Tocar fondo, otra vez
Argentina pide ayuda al FMI para salir de la crisis, pero los compromisos asumidos pueden agravar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n
Despu¨¦s de tocar fondo, se supone que no se puede ya empeorar. Pero hay excepciones. Argentina, por ejemplo, pidi¨® auxilio en junio al Fondo Monetario Internacional. Aquella soluci¨®n definitiva ha durado tres meses. Ahora ha vuelto a pedir auxilio y se encuentra ante una perspectiva desalentadora: el rescate concedido por el FMI implica agravar la recesi¨®n y soportar una purga dur¨ªsima, la en¨¦sima, con la mayor deuda de su historia. La paradoja consiste en que con este sacrificio presuntamente final, el presidente Mauricio Macri espera conseguir la reelecci¨®n el a?o pr¨®ximo.
Nada es imposible en un pa¨ªs tan desmesurado como Argentina. Macri lleg¨® a la presidencia con la promesa de poner orden en las cuentas p¨²blicas y encauzarlas hacia un crecimiento m¨¢s o menos sostenido. En el tercer a?o de su mandato, su gobierno ha conseguido una inflaci¨®n anual superior al 40%, una brutal devaluaci¨®n del peso frente al d¨®lar y una ca¨ªda de la producci¨®n cercana al 2,4%. Seg¨²n las estimaciones oficiales, 27 de cada cien ciudadanos viven en la pobreza y, con el nuevo ajuste, que implica reducir a cero el d¨¦ficit presupuestario, el drama aumentar¨¢ en los pr¨®ximos meses. El balance es muy malo. Pero se puede relativizar. Seg¨²n el ministro de Hacienda, Nicol¨¢s Dujovne, el auxilio concedido por el FMI ¡°despeja el panorama¡± y demuestra que ¡°los grandes pa¨ªses del mundo¡± apoyan la gesti¨®n gubernamental.
El term¨®metro siempre es el d¨®lar. Macri cont¨® con un profesor de Harvard, Federico Sturzenegger (secretario de Pol¨ªtica Econ¨®mica antes de la cat¨¢strofe financiera de 2001), como gobernador del Banco Central, con la misi¨®n de controlar la inflaci¨®n y mantener la divisa estable. Sturzenegger ocup¨® el cargo desde 2015 hasta el pasado junio, cuando renunci¨® y asumi¨® el fracaso: el d¨®lar hab¨ªa pasado de 18 a 28 pesos. Lleg¨® al Banco Central un reputado financiero, Luis Caputo, ¡°el Messi de los mercados cambiarios¡±, que se fue con un portazo el martes, justo mientras Macri negociaba con el FMI y con el pa¨ªs en huelga general: en tres meses, el peso hab¨ªa ca¨ªdo hasta 39 por d¨®lar. El nuevo gobernador, Guido Sandleris, admite que el Banco Central ha hecho mal las cosas y promete una pol¨ªtica monetaria restrictiva (retirando pesos del mercado) para frenar la devaluaci¨®n y el aumento de los precios. En su primer d¨ªa en la oficina, ayer, el d¨®lar super¨® los 40 pesos.
La situaci¨®n argentina (recesi¨®n combinada con inflaci¨®n alta) es muy parecida a la que sufrieron Estados Unidos y Europa occidental en los a?os 70, cuando se hundi¨® el consenso socialdem¨®crata vigente desde 1945. Entonces se aplicaron, con resultados discutibles, las f¨®rmulas del economista ultraliberal Milton Friedman, basadas en impedir a toda costa el crecimiento de la masa monetaria. Es lo que propone Sandleris. Argentina se lo juega literalmente todo con la apuesta monetarista. Porque lo que se ha querido evitar con el recurso al Fondo Monetario es recaer en la suspensi¨®n de pagos de 2001. Pero los 57.100 millones de d¨®lares que presta el Fondo hay que devolverlos, obviamente, en d¨®lares. Y si el peso sigue cayendo, la deuda ser¨¢ cada vez m¨¢s alta y puede hacerse impagable.
De momento se ha conseguido un respiro. Hay d¨®lares para pagar la deuda externa hasta 2020. Esa falta de agobios juega a favor de Macri y sus planes de mantener la presidencia. Guido Sandleris afirma que si el peso sigue cayendo y llega a 44 por d¨®lar, reforzar¨¢ la divisa argentina con ventas de d¨®lares por 150 millones diarios: eso es lo m¨¢ximo que permite el FMI, para que Argentina no se gaste el pr¨¦stamo en mantener artificialmente la cotizaci¨®n del peso. El problema est¨¢ en que, para los mercados financieros, 150 millones diarios equivalen a calderilla. Por tanto, la ¨²nica posibilidad real de salvaci¨®n consiste en que tanto los propios argentinos como los inversores internacionales tengan fe y decidan que esta vez, a diferencia de las anteriores, las cosas saldr¨¢n bien.
La semana pasada, una joven vestida muy modestamente acudi¨® a una oficina de cambio para canjear un fajo de pesos en billetes peque?os por unos cuantos billetes de un d¨®lar. Prefiri¨® tener sus ahorrillos en divisa estadounidense. ?Cambiar¨¢ de opini¨®n esa joven? Eso est¨¢ por ver.
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