La democracia est¨¢ viva
Limitar el poder de un presidente tan peculiar como Donald Trump ser¨¢ el primer objetivo de la nueva C¨¢mara de Representantes

El sistema funciona. Los contrapoderes van a actuar de nuevo, con la C¨¢mara de Representantes en manos de los dem¨®cratas, tras estos dos a?os de control republicano sobre la c¨²spide de los tres poderes, el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo. Limitar el poder de un presidente tan peculiar como Donald Trump ser¨¢ el primer objetivo de la nueva C¨¢mara de Representantes.
Para eso se han movilizado y han votado los electores dem¨®cratas en una medida ins¨®lita en unas elecciones de mitad de mandato, como si fueran unas presidenciales: para echar a Trump. Los nuevos congresistas, m¨¢s j¨®venes, mucho m¨¢s diversos y coloreados, m¨¢s izquierdistas, no lo conseguir¨¢n porque no pueden conseguirlo: podr¨ªan llegar a iniciar la destituci¨®n, pero quien debe votarla al final es el Senado, por una mayor¨ªa de dos tercios que jam¨¢s se ha alcanzado en la historia para tal procedimiento extremo contra el presidente. Y menos todav¨ªa con la mayor¨ªa republicana intacta.
Sobran los motivos para echar a este presidente. Por sus pol¨ªticas, naturalmente, pero tambi¨¦n por sus comportamientos personales y electorales. Y ante todo, por la interferencia de los servicios secretos rusos en la campa?a presidencial para perjudicar a Hillary Clinton: el fiscal especial Robert Mueller, nombrado para investigarla, entrar¨¢ de nuevo en acci¨®n, despu¨¦s de la tregua de silencio impuesta por la campa?a electoral. Dos son las sospechas: la llamada colusi¨®n entre Mosc¨² y el Estado mayor electoral trumpista, algo muy cercano a la traici¨®n, y las intromisiones del presidente en la investigaci¨®n para evitar el procesamiento de sus colaboradores y sus familiares sospechosos.
Hay al menos dos motivos m¨¢s para la destituci¨®n, todav¨ªa inexplorados: su comportamiento con las mujeres, exhibido incluso en sus provocativas declaraciones, que le convierten en el acosador en jefe y patrono de todos los hombres procesados o destituidos de sus empleos por abusos sexuales; y sus negocios privados, especialmente sus inversiones inmobiliarias, confundidos con su actividad presidencial, as¨ª como su opaca declaraci¨®n de impuestos.
M¨¢s importante que esta agenda antiTrump, la de un desgaste presidencial y de una muy improbable destituci¨®n, es el programa legislativo que se proponga esta nueva y renovada mayor¨ªa dem¨®crata para contrarrestar la destrucci¨®n del sistema de salud, el acoso y expulsi¨®n de los j¨®venes hijos de inmigrantes y las ventajas fiscales para los ricos promovidos por el trumpismo. De una buena labor legislativa depender¨¢ la consolidaci¨®n de la actual movilizaci¨®n electoral hasta alcanzar en buenas condiciones la campa?a presidencial en 2020 para cerrar el paso a la reelecci¨®n, cuesti¨®n que precisar¨¢ tambi¨¦n resolver la indefinici¨®n de liderazgo y de ideolog¨ªa que sufre el partido dem¨®crata y que le ha llevado a la derrota presidencial de 2016 y a estos dos a?os de control republicano que ahora terminan.
El sistema ha funcionado porque lo han hecho funcionar los ciudadanos. La degradaci¨®n de la democracia ha quedado frenada. Las mujeres han tenido un papel determinante en el movimiento, que ha situado a gran n¨²mero de ellas en la C¨¢mara de Representantes. La ola azul dem¨®crata no era el tsunami que muchos esperaban, pero ha sido suficiente para revitalizar el sistema de contrapoderes a su paso. El ejercicio del derecho de voto, con tanta frecuencia hurtado a los electores estadounidenses, ha sido una vez m¨¢s el principal instrumento de renovaci¨®n democr¨¢tica.
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