El feminismo es cosa de hombres
La agenda feminista es el ant¨ªdoto contra la recesi¨®n democr¨¢tica
Haga el lector un ejercicio visual y recorra el paisaje de las redes sociales reparando en los siguientes hashtags, etiquetas: #NiUnaMenos, #MindTheGap, #MeToo, #AbortoLegalYa, #StopKavanaugh, #NoSinMujeres, #ZeinabSekaanvand y #DemocraciaParitaria. As¨ª se expresan las mujeres que pueblan los foros de deliberaci¨®n y debate p¨²blico. Son quejas hechas reivindicaci¨®n y demanda al mismo tiempo.
¡°Ni una menos¡± lucha contra el feminicidio, el asesinato de mujeres abrumadoramente cometido por hombres. ¡°Mind the gap¡± es un foro que examina la problem¨¢tica femenina en el mundo laboral, incluyendo la inequidad de ingreso entre hombres y mujeres, dato irrefutable en todas las econom¨ªas del planeta y en todos los segmentos salariales. Ello sin contar el trabajo en el hogar, no remunerado.
¡°Me too¡± hace referencia a la explotaci¨®n sexual de facto en la industria m¨¢s glamurosa que jam¨¢s haya existido, Hollywood. ¡°Aborto legal ya¡± reconoce lo que ocurre clandestinamente y que a muchas mujeres les cuesta la vida. Dicha ilegalidad reproduce una desigualdad adicional: las mujeres que sobreviven un aborto van presas de acuerdo con la ley, no as¨ª el padre del embri¨®n abortado. ¡°Stop Kavanaugh¡± no otorga el beneficio de la duda para ocupar un cargo vitalicio a quien tal vez haya cometido abusos sexuales y quien probablemente intente revertir el aborto legal desde la Corte Suprema.
¡°No sin mujeres¡± es una iniciativa de acad¨¦micos espa?oles que busca incrementar la presencia femenina en congresos y debates p¨²blicos, en Espa?a y m¨¢s all¨¢. Zeinab Sekaanvand es el nombre de la mujer iran¨ª, de origen kurdo, ejecutada recientemente en la horca por un crimen cometido siendo menor de edad: apu?alar a un marido violento. ¡°Democracia paritaria¡± demanda igualdad de g¨¦nero en los cargos de representaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de las cuotas, proponiendo mitad y mitad tal cual el registro electoral.
Dichos hashtags retratan un conjunto de desigualdades simult¨¢neas, yuxtapuestas, y de naturaleza formal y material. Las demandas tienen un componente multicultural importante, pues adem¨¢s tienen lugar en los contextos pol¨ªticos y sociales m¨¢s diversos. A pesar de dichos contrastes, lo com¨²n a todos es la existencia de un actor social, la mujer, cuyo acceso a las esferas de derechos civiles, pol¨ªticos y sociales es m¨¢s restringido y de menor profundidad en su alcance en comparaci¨®n con otro actor, el hombre.
Es decir, se trata de reg¨ªmenes de ciudadan¨ªa fragmentadas y parciales. Modificarlos es la agenda de lo que se caracteriza por el concepto de ¡°feminismo¡±, una idea global que dice que hombres y mujeres son iguales y tienen los mismos derechos, a sabiendas que tambi¨¦n comparten las obligaciones. Como tal, el feminismo esboza una comprehensiva agenda de cambio social, creando por consiguiente un espacio de construcci¨®n de ciudadan¨ªa.
N¨®tese el lenguaje, est¨¢ en juego la tan fundamental noci¨®n de ¡°igualdad ante la ley¡±, condici¨®n intr¨ªnseca de la democracia liberal. El feminismo es cosa de hombres, dice el t¨ªtulo de esta columna. Ocurre que todo r¨¦gimen de ciudadan¨ªa restringida ¡ªcon asimetr¨ªas en el acceso a derechos, esto es¡ª expresa una jerarqu¨ªa social determinada. Necesariamente ello se traduce en una estructura de poder y, ergo, de control social, en este caso de las mujeres por parte de los hombres, ejecutado por instituciones dise?adas a tal efecto, muchas de ellas a su vez regidas por hombres.
La promesa de ciudadan¨ªa universal se reduce justamente a eso, a no m¨¢s que una promesa. Ello al excluir a la mitad de la poblaci¨®n, fomentando una relaci¨®n de subordinaci¨®n en los ¨®rdenes m¨¢s variados de la interacci¨®n social. Nos guste o no, esa es la realidad. Los hombres no somos observadores neutrales de ella.
Pero, por el otro lado, la promesa de igualdad de derechos no podr¨ªa hacerse realidad sin la activa participaci¨®n de los hombres. Los movimientos sociales que abogan por derechos casi siempre cultivan apoyo entre otros grupos, y muchas veces su ¨¦xito ha residido en ello. La movilizaci¨®n desde abajo de los agraviados logra instalar un tema en la deliberaci¨®n p¨²blica, pero el cambio institucional que lo haga realidad requiere una coalici¨®n.
Consid¨¦rense estos dos ejemplos. El largo proceso por la igualdad racial en Estados Unidos, los noventa a?os que van desde la Guerra Civil hasta el fin de la segregaci¨®n, cont¨® con el apoyo de la elite blanca del nordeste, primero Republicana y luego Dem¨®crata. La instauraci¨®n del Estado de Bienestar, basado en la movilizaci¨®n de los sindicatos, no obstante, se construy¨® con el apoyo de grupos conservadores ilustrados. Si no es que fue iniciado por ellos: de la Alemania de Bismarck al Uruguay de Battle y Ord¨®?ez, no habr¨ªa alcanzado solo con los socialdem¨®cratas.
El feminismo, pues, es cosa de hombres. Hacen falta hombres feministas para expandir derechos, hacer realidad aquella promesa de igualdad ante la ley, crear espacios m¨¢s amplios de ciudadan¨ªa. En definitiva, para construir m¨¢s y mejor democracia. Entre tantos neofascistas, xen¨®fobos y aut¨®cratas por vocaci¨®n, esa agenda es el ant¨ªdoto contra la recesi¨®n democr¨¢tica de este siglo.
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