Un pueblo griego invadido por las ara?as
Las temperaturas c¨¢lidas y la humedad han provocado la multiplicaci¨®n de estos animales en la regi¨®n. Han tejido una red de unos 300 metros en una playa en Aitoliko, al oeste del pa¨ªs
Podr¨ªa ser el paisaje ideal para la primera escena de un thriller?de terror salvaje. Una inmensa tela de ara?a que se extiende sin parar y que ya ocupa 300 metros de una playa situada en?Aitoliko, una poblaci¨®n al oeste Grecia, a unos 300 kil¨®metros de Atenas. El espect¨¢culo de miles de ejemplares de Tetragnatha tejiendo sin parar deja unas im¨¢genes que no se ve¨ªan en la regi¨®n desde el a?o 2003, cuando se vivi¨® una invasi¨®n de ar¨¢cnidos semejante.
Las im¨¢genes y el v¨ªdeo que pronto han recorrido Internet de punta a punta fueron recogidos por Giannis Giannakopoulos, operador de c¨¢mara de Mega Channel. Palmeras, flores, hierbajos, arena, barcas y todo lo que se pusiera por delante acab¨® bajo el manto blanco zurcido por las alargadas y escurridizas ara?as, con grandes y largas patas y quel¨ªceros, y tan ligeras y ¨¢giles que son capaces de moverse m¨¢s r¨¢pido en el agua que en tierra.?
En declaraciones a la prensa local, la bi¨®loga molecular Maria Chatzaki, explic¨® que "estas ara?as no son peligrosas para los humanos y no causar¨¢n ning¨²n da?o". Pero, ?qu¨¦ ha propiciado esta explosi¨®n demogr¨¢fica de estas criaturas? Pues, nada menos que un babyboom de mosquitos. Lo explica el bi¨®logo griego Fotis Pergantis, presidente de Messolonghi National Lagoon Park, a la cadena estadounidense CNN: "Las temperaturas c¨¢lidas y h¨²medas son ideales para la proliferaci¨®n de este aperitivo para las ara?as".? Unas condiciones perfectas para una proliferaci¨®n explosiva de ambas especies.
"Las ara?as se est¨¢n aprovechando de estas condiciones y est¨¢n teniendo algo parecido a una fiesta. Se aparean, se reproducen y proporcionan una generaci¨®n completamente nueva ", apunta Maria Chatzaki. Solo cuando comiencen a descender las temperaturas, la poblaci¨®n de mosquitos, y por consiguiente, las de ara?as, empezar¨¢n a descender. Solo entonces, los habitantes de Aitoliko podr¨¢n respirar tranquilos, y recuperar su playa.
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