El temor a conflictos futuros por Gibraltar gu¨ªa la negativa de S¨¢nchez al acuerdo del Brexit
La Abogac¨ªa del Estado alert¨® al Gobierno de los riesgos del tratado
Pocas voces en la Uni¨®n Europea conocen el peculiar encaje de Gibraltar en la familia comunitaria. Menos a¨²n son las que entienden cu¨¢l es la supuesta afrenta que el acuerdo del Brexit plantea para Espa?a en su relaci¨®n con la colonia brit¨¢nica. La complejidad del conflicto y la s¨²bita aparici¨®n de este escollo como la ¨²ltima piedra en el camino del Brexit han encendido los ¨¢nimos en Bruselas. Porque el art¨ªculo del tratado que lleva a Espa?a a plantear un ins¨®lito veto en este asunto clave para la UE no fue redactado pensando en Gibraltar, pero s¨ª puede tener consecuencias imprevistas para el nexo futuro con el Pe?¨®n. Pese a todo, en Bruselas cunde la sospecha de que al menos una parte de la tenacidad espa?ola en este asunto responde a motivos de pol¨ªtica interna.
Lo que ha ocurrido en esta fallida maniobra diplom¨¢tica es que un texto introducido a ¨²ltima hora para garantizar el apoyo de Theresa May al acuerdo de retirada de la UE ha enfurecido a Espa?a, uno de los pa¨ªses m¨¢s europe¨ªstas del club comunitario. Una lectura r¨¢pida de ese art¨ªculo 184 descarta cualquier conflicto. Pero al pasar el texto por el tamiz de la abogac¨ªa del Estado, organismo que defiende los intereses del Estado, y por la asesor¨ªa jur¨ªdica internacional, dependiente del Ministerio de Exteriores, se detecta un obst¨¢culo insalvable, seg¨²n la interpretaci¨®n del Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez.
El art¨ªculo, que fija un v¨ªnculo entre el acuerdo de retirada brit¨¢nica y la relaci¨®n futura que deber¨¢n pactar la UE y Reino Unido, plantea dos problemas para Espa?a. En primer lugar, la coletilla incluida en el texto de que ambas partes negociar¨¢n ¡°respetado plenamente los respectivos ¨®rdenes jur¨ªdicos¡±. Esta expresi¨®n permite a Reino Unido incluir a su colonia en el paraguas del art¨ªculo, cuando las directrices de negociaci¨®n de todo este proceso han consagrado el derecho de veto que puede tener Espa?a sobre cualquier acuerdo futuro entre Londres y Bruselas y su traslaci¨®n a Gibraltar. Espa?a ve ah¨ª un riesgo de automatismo que va contra el esp¨ªritu de lo que pactaron los Veintisiete al inicio de la negociaci¨®n. Porque despu¨¦s de a?os de sufrir una competencia fiscal desleal del Pe?¨®n, considerado para¨ªso fiscal, el Ejecutivo quiere construir una relaci¨®n m¨¢s equilibrada con motivo de su salida del abrigo de la UE.
En segundo lugar, al Gobierno le preocupa que el art¨ªculo se inserte en un tratado cuyo ¨¢mbito territorial s¨ª incluye expresamente a Gibraltar (art¨ªculo 3 del acuerdo de retirada). Al formar parte del mismo texto, la abogac¨ªa del Estado teme que Londres use en un futuro ese argumento como atajo para aplicar a su colonia unas ventajas que Espa?a ten¨ªa el derecho de vetar.
Las cuitas del Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez no acaban ah¨ª. A la diplomacia espa?ola tambi¨¦n le ha incomodado ver que en el borrador de declaraci¨®n pol¨ªtica no hay menci¨®n expresa a que nada de eso se aplicar¨¢ a Gibraltar sin el consentimiento de Espa?a.
Garant¨ªas escritas
Las instituciones europeas sostienen que este encaje de ¨²ltima hora, destinado a acomodar las exigencias de May en un pacto por el que se juega el cuello pol¨ªtico en su pa¨ªs, nada tiene que ver con Gibraltar. As¨ª lo han expresado verbalmente tanto el servicio jur¨ªdico de la Comisi¨®n Europea como el del Consejo. Espa?a no duda de ese planteamiento, pero exige garant¨ªas escritas de que nunca pueda establecerse esa lectura del texto. Hasta el momento no se ha encontrado la f¨®rmula m¨¢gica. Bruselas y el resto de Estados miembros se resisten a reabrir el texto porque entonces m¨¢s de uno querr¨ªa retocarlo. Espa?a exige al menos una adenda o cualquier f¨®rmula jur¨ªdicamente vinculante que le permita defender este argumento, llegado el caso, ante un tribunal.
Las fuentes consultadas en Bruselas sostienen que esa coletilla relativa a los ordenamientos jur¨ªdicos de cada pa¨ªs responde a Irlanda del Norte. Quiz¨¢s la principal batalla interna que tiene planteada May en su pa¨ªs es garantizar que ning¨²n arreglo destinado a evitar una frontera f¨ªsica entre la Rep¨²blica de Irlanda e Irlanda del Norte plantear¨¢ condiciones diferentes para ese territorio brit¨¢nico respecto al resto de Reino Unido. Es decir, que se mantendr¨¢ la integridad del pa¨ªs, sin dar a la regi¨®n norirlandesa condiciones de mayor aproximaci¨®n a la UE. Aun as¨ª, Espa?a teme que esa redacci¨®n permita en un futuro hablar tambi¨¦n de Gibraltar.
Las suspicacias de Espa?a respecto al futuro del Pe?¨®n al retirarse de la UE no son nuevas. La diplomacia se ha quejado desde un primer momento de que el equipo del negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, no prestaba suficiente atenci¨®n a este conflicto, mientras que el de Irlanda del Norte condicionaba toda la negociaci¨®n del divorcio brit¨¢nico. El propio expresidente Mariano Rajoy lleg¨® a plantearlo en un Consejo Europeo, aunque el ¨¦nfasis espa?ol en este asunto ha sido muy inferior al que ha dedicado Irlanda a su problema con la salida de Irlanda del Norte.
En ¨²ltima instancia, Espa?a no perder¨ªa su derecho de veto sobre cualquier relaci¨®n futura con Gibraltar ni siquiera si los textos del acuerdo de retirada y de la declaraci¨®n pol¨ªtica permaneciesen intactos. Porque el acuerdo de relaci¨®n futura que pacten los Veintisiete con Londres de aqu¨ª a unos a?os requerir¨ªa unanimidad (seguramente ser¨ªa un acuerdo mixto y, por tanto, con obligaci¨®n de ratificaci¨®n en todos los parlamentos nacionales). Pero Espa?a no quiere esperar hasta entonces para plantear las objeciones. Cree que el momento es ahora. Fuentes de la negociaci¨®n recuerdan que ya tuvieron que aceptar el peculiar estatus de Gibraltar cuando Espa?a accedi¨® a la UE. La singularidad de contar con una colonia de un pa¨ªs miembro ©¤Reino Unido©¤ situada junto al espacio de otro ©¤Espa?a©¤ y ajena a parte de la normativa europea le acarrea a Espa?a numerosos problemas fiscales, medioambientales y policiales. ¡°En 1985 tragamos porque no ten¨ªamos otro remedio para entrar en la UE en 1986. Ahora no lo haremos¡±, sostienen esas fuentes.
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