Trump y Bolsonaro o el globo aldeano
Esta semana no envidio a los brasile?os de la misma manera en que tengo dos a?os de no envidiar a los estadounidense
Esta semana no envidio a los brasile?os de la misma manera en que tengo dos a?os de no envidiar a los estadounidenses. No debe ser sencillo saberse miembro de una sociedad pol¨ªtica que convierte en presidente a un narciso fantoche como Donald Trump o a un neo fascista como Bolsonaro (lo s¨¦, los mexicanos tampoco cantamos mal las rancheras: asumo que la votaci¨®n por el regreso del PRI en 2012 no fue un signo de salud mental). Pesadillas colectivas que dejan en entredicho la peregrina tesis de que la historia camina indefectiblemente en pos del progreso. Si lo hace, est¨¢ claro que se toma libertades, atajos y extrav¨ªos con preocupante frecuencia.
Con todo, hasta ahora hab¨ªa mirado las inclinaciones del votante brasile?o o norteamericano con cierto horror distante, pero quita el sue?o un art¨ªculo de The New York Times esta semana titulado ¡°?Qu¨¦ est¨¢ en juego en las elecciones en Brasil? El futuro de Amazonas¡± (What?s at stake un Brazil?s Election? The Future of the Amazon).
En esta pieza Somini Sengupta, periodista y autora de temas ecol¨®gicos, argumenta que la inminente elecci¨®n del candidato de la derecha Jair Bolsonaro es un tema que tiene implicaciones internacionales por tratarse, en el fondo, de un refer¨¦ndum sobre Amazonas, tambi¨¦n conocida como los pulmones del planeta.
El candidato ha prometido eliminar la secretar¨ªa del Medio Ambiente para fusionarla en la de Agricultura e impulsar al poderoso sector agroindustrial abriendo los bosques a la explotaci¨®n de soya y ganader¨ªa. En opini¨®n del probable pr¨®ximo presidente brasile?o, las protecciones ecol¨®gicas han ¡°sofocado al pa¨ªs¡±.
El triunfo del candidato conservador supondr¨ªa un giro radical en las pol¨ªticas ambientalistas en las que Brasil ha sido un l¨ªder internacional en los ¨²ltimos a?os, al menos de palabra. En la pr¨¢ctica la deforestaci¨®n amaz¨®nica ha continuado aunque a un ritmo menor en los ¨²ltimos a?os. Es previsible que las inercias del mercado en contra de los bosques se intensifiquen de manera exponencial en caso de que la tala se promueva sistem¨¢ticamente desde el Estado mismo, como Bolsonaro ha prometido.
No pretendo simplificar o entender las razones que llevan a millones de brasile?os a optar por un candidato tan beligerante y arcaico, de la misma manera que me resulta incomprensible que en Estados Unidos se vote por alguien que en su sano juicio nadie querr¨ªa tener de vecino. Solo la vida diaria in situ permite entender, y a veces ni eso, los veleidosos procesos que configuran la opini¨®n p¨²blica y el comportamiento en las urnas. Y en ese sentido todos tenemos motivos para ruborizarnos.
Lo que es un hecho es que estos temas han dejado de ser una noticia local para convertirse en historia mundial. En realidad siempre ha sido as¨ª, pero ahora m¨¢s que nunca.
La globalizaci¨®n ha provocado que nos transformemos en vecinos de condominio cuando antes lo ¨¦ramos de fincas distantes. Los decibles con los que cada cual oye su m¨²sica o la manera en que tira su basura se han convertido en asunto de toda la comunidad.
En diez d¨ªas los brasile?os decidir¨¢n qui¨¦n gobernar¨¢ su pa¨ªs en lo que, en efecto, es tambi¨¦n un refer¨¦ndum sobre la selva m¨¢s importantes del planeta. Ellos acudir¨¢n con la agenda apremiante de dilucidar c¨®mo y con qui¨¦n desean enfrentar los problemas que encara su naci¨®n; nosotros los observaremos con el nerviosismo de saber que su decisi¨®n tiene consecuencias para el calentamiento global.
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