EE UU ejecuta con la silla el¨¦ctrica a un preso que rechaz¨® la inyecci¨®n letal
Edmund Zagorski prefiri¨® unos segundos de ¡°dolor insoportable¡± a una larga agon¨ªa
El reo del corredor de la muerte de Tennessee Edmund Zagorski muri¨® a las 7.26 de la tarde (1.26 de la madrugada en la espa?a peninsular). Zagorski, 63 a?os, hab¨ªa solicitado ser electrocutado en lugar de morir por inyecci¨®n letal, el m¨¦todo que se ha ido imponiendo como m¨¢s compasivo en los Estados que mantienen la m¨¢xima pena. Seg¨²n sus abogados, el reo se vio forzado a tomar ¡°una terrible decisi¨®n¡±, ya que el c¨¢lculo que hab¨ªan hecho era espeluznante: con la inyecci¨®n letal pod¨ªa vivir ¡°los ¨²ltimos 10-18¡± minutos de su vida ¡°en una terrible agon¨ªa¡±, mientras que con la silla el¨¦ctrica solo sentir¨ªa ¡°un dolor insoportable¡± durante unos 15 o 30 segundos. Lo ¨²nico que pod¨ªa salvar al preso era que el Tribunal Supremo de Estados Unidos retrasase la ejecuci¨®n. No era nada probable, ya que la m¨¢xima autoridad judicial del pa¨ªs hab¨ªa rechazado ver el caso de Zagorski a principios del pasado mes de octubre.
El relato de la puesta en escena y ejecuci¨®n de Zagorski no es digno de un pa¨ªs del primer mundo. Contado por tres periodistas locales del diario Tennessean, el preso estaba sentado en la silla el¨¦ctrica cuando se descorrieron las cortinas que cubr¨ªan el cristal de la habitaci¨®n adyacente donde se encuentran las familias de las v¨ªctimas, abogados y autoridades. La imagen que pudieron ver fue la de un hombre que les sonre¨ªa y cuyas ¨²ltimas palabras fueron "que empiece el rock and roll". A partir de ah¨ª, agentes de la prisi¨®n le fueron aplicando una esponja mojada en agua salina sobre su cabeza recien afeitada para a continuaci¨®n colocarle un casco. Zagorski continuaba sonriendo mientras miraba a su abogada, que le sonre¨ªa de vuelta mientras con su mano se golpeaba el coraz¨®n. Era una consigna que hab¨ªan acordado de antemano preso y letrada para despedirse. "Cuando haga eso significar¨¢ que te llevo en mi coraz¨®n", relato Kelley Henry a la prensa tras certificarse la muerte de su cliente.
A continuaci¨®n, se cubri¨® con una capucha negra la cabeza del hombre que iba a morir, para que los testigos no pudieran ver su rostro desfigurado por el dolor cuando su cuerpo comenzara a abrasarse. Entonces el alguacil dio la orden y se efectu¨® la primera descarga el¨¦ctrica. Atado a la silla, Zagorski levantaba la mano derecha en lo que parec¨ªa un intento de saludar para a continuaci¨®n cerrar con fuerza ambos pu?os mientras 1.750 voltios de electricidad recorr¨ªan su cuerpo durante 20 segundos. Durante un breve espacio de tiempo pareci¨® que el preso respiraba. Eso fue muy poco antes de que se le aplicara una descarga final que dur¨® 15 segundos y acab¨® con su vida. Un m¨¦dico certific¨® su muerte. Las cortinas se cerraron.
De los 50 Estados de la Uni¨®n, 30 mantienen la pena de muerte
En la actualidad, 30 de los 50 Estados de la Uni¨®n mantienen la pena de muerte (aunque en varios de ellos existe una moratoria) y 20 la han abolido. Nueve Estados tienen la silla el¨¦ctrica como alternativa a la inyecci¨®n letal. Tennessee se convirti¨® en 2014 en el primer Estado que declar¨® obligatorio el uso de la silla el¨¦ctrica si no era posible obtener los compuestos necesarios para la inyecci¨®n letal. Seg¨²n la ley de este Estado, cualquier preso condenado a muerte antes del 1 de junio de 1999 puede elegir c¨®mo morir: electrocutado o por una mezcla de sustancias que en estos momentos es de dudosa calidad y procedencia desde que las farmac¨¦uticas dejaron de proveer a las prisiones con el anest¨¦sico que seda al preso antes de que se le apliquen las dosis que le provocan la parada cardiorrespiratoria.
A partir del a?o 2012, la crisis de abastecimiento que caus¨® esa decisi¨®n de las empresas farmac¨¦uticas ha puesto en peligro esta horrenda se?a de identidad estadounidense. Texas ha llegado a usar tan solo pentobarbital (un barbit¨²rico que se suele usar para sacrificar animales) para acabar con la vida de los residentes de su corredor de la muerte. En Arizona, la agon¨ªa de Joseph Wood dur¨® casi dos horas, lo que llev¨® al Estado a dejar de usar midazolam, el f¨¢rmaco que supuestamente deja inconsciente al reo en las ejecuciones y cuyo uso levant¨® tal polvareda legal que en 2015 el Tribunal Supremo tuvo que emitir un fallo sobre ¨¦l. La m¨¢xima autoridad judicial estadounidense sentenci¨® que el uso del midazolam no violaba la octava enmienda de la Constituci¨®n (la que proh¨ªbe un trato cruel e inhumano) y pod¨ªa seguir us¨¢ndose en las ejecuciones. A principios de este a?o, a un condenado se le inyect¨® midazolam?en Oklahoma pero en lugar de perder la consciencia tuvo convulsiones e incluso lleg¨® a hablar durante su agon¨ªa de 43 minutos.
En la b¨²squeda desesperada, e imposible, de lograr un m¨¦todo de ejecuci¨®n humanitario, el Estado de Utah incluy¨® como alternativa a la inyecci¨®n letal en 2015 el fusilamiento. Tennessee solo ha usado una vez la silla el¨¦ctrica desde 1960. En 2007, Daryl Holton prefiri¨® este m¨¦todo a la inyecci¨®n. Zagorski es la primera persona en Estados Unidos en morir electrocutada en cinco a?os. Virginia ejecut¨® con este m¨¦todo a un reo en 2013.
En el caso de Tennessee, Fred Leuchter, el hombre que construy¨® la silla el¨¦ctrica hace m¨¢s de 30 a?os, tiene serias reservas sobre su funcionamiento: ¡°Estoy preocupado porque la silla puede causar problemas. No creo que la ejecuci¨®n vaya a tener nada de humanitaria¡±, explic¨®.
El hombre que dise?¨® la silla el¨¦ctrica de Tennessee tiene dudas de que vaya a funcionar correctamente
Leuchter fue entre 1979 y 1990 una figura muy reconocida dentro del sistema penitenciario por su trabajo en el dise?o de c¨¢maras de gas, sillas el¨¦ctricas, horcas o el protocolo de la inyecci¨®n letal, pero cuando se sum¨® a los negacionistas del Holocausto y rechaz¨® la existencia de las c¨¢maras de gas en Auschwitz, un escrutinio m¨¢s a fondo de su persona revel¨® que ni era ingeniero, como pretend¨ªa, ni estaba cualificado para el trabajo que hab¨ªa venido realizando.
A pesar de las dudas de Leuchter, el gobernador del Estado asegur¨® tener total confianza en que el departamento de prisiones tendr¨ªa a punto el mortal instrumento.
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