Keiko Fujimori: de la pol¨ªtica a los tribunales
El peor golpe contra el fujimorismo ha ocurrido con la detenci¨®n de la hija mayor de Alberto Fujimori
A Per¨² no le hac¨ªa falta una noticia tan explosiva como la detenci¨®n preliminar de Keiko Fujimori ¡ªl¨ªder de Fuerza Popular, partido opositor que controla el Congreso¡ª para vivir en un clima enrarecido. El pa¨ªs lleva meses experimentando una agitaci¨®n que resulta sorprendente incluso para sus est¨¢ndares. En este tiempo, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) debi¨® renunciar a la presidencia; junto con ¨¦l, las principales figuras de la pol¨ªtica fueron vinculadas a la corrupci¨®n de la constructora brasile?a Odebrecht; qued¨® al descubierto una grotesca mafia de jueces, fiscales, pol¨ªticos y empresarios que controlaba a su arbitrio el Poder Judicial del puerto del Callao, el m¨¢s importante de la naci¨®n, y al expresidente Alberto Fujimori le concedieron un indulto presidencial que un juez supremo termin¨® por revocar.
No se viv¨ªa una situaci¨®n tan vertiginosa desde la ca¨ªda de Fujimori en el a?o 2000, entre graves denuncias de corrupci¨®n y violaciones de los derechos humanos. La relativa estabilidad que acompa?¨® a aquel proceso de limpieza nacional ¡ªliderado por el presidente de transici¨®n Valent¨ªn Paniagua¡ª termin¨® empa?¨¢ndose en los siguientes Gobiernos. Seg¨²n la declaraci¨®n que Marcelo Odebrecht ofreci¨® a la justicia de los Estados Unidos, su empresa camp¨® a sus anchas en los sucesivos per¨ªodos de Alejandro Toledo, Alan Garc¨ªa y Ollanta Humala.
El descontento de la poblaci¨®n por la ineficiencia y la deshonestidad de sus autoridades hizo volver las miradas al fujimorismo. A pesar de los cr¨ªmenes que condujeron a Fujimori a la c¨¢rcel, su gesti¨®n despertaba a?oranza entre los sectores que lo asociaban con la estabilizaci¨®n de la econom¨ªa y la victoria sobre Sendero Luminoso, el grupo subversivo que sembraba el espanto en la naci¨®n.
Hija mayor y heredera pol¨ªtica de su padre, Keiko Fujimori supo aprovechar ese sentimiento para reconstruir el capital pol¨ªtico familiar. De pronto el apellido Fujimori recuper¨® su predicamento y Keiko estuvo cerca de ganar las elecciones generales de 2011, que acabo perdiendo ante Humala por escasos dos puntos.
Todo parec¨ªa servido para que alcanzara la presidencia en 2016. Pero entonces otro sentimiento ¡ªel de quienes critican al Gobierno del patriarca familiar por sus cr¨ªmenes y por pervertir las instituciones de la democracia peruana¡ª volvi¨® a imped¨ªrselo. Como le hab¨ªa pasado contra Humala, el antifujimorismo le arrebat¨® a Keiko Fujimori el triunfo en segunda vuelta, permitiendo que Kuczynski fuera presidente por apenas 40.000 votos.
La reacci¨®n de la l¨ªder fujimorista por este nuevo rev¨¦s fue de confrontaci¨®n. Sus principales voceros reclamaron un fraude que nunca se preocuparon en demostrar y ella no tuvo la cortes¨ªa de saludar la elecci¨®n de PPK. Habiendo ganado la primera vuelta por un amplio margen, su partido era due?o de la mayor¨ªa del Parlamento y se aboc¨® a hostilizar al gobierno por todos los medios posibles.
Luego de acosar y censurar a varios ministros, su bancada plante¨® la vacancia presidencial. Kuczynski sobrevivi¨® a ella firmando el indulto a Alberto Fujimori a cambio de los votos que Kenji Fujimori ¡ªcongresista, hermano menor de la dinast¨ªa y enfrentado a Keiko¡ª controlaba en el partido familiar. Esta transacci¨®n no impidi¨® que PPK enfrentara una nueva vacancia solo tres meses despu¨¦s. Cuando se descubri¨® su antigua relaci¨®n como consultor de Odebrecht, que no interrumpi¨® las veces que le toc¨® ser funcionario p¨²blico, se vio obligado a presentar su renuncia.
El fujimorismo se hab¨ªa anotado un gran triunfo. El vicepresidente Mart¨ªn Vizcarra llegaba a suceder a Kuczynski en una situaci¨®n extremadamente precaria y parec¨ªa condenado a ser una pura marioneta de los caprichos de Fujimori.
Pero al cabo de cuatro meses de asumir, el nuevo presidente plant¨® cara. Aprovech¨® el destape de la mafia de jueces y fiscales del Callao, que vino a sumarse al caso Odebrecht, para insistir en la necesidad de una lucha frontal contra la corrupci¨®n, que pas¨® a encabezar. En su mensaje a la naci¨®n del pasado 28 de julio anunci¨® una serie de reformas constitucionales que chocaban contra los intereses del Congreso y consigui¨® que fueran llevadas a tr¨¢mite al acompa?arlas por un pedido de confianza que, de ser negado, pod¨ªa facultarlo a cerrar el Parlamento.
Los reveses para el fujimorismo comenzaron a encadenarse mientras la temperatura pol¨ªtica entraba en ebullici¨®n. Pronto la opini¨®n p¨²blica vio con simpat¨ªa el desempe?o de Vizcarra y lo premi¨® con un salto en su aprobaci¨®n que ha llegado hasta el 61%. La de Keiko Fujimori, en cambio, no ha dejado de caer. Sus ¨¢nimos de confrontaci¨®n y su vinculaci¨®n con algunos de los casos de corrupci¨®n m¨¢s sonados de la actualidad ¡ªtiene abierto un proceso de lavado de activos que ha involucrado a la propia DEA, est¨¢ incluida en el caso Odebrecht y sus v¨ªnculos con la organizaci¨®n de jueces y fiscales corruptos son bastante comprometedores¡ª le han cobrado un alto precio: los ¨²ltimos sondeos de popularidad registran un 83% de desaprobaci¨®n, por solo 11% de aprobaci¨®n. Celebradas el ¨²ltimo domingo, las elecciones regionales y municipales han sido un nuevo rev¨¦s: su partido no gan¨® ni una regi¨®n y apenas habr¨ªa alcanzado tres de las m¨¢s de 190 provincias.
Pero el peor golpe contra Keiko Fujimori ocurri¨® este mi¨¦rcoles, cuando un juez orden¨® su detenci¨®n provisional por 10 d¨ªas junto con otros 19 dirigentes fujimoristas. Se la acusa de estructurar su partido como una organizaci¨®n criminal que se dedic¨® a fraccionar las donaciones recibidas de Odebrecht en la campa?a del 2011 para ingresarlos en su contabilidad con aportantes fantasma. Como ocurre en otros lugares, en el Per¨² la pol¨ªtica comienza a definirse en los tribunales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.