Sahle-Work Zewde, el rostro de la nueva Etiop¨ªa
La ¨²nica presidenta que hay hoy en ?frica era hasta hace un mes una desconocida en su pa¨ªs
La foto era elocuente. El pasado 21 de marzo en Kigali (Ruanda), m¨¢s de 50 jefes de Estado y Gobierno africanos posaban ufanos tras la firma de un importante acuerdo comercial. Sin embargo, en la imagen hab¨ªa una ausencia notable: no sal¨ªa ni una sola mujer. La jubilaci¨®n, hace tan solo unos meses, de la presidenta liberiana Ellen Johnson-Sirleaf dejaba al continente africano hu¨¦rfano de f¨¦minas en la primer¨ªsima l¨ªnea de la pol¨ªtica. Por eso, no es de extra?ar el entusiasmo mundial que ha despertado la elecci¨®n de Sahle-Work Zewde (Adis Abeba, 1950) como presidenta de Etiop¨ªa hace dos semanas.
Con las manos cruzadas en el regazo y mirando de reojo a los diputados que la aplaud¨ªan desde sus esca?os, consciente sin duda del momento hist¨®rico. As¨ª entr¨® Zewde el pasado 25 de octubre en el Parlamento que la acababa de elegir, por unanimidad, primera jefa de Estado del pa¨ªs. Cierto es que la Constituci¨®n et¨ªope no reserva grandes funciones para el cargo, pues el peso del poder ejecutivo se concentra, en la pr¨¢ctica, en el primer ministro, pero se equivoca quien piense que la elecci¨®n de Zewde es solo un brindis al sol.
A trav¨¦s de la voz dulce de esta diplom¨¢tica de 68 a?os se percibe una profunda convicci¨®n. ¡°Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir¡±, afirm¨® tras resultar elegida, toda una declaraci¨®n de intenciones. Derechos humanos, construcci¨®n de la paz y restauraci¨®n del papel que corresponde a las et¨ªopes son sus prioridades. Mientras hablaba desde el estrado, no muy lejos la escuchaba atentamente la persona que ha hecho posible no solo este nombramiento, sino que Etiop¨ªa se sit¨²e a la cabeza de la lucha mundial por una mayor representaci¨®n de la mujer en la esfera p¨²blica: el primer ministro, Abiy Ahmed.
Se gan¨® el respeto a escala global como embajadora y como representante en Naciones Unidas
Hace apenas un mes, nadie pod¨ªa imaginarlo. Zewde era, en realidad, una desconocida en el interior de su pa¨ªs, alguien que hab¨ªa sabido mantenerse al margen de las luchas intestinas e inter¨¦tnicas que desangraban a la coalici¨®n en el poder. En pol¨ªtica interna tan solo hab¨ªa ocupado el cargo de responsable de ?frica dentro del Ministerio de Exteriores. Sin embargo, supo ganarse un profundo respeto m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Como embajadora en una decena de pa¨ªses, entre ellos Francia ¡ªque adora y donde curs¨® estudios universitarios de Ciencias Naturales¡ª, y gracias a una fecunda carrera en Naciones Unidas, donde quiz¨¢ preve¨ªa retirarse pl¨¢cidamente.
El pasado 2 de abril, Abiy Ahmed era designado primer ministro y emprend¨ªa una serie de reformas que han conducido, entre otras cosas, a la firma de la paz con la vecina Eritrea, a la liberaci¨®n de miles de presos pol¨ªticos y a un mayor aperturismo. Hace un mes, Ahmed sorprendi¨® anunciando un Gobierno paritario de 20 ministros en los que mujeres ocupan puestos tan relevantes como el Ministerio de Defensa o la reci¨¦n creada cartera de Paz. A la presidencia del Tribunal Supremo acaba de llegar, nominada por el primer ministro, la abogada feminista Meaza Ashenafi.
Este pa¨ªs africano, como tantos otros, es un delicado puzle ¨¦tnico, un rompecabezas de equilibrios institucionales y rencillas que estallan de tanto en tanto. Abiy Ahmed sue?a con superar las diferencias y dar a luz un pa¨ªs unido, pero respetuoso con las diferencias y las identidades nacionales. En este contexto, Zewde es la aliada perfecta. ?l es oromo y la nueva presidenta es amhara, una etnia que no ha vivido sus mejores momentos en los ¨²ltimos a?os. Pese a no ser mayoritarios, los amhara disfrutaron durante siglos de una posici¨®n privilegiada tanto en el antiguo Imperio como en el Estado moderno. Sin embargo, la ca¨ªda de Mengistu a manos del tigray Zenawi desemboc¨® en las primeras elecciones multipartidistas de 1995, que acabaron con la hegemon¨ªa amhara y dieron a luz un sistema de delicados equilibrios. La actual coalici¨®n en el poder est¨¢ integrada por cuatro partidos que representan a diferentes etnias (oromo, tigray, amhara y grupos del sur, sobre todo sidamas y welaitas) que se van turnando en los puestos de m¨¢xima responsabilidad. En su discurso de investidura, Zewde tambi¨¦n dedic¨® palabras a avivar la llama del entendimiento.
?frica ha tenido apenas un pu?ado de mujeres presidentas, desde la citada Johnson-Sirleaf hasta la centroafricana Catherine Samba-Panza, pasando por Joyce Banda (Malaui) o Ameenah Firdaus ?Gurib-Fakim (Mauricio). No es que el norte del planeta est¨¦ para dar muchas lecciones morales en la materia, cuando en pa¨ªses como Estados Unidos, Francia o la propia Espa?a nunca se ha dado esta circunstancia. Pero Etiop¨ªa no es cualquier pa¨ªs.
La segunda naci¨®n m¨¢s poblada del continente africano, que nunca fue colonizada ¡ªsalvo cinco a?os de ocupaci¨®n de la Italia fascista¡ª, es la sede de la Uni¨®n Africana y la protagonista de una historia fascinante, que comienza a superar esa imagen de ni?os fam¨¦licos tan presente en el imaginario occidental y que se pone al frente de un combate global. La tarea que tiene por delante la nueva presidenta et¨ªope es enorme, como lo es la discriminaci¨®n laboral, sexual y econ¨®mica que sufren millones de mujeres en ?frica, pero hasta las activistas de g¨¦nero m¨¢s combativas piensan que su llegada al poder es ¡°un primer paso positivo¡±. Ahora toca arremangarse.
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