¡°Son las mujeres, est¨²pido¡±
La llegada de Trump a la Casa Blanca y la derrota de Hillary Clinton crea una ola feminista que irrumpe en el poder pol¨ªtico
Existe una frase instalada en la cultura pol¨ªtica estadounidense que se remonta a la campa?a presidencial de 1992 que contra todo pron¨®stico dio la victoria a Bill Clinton frente a George H. W. Bush: "Es la econom¨ªa, est¨²pido¡±. Adaptando la frase a 2018 y con un presidente mis¨®gino durmiendo en la Casa Blanca, el mensaje para Donald Trump es alto y claro: ¡°Son las mujeres, est¨²pido¡±. A falta de algunos resultados, al menos 118 mujeres tendr¨¢n un esca?o en el Congreso que se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo mes de enero, quedando batida la actual marca de 107.
Todav¨ªa con proyecciones sin cerrar, al menos 95 mujeres llegan a la C¨¢mara de Representantes frente a las actuales 84. En el caso del Senado, por lo menos 13 tendr¨¢n un esca?o (a lo que hay que a?adir las 10 cuyo puesto no sal¨ªa a reelecci¨®n). Las cifras de mujeres que quer¨ªan irrumpir en el poder pol¨ªtico eran abrumadoras. M¨¢s de 475 mujeres presentaron su candidatura para llegar a la C¨¢mara (el r¨¦cord anterior era de 298). En el Senado, 53 mujeres fueron las que pelearon por un esca?o (r¨¦cord anterior, 40). Sesenta y una aspiraban a ocupar la casa del Gobernador (previo m¨¢ximo: 34).
Seg¨²n datos del Center for American Women and Politics de Rutgers, mientras que m¨¢s de 470 mujeres optaron al Congreso por el Partido Dem¨®crata, poco m¨¢s de 160 lo hicieron por el Partido Republicano. Y aqu¨ª llega la frase clave. ¡°Esto no hubiera pasado sin Trump en la presidencia¡±, escribe David Wasserman en Cook Political Report.
Este a?o ha sido un a?o de primeras veces. Y la mayor¨ªa de ese empuje nuevo e inesperado se debe sin duda a la elecci¨®n presidencial de 2016. No solo porque una mujer -Hillary Clinton- no rompiera el techo de cristal que todav¨ªa cubre la Casa Blanca. Sino porque gan¨® Donald Trump, tremendamente impopular entre las mujeres, en concreto, las mujeres dem¨®cratas.
Las mujeres votaron ayer en un 60% por dem¨®cratas frente a un 38% que lo hicieron por los republicanos. Sin embargo, los hombres estuvieron divididos casi por la mitad. Un 50% vot¨® republicano frente al 48% que se decant¨® por candidatos dem¨®cratas. Sondeos a pie de urna mostraban una brecha partisana en cuanto al g¨¦nero. Cerca de 8 de cada 10 norteamericanos consideraban ¡°importante¡± elegir mujeres para cargos pol¨ªticos. De estos, dos tercios votaron por dem¨®cratas. Mientras tanto, m¨¢s de 8 de cada 10 de aquellos que no lo consideraban importante votaron por candidatos republicanos.
Exactamente lo mismo cuando se trata de contemplar el acoso sexual. Ocho de cada 10 lo consideraban un ¡°problema serio¡± y cerca de dos tercios votaron por el Partido Dem¨®crata. Entre esos que ve¨ªan el acoso como algo menor, ocho de cada 10 eran votantes republicanos.
La gran ola feminista ha pasado su prueba de fuego. El movimiento del #metoo lleg¨® de forma inesperada pero precedido de la multitudinaria Marcha de las Mujeres al d¨ªa siguiente de que Donald Trump tomara posesi¨®n del cargo. Entonces qued¨® claro que no iba a haber concesiones. Que el presidente no haya tenido sonrojo en decir que estos son ¡°tiempos dif¨ªciles y escalofriantes¡± para los hombres en Am¨¦rica cuando su candidato elegido para el Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, enfrentaba una acusaci¨®n de acoso sexual fue el ¨²ltimo pistoletazo de salida para la ola de mujeres en pol¨ªtica.
No es esta la primera vez que las mujeres tienen titular propio en unas elecciones. Hace m¨¢s de un cuarto de siglo ya existi¨® un ¡°a?o de las mujeres¡± reflejado en las urnas. Las elecciones legislativas de 1992 llegaron precedidas por las acusaciones de acoso sexual que hab¨ªan sido presentadas por la profesora Anita Hill durante la confirmaci¨®n en el Senado del hoy juez del Tribunal Supremo Clarence Thomas. Aquella votaci¨®n -52 contra 48- cerraba lo que entonces pareci¨® uno de los cap¨ªtulos de la historia pol¨ªtica norteamericana que m¨¢s hab¨ªan acaparado la atenci¨®n de la sociedad.
Nadie imaginaba entonces los tiempos que estaban por venir.
Para Debbie Walsh, directora del Center for American Women and Politics, lo importante era que las mujeres compitieran, ganaran o no, ¡°lo importante es que estuvieran en las papeletas¡±. Hasta dos d¨ªas antes de acabar la campa?a, Trump no vio venir la ola, que si no era azul era rosa, morada¡ Fue entonces cuando sac¨® lo que para ¨¦l es su artiller¨ªa pesada feminista: recurri¨® a su hija Ivanka para sumarse a sus innumerables m¨ªtines saltando de Estado en Estado. En un intento desesperado, incluso a su jefa de prensa, Sarah Sanders. No hab¨ªa escuchado el eco de la ola que de costa a costa susurraba: ¡°Son las mujeres, est¨²pido¡±.
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