C¨®mo informar del supremacista jefe sin normalizarle
La pol¨¦mica sobre la participaci¨®n del ultra Steve Bannon en el festival de 'The New Yorker' refleja el debate que consume a los medios
La pol¨¦mica que ha levantado la inclusi¨®n y posterior exclusi¨®n en el festival de la revista The New Yorker del ide¨®logo de la derecha alternativa estadounidense Steve Bannon ha levantado una tormenta de cr¨ªticas. Muchas de ellas han ido dirigidas al director de la publicaci¨®n, David Remnick, una de las voces m¨¢s firmes y l¨²cidas frente a Trump. Otras han cargado contra quienes pusieron el grito en el cielo tuitero (Bret Stephens proclamaba en The New York Times que parece que el semanario lo dirige Twitter, no Remnick) por la participaci¨®n del supremacista jefe; y tambi¨¦n ha habido recriminaciones por la decisi¨®n ¨²ltima de retirarle la invitaci¨®n, y no tratar de romper las trincheras y cajas de resonancia que polarizan al electorado.
?Debe brindarse a un conocido xen¨®fobo supremacista la posibilidad de aparecer fuera de las p¨¢ginas de la revista en el renombrado foro?
Este incidente, claman algunos, parece haber refrendado la opini¨®n de los seguidores de Trump de que los medios liberales censuran y ha logrado presentar a Bannon como una v¨ªctima. Lo que reverbera de fondo en todo esto es el intenso debate que consume a buena parte de los medios estadounidenses sobre c¨®mo cubrir la actualidad pol¨ªtica.
La cuesti¨®n sobre qui¨¦n debe ocupar las tribunas y escenarios est¨¢ en carne viva. Las armas est¨¢n en alto, a juzgar por la explosiva reacci¨®n de algunos de sus lectores, de otros invitados del festival ¡ªcomo el presentador Jimmy Fallon o el director Judd Apatow, que aleg¨® que no participar¨ªa en un festival que ¡°normaliza el odio¡±¡ª e incluso de redactores de la revista. ¡°Ll¨¢menme anticuado, pero yo habr¨ªa pensado que un festival de ideas trata de exponer al p¨²blico distintas ideas. Si solo invitas a tus amigos, eso se llama una cena¡±, escribi¨® en Twitter Malcolm Gladwell, ensayista superventas y miembro de la redacci¨®n de The New Yorker. Su comentario respond¨ªa a una de sus colegas que dijo, en la misma red, sentirse ¡°aliviada¡± por la nota de Remnick que anunciaba que hab¨ªa retirado la invitaci¨®n a Bannon.
En su escrito, el director de The New Yorker argumentaba que entrevistar no significa apoyar a alguien, pero aceptaba que el festival no era el marco adecuado. La revista ha dedicado varios art¨ªculos a Bannon, art¨ªfice del giro ultra y populista del Partido Republicano, m¨¢ximo responsable de la campa?a de Trump, jefe de estrategia en su Gabinete durante siete meses y director del medio digital ultra Breitbart News hasta enero. Remnick llevaba tiempo tratando de cerrar una entrevista con ¨¦l, pero ?debe brindarse a un influyente y conocido xen¨®fobo supremacista la posibilidad de aparecer fuera de las p¨¢ginas de la revista en el renombrado foro de The New Yorker? La respuesta de Margaret Sullivan, columnista que analiza los medios en The Washington Post, fue un tajante y radical no, porque ¡°ya hemos o¨ªdo bastante de Bannon¡± y de sus ideas. ¡°Ya es hora, m¨¢s que hora, de dejar de prestar las plataformas medi¨¢ticas m¨¢s importantes y prestigiosas a racistas y mentirosos¡±, escribi¨®.
El p¨²blico europeo puede que no haya tenido tanta exposici¨®n directa a las ideas y persona de Bannon, pero en el contexto estadounidense el argumento de la columnista no puede ser despreciado. Lo que de alguna manera Sullivan obvia es el hecho de que Bannon ha probado que no necesita esas plataformas para propagar sus ideas: desde Breitbart News hizo el trabajo. ¡°La cuesti¨®n es si merece tener un espacio en otras plataformas, porque en las suyas sus argumentos no est¨¢n siendo cuestionados¡±, explica por tel¨¦fono Pete Vernon, redactor que analiza desde hace dos a?os la cobertura de Trump en Columbia Journalism Review. ¡°Los periodistas est¨¢n a¨²n intentando adaptarse a la nueva realidad pol¨ªtica y tratando de ver qu¨¦ cobertura debe hacerse de los movimientos de ultraderecha¡±.
¡°No se puede ignorar que el ascenso de los ultras es noticioso, pero informar sobre ello exige cuidado y experiencia¡±, dice Pete Vernon del Columbia Journalism Review
A este respecto hay dos posturas enfrentadas. ¡°Unos aplican aquello de que el ox¨ªgeno alimenta el fuego. Otros consideran que una cobertura seria ayuda a desinfectar el discurso. No se puede ignorar que el ascenso de los ultras es noticioso, pero informar sobre ello exige cuidado y experiencia¡±, explica Vernon. La m¨¢xima que hace unos meses proclam¨® el director de The Washington Post (¡°no estamos en la guerra, sino en el trabajo¡±) apuesta por ignorar los constantes ataques de la Administraci¨®n a la prensa. ¡°Los medios deben defenderse, pero deben hacerlo exponiendo la relevancia de su oficio. A veces esto se consigue informando sobre asuntos que afectan a la vida diaria de los ciudadanos, como que una compa?¨ªa contamine su r¨ªo¡±, concluye Vernon. La cuesti¨®n hoy, por tanto, est¨¢ en decidir d¨®nde poner el foco, qu¨¦ es noticia y el grado de noticiabilidad, espect¨¢culo al margen.
La campa?a de Trump en 2016 y su llegada a la Casa Blanca han forzado a muchos medios a hacer un examen de conciencia. Aunque el candidato gast¨® poco en publicidad, qued¨® claro que las informaciones sobre el magnate-estrella de la telerrealidad atra¨ªan audiencia, y las televisiones empezaron a dar en directo sus m¨ªtines, regal¨¢ndole un valioso tiempo de antena. El p¨²blico se enganchaba al esperp¨¦ntico show. ?Qu¨¦ tipo de relaci¨®n simbi¨®tica estaba en marcha? ?Qui¨¦n alimentaba a qui¨¦n? ¡°Se ha reflexionado y, excepto Fox, las cadenas ya no cubren en directo los m¨ªtines ¨ªntegramente, ni todos los tuits de Trump son considerados noticia¡±, apunta Vernon. ¡°Ahora se acerca una candente campa?a para las elecciones de noviembre y la clave estar¨¢ en ver c¨®mo se priorizan las informaciones¡±.
M¨¢s all¨¢ de valorar si los medios estadounidenses se han excedido en la cobertura de la derecha alternativa ayudando a propagar su credo, hay otro asunto que late tras la pol¨¦mica de The New Yorker. ¡°La cuesti¨®n de fondo es qu¨¦ es el festival, ?es periodismo u otra cosa?¡±, apunta al tel¨¦fono Wendy Wyatt, profesora en la Universidad de St. Thomas especializada en ¨¦tica y periodismo. ¡°Los festivales de las publicaciones se organizan para atraer publicidad, consolidar las cabeceras y ganar dinero, pero si no son periodismo como tal, deber¨ªan dejarlo claro¡±.
Bannon, como el resto de los invitados al festival, cobrar¨ªa, y la revista correr¨ªa con sus gastos de su viaje y alojamiento
En el oto?o de 1999, hace ya casi 20 a?os, arranc¨® la cita de The New Yorker y desde entonces se ha ganado un hueco indiscutible en el calendario de la fren¨¦tica rentr¨¦e cultural neoyorquina. Atrae a un notable n¨²mero de espectadores (dispuestos a pagar entradas que van de 39 a m¨¢s de 200 d¨®lares) y a patrocinadores, y ha ido ampliando su oferta de debates y entrevistas en vivo a conciertos e incluso tours gastron¨®micos con los cr¨ªticos de la revista. Escritores, pol¨ªticos, actores, comediantes, cocineros y m¨²sicos desfilan por distintos escenarios de Manhattan. Desde hace un par de a?os, la grabaci¨®n de algunas entrevistas es editada y emitida en el podcast que presenta el director, Remnick. ?l deb¨ªa ser quien entrevistara a Bannon en lo que promet¨ªa ser un combate dial¨¦ctico con alta dosis de morbo pol¨ªtico. Bannon, como el resto de los invitados al festival, cobrar¨ªa, y la revista correr¨ªa tambi¨¦n con los gastos de su viaje y alojamiento. ¡°Muchos medios organizan este tipo de actos y luego usan el material, pero pagar a un entrevistado es algo francamente problem¨¢tico period¨ªsticamente¡±, se?ala Vernon.
El semanario brit¨¢nico The Economist ha mantenido la invitaci¨®n a Bannon para su festival en Nueva York. Por el momento, queda pendiente la cuesti¨®n de si este tipo de actos promovidos por empresas period¨ªsticas en ¨²ltima instancia comprometen su labor. El tema dar¨ªa, eso s¨ª, para un buen panel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.