La historia de Hayat, muerta a tiros al tratar de llegar a Espa?a
La madre y otros familiares reconstruyen la vida de la joven abatida por la Marina Real Marroqu¨ª en una patera cerca de Tetu¨¢n
La casa donde viv¨ªa Hayat Belkacem, la joven de 19 a?os tiroteada por la Marina Real de Marruecos en una playa pr¨®xima a Tetu¨¢n cuando intentaba emigrar en una lancha hacia Espa?a, se encuentra en uno de los rincones m¨¢s m¨ªseros del barrio m¨¢s pobre de Tetu¨¢n, el de Jebel Darsa. Cada palmo de esa cuesta empinada que conduce a la casa de Hayat (que significa Vida en ¨¢rabe) habla sobre el af¨¢n de superaci¨®n, la dignidad y el coraje de Hayat, de sus vecinos y de tantos marroqu¨ªes como ella que intentan vivir con decencia en medio de una pobreza extrema.
Hayat necesitaba tomar un taxi compartido o un autob¨²s para bajar de su casa a la ciudad. Y una vez, en el centro de Tetu¨¢n, otro taxi hacia la universidad de Martil, a 11 kil¨®metros. En total se gastaba el equivalente a un euro al d¨ªa. Demasiado dinero para ella.
A la casa se llega por una calle de apenas metro y medio de ancho. No hay farolas ni espacio para aceras, pero hay decenas de macetas en cada puerta. Estos d¨ªas pululan los polic¨ªas secretos alrededor de la casa. Polic¨ªas que echan sin reparo alguno a los periodistas. El viernes le toc¨® a quien firma esta cr¨®nica. Y el jueves a un compa?ero marroqu¨ª al que la propia familia hab¨ªa invitado a entrar en su casa. Comentaba el reportero, que prefiere no revelar su nombre: ¡°Uno se da cuenta de que vivimos en un Estado policial cuando ves que los agentes intentan evitar que esa pobre gente hable con periodistas. Me sacaron de la propia casa agarr¨¢ndome por el cuello de la camisa. Es como si quisieran oprimir incluso la tristeza de los padres¡±.
El t¨ªo de la madre, Mohamed Mrizak, barrendero en Tetu¨¢n, coment¨® a este diario que el jueves por la noche la madre de Hayat se desmay¨® y tuvo que ser trasladada al hospital. Las autoridades han permitido, sin embargo, que el canal marroqu¨ª Chouf TV entreviste a los padres. Jalus Mrizak, la madre, coment¨® en la entrevista que su hija abandon¨® los estudios de primer a?o de Derecho en Martil. ¡°Su sue?o era trabajar en Espa?a y ayudarme. Dec¨ªa que a partir del segundo mes me enviar¨ªa dinero. Su padre est¨¢ enfermo. Cont¨¢ndola a ella, son cinco hijos los que tenemos. Ella era la mayor, la que trabajaba y me ayudaba. Ella me escuchaba, compraba ropa para sus hermanos, hac¨ªa compras para la casa. Estudiaba y trabajaba en verano¡±.
¡°Me dec¨ªa que no ten¨ªamos nada¡±, relat¨® la madre de Hayat, ¡°que no ten¨ªamos ni muebles ni una casa como los dem¨¢s. Yo trabajo en una f¨¢brica de tratamiento de gambas con un salario de 1500 dirhams (137 euros). Con esto pago la luz, a la comunidad de vecinos y unos 500 d¨ªrhams al de la tienda (45 euros). No tengo para pagar las necesidades de los estudios de mis hijos. Una de ellas ya abandon¨® sus estudios en el s¨¦ptimo a?o de primaria. Aquel d¨ªa ped¨ª un pr¨¦stamo de 200 d¨ªrhams (18 euros) para comprar los libros para uno de mis hijos y a¨²n no tiene mochila¡±.
En la patera viajaban, seg¨²n diversos medios marroqu¨ªes, 18 personas. El piloto es de nacionalidad espa?ola y su ayudante tambi¨¦n, aunque de origen marroqu¨ª. La hermana de uno de los emigrantes marroqu¨ªes comenta que adem¨¢s de Hayat iban cuatro mujeres en la embarcaci¨®n. El trayecto cost¨® 7.000 d¨ªrhams (639 euros), seg¨²n ella.
La casa de Hayat est¨¢ como a medio construir, con muchos ladrillos sin una capa de cal encima. Para moverse de una habitaci¨®n a una sala solo hay una escalera de madera. Es tan modesto el hogar que el funeral de Hayat tuvo que celebrarse el viernes en casa de su abuela, en lugar de la de los padres.
Hayat, que hab¨ªa aprobado su bachillerato, que acud¨ªa a la universidad y en verano trabajaba cosiendo, sent¨ªa verg¨¹enza. La madre relata: ¡°Yo le dec¨ªa: 'Aguanta, hija, dentro de poco construiremos escaleras'. Y ella me contestaba: ¡®?Pero cu¨¢ndo, mam¨¢!? ?Es que vamos a vivir siempre en esta situaci¨®n?' En invierno, en medio de la lluvia y del agua, tenemos que subir y bajar por estas escaleras de madera. De noche comemos sopa de trigo y ni siquiera tenemos aseos para orinar. En medio de la noche, en invierno, tengo que bajar y subir por estas escaleras para buscar el aseo. Vivimos en una pobreza absoluta, mam¨¢!¡±
¡°El sue?o de mi hija desde que era peque?a era ir a Espa?a y ayudarnos¡±, revela la madre. El Makjz¨¦n [el Estado de Marruecos] es el que ha matado a mi hija. Es el ¨²nico responsable de su muerte. Lo que pido ahora es que nuestro querido se?or, su majestad el rey, vea mi caso¡±.
Hayat hab¨ªa escrito en la presentaci¨®n de su perfil en Facebook: ¡°La tinta de la esperanza se ha secado. Que el destino escriba lo que quiera¡±. Y como ella, miles de j¨®venes marroqu¨ªes decidieron tambi¨¦n correr el riesgo y encomendarse al destino. El pasado fin de semana, cuando la polic¨ªa abort¨® una operaci¨®n de emigraci¨®n clandestina en la playa de Martil, decenas de j¨®venes coreaban ante las c¨¢maras: ¡°El pueblo quiere pateras gratis¡±. O para ser m¨¢s precisos: ¡°traves¨ªas gratis en patera¡±. En lo que va de a?o han llegado a las costas espa?olas 33.215 inmigrantes irregulares detectados por las autoridades. De ellos, seg¨²n fuentes del Ministerio del Interior, 6.433 son marroqu¨ªes. Hasta el pasado 15 de septiembre hab¨ªan llegado a las costas espa?olas 1.305 embarcaciones con inmigrantes irregulares. Ninguna de ellas, que se sepa, hab¨ªa sido tiroteada.
Mulay Hicham, primo del rey Mohamed VI, quien rompi¨® las relaciones con el monarca hace varios a?os y vive exiliado, preguntaba en Twitter: ¡°En el pasado nunca hubo una intervenci¨®n semejante contra una embarcaci¨®n clandestina. ?Por qu¨¦ esta vez?
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