generaciones enteras. Quiz¨¢s por ello su visi¨®n catastr¨®fica sobre Brasil, para quienes, sin ser brasile?os, vivimos aqu¨ª de cerca la crisis que azota al pa¨ªs nos resulta sorprendente. No que tengamos los ojos vendados para reconocer que el pa¨ªs vive uno de sus momentos m¨¢s dif¨ªciles despu¨¦s de la dictadura, pero tampoco es cierto que el pa¨ªs haya naufragado ni que haya perdido el control de su destino.
No deja de sorprender que quienes colocaron hace s¨®lo unos a?os a este pa¨ªs en el olimpo de los dioses, envidia del mundo, hoy lo presenten como una naci¨®n que ha perdido el control, sin que se preocupen de analizar por qu¨¦ se habr¨ªa pasado, en tan poco tiempo, del cielo al infierno. Dentro y fuera de Brasil, se necesitan hoy m¨¢s que visiones catastrofistas, y a veces hasta injustas, sobre este importante pa¨ªs, coraz¨®n econ¨®mico de Am¨¦rica Latina, un analisis serio sobre las causas que han conducido a esta crisis que lo aqueja. No existen delitos sin culpables y es importante ir hasta las raices del problema antes de hacer juicios sumarios como si Brasil hubiese llegado a este momento sin que nadie se sienta responsable.
Es cierto que existe hoy un peligro real de autoritarismo y nostalgias de la dictadura, sobre todo de quienes no la vivieron en su propia carne, y que existe una crisis entre las instituciones que intentan revalizar entre ellas invadiendo la independencia de las mismas que deber¨ªa ser m¨¢s respetada. Creer, sin embargo, que la democracia haya naufragado es una ofensa al trabajo que este pa¨ªs ha ido realizando para mantenerse dentro de los c¨¢nones de las democracias mundiales. Brasil, dentro del continente, hace parte, a pesar de todos sus problemas, de los paises mejor pertrechados en la defensa de los derechos humanos. Brasil no es Venezuela ni Nicaragua y con toda su carga de violencia no llega a¨²n a los ¨ªndices de algunos otros pa¨ªses del continente.
Es un pa¨ªs con total libertad de expresi¨®n y con la justicia, con todos sus posible errores, actuando y castigando los cr¨ªmenes de corrupci¨®n de las ¨¦lites pol¨ªticas y empresariales como nunca hab¨ªa sucedido en su historia, donde la c¨¢rcel era privilegio de pobres y negros. Es un pa¨ªs con un gran debate nacional sobre la discriminaci¨®n racial y de g¨¦nero. Y con un periodismo que, pese a todas las cr¨ªticas que se le puedan hacer, es uno de los m¨¢s vivos y responsables del continente, algo que me permito afirmar con mis 50 a?os en la profesi¨®n.
Es cierto que los brasile?os hac¨ªa a?os que no estaban tan divididos por motivos pol¨ªticos, agudizado por las redes sociales que han ampliado las posibilidades de debate. Sin embargo, es un pa¨ªs que, desde los partidos pol¨ªticos a la sociedad m¨¢s madura ha reprobado, por ejemplo, el atentado sangriento contra Bolsonaro, el candidato ultraconservador y cultor de la violencia.
No siento, como Le Monde, que Brasil sea un pa¨ªs como una nave ya naufragada y sin esperanzas. Es un pa¨ªs irritado con sus gobernantes, descre¨ªdo con sus pol¨ªticos, pero como en la mayor parte del mundo de hoy. Prefiero quedarme con la visi¨®n editorial de este diario, que condenando d¨ªas atr¨¢s el atentado a Bolsonaro y el peligro de que pueda ser usado para enfrentar a una sociedad ya crispada, concluye diciendo: ¡°Brasil no est¨¢ en guerra¡±. Yo dir¨ªa que es m¨¢s bien una sociedad en dolores de parto. Un Brasil que quiere m¨¢s y lo quiere para todos, sin privilegios vergonzosos para quienes deber¨ªan dar ejemplo a la sociedad. No es un pa¨ªs en agon¨ªa. Es tan vivo que es a¨²n capaz de demostrar su rabia.
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