Macron se queda sin respuesta ante la magnitud de la crisis de los ¡®chalecos amarillos¡¯
Marine Le Pen y el izquierdista M¨¦lenchon piden disolver la Asamblea Nacional y elecciones legislativas
Emmanuel Macron busca sin ¨¦xito una salida a la peor crisis de su presidencia. El desenfreno violento en las manifestaciones de los chalecos amarillos ¡ªel movimiento sin l¨ªderes ni programa que naci¨® contra el impuesto al di¨¦sel y ahora pide la dimisi¨®n de Macron¡ª descoloca al Gobierno franc¨¦s. El primer ministro, ?douard Philippe, recibi¨® este domingo el encargo de reunirse con los representantes de los partidos y de la protesta. Tras una reuni¨®n de urgencia, no hubo anuncios significativos. La derecha radical y la izquierda populista quieren elecciones legislativas anticipadas.
?Qu¨¦ hacer? Esta es la pregunta ahora en el palacio del El¨ªseo, a poca distancia de los escenarios de los disturbios m¨¢s graves en a?os. Macron, elegido en mayo de 2017, no vio venir un estallido que principalmente se dirige en su contra y que lleva a?os gest¨¢ndose entre las clases trabajadoras que progresivamente han visto laminado su poder adquisitivo. Tampoco ha sabido dar con la f¨®rmula que desactive la contestaci¨®n. En lo inmediato, debe gestionar un problema de orden p¨²blico. La prioridad es impedir nuevos disturbios en las pr¨®ximas convocatorias. En las redes sociales ya circula una para el pr¨®ximo s¨¢bado.
Macron convoc¨® un gabinete de crisis al que asistieron el primer ministro, ?douard Philippe, el ministro del Interior, Christophe Castaner, y el ministro de la Transici¨®n Ecol¨®gica, Fran?ois de Rugy. Tras los altercados del s¨¢bado, Castaner no excluy¨®, en una entrevista televisiva, la reintroducci¨®n del llamado estado de urgencia, o estado de excepci¨®n. Francia instaur¨® el estado de excepci¨®n tras los atentados terroristas de 2015. Lo suprimi¨® en 2017, cuando adopt¨® una ley que convert¨ªa en permanentes algunos de sus elementos. El estado de excepci¨®n permite restringir la libertad para personas que puede representar una amenaza a la seguridad.
La presencia de Rugy en la reuni¨®n no era casual. La revuelta de los chalecos amarillos ¡ªla prenda obligatoria en los coches que se ha convertido en el emblema del movimiento¡ª es, en su origen, una revuelta contra las tasas a los combustibles contaminantes para disuadir de su uso. Pero hoy la lista de reivindicaciones va m¨¢s all¨¢. Incluye desde medidas factibles ¡ªcomo la moratoria sobre la subida de la tasa al gasoil¡ª hasta la abolici¨®n de la V Rep¨²blica.
La respuesta de Macron ha sido minimalista. El Gobierno franc¨¦s ha ofrecido ayudas para sufragar la factura energ¨¦tica o la compra de coches menos contaminantes. Tambi¨¦n ha prometido que tendr¨¢ en cuenta las oscilaciones del precio del barril de petr¨®leo a la hora de subir las tasas. Y ha convocado tres meses de reuniones por todo el territorio para discutir sobre estos asuntos. La mano tendida ha servido para poco. El presidente, que ha hecho un principio de gobierno el no dar marcha atr¨¢s en su programa electoral, no cede en lo esencial: la subida programada de la tasa al di¨¦sel para el 1 de enero.
Al pedirle a Philippe que?a partir del lunes reciba en Matignon, la sede del primer ministro, a los l¨ªderes pol¨ªticos y los delegados de los chalecos amarillos, env¨ªa un mensaje de apertura. Toda la cuesti¨®n es sobre qu¨¦ dialogar y con qui¨¦n. No hay representantes del movimiento con un mandato para hablar en nombre de todos. Ni una reivindicaci¨®n clara. Un principio ser¨ªa quiz¨¢ la moratoria sobre la subida del combustible en enero.
En el diario Le Journal du dimanche, un grupo de chalecos amarillos que se autodefinen como "constructivos" propone reformas institucionales. Citan la introducci¨®n del sistema proporcional en las elecciones ¡ªen vez del sistema de dos vueltas, que discrimina a los partidos peque?os o antisistema¡ª y un recurso m¨¢s frecuente a los refer¨¦ndums. Tambi¨¦n condenan la violencia.
Las ideas de estos chalecos amarillos m¨¢s moderados se han visto desbordadas por pol¨ªticos profesionales. Laurent Wauquiez, presidente de Los Republicanos, el gran partido de la derecha tradicional, exige un refer¨¦ndum sobre el programa ecol¨®gico y fiscal de Macron. Jean-Luc M¨¦lenchon, l¨ªder de la izquierda populista, celebra la ¡°insurrecci¨®n ciudadana¡± en Par¨ªs. Fran?ois Ruffin, figura emergente del partido en el poder, La Francia Insumisa, proclam¨®: ¡°Macron debe marcharse inmediatamente¡±. Marine Le Pen, jefa del Reagrupamiento Nacional, heredero del partido de la extrema derecha Frente Nacional, pide la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional y nuevas elecciones parlamentarias. M¨¦lenchon tambi¨¦n. La oposici¨®n ha olido sangre.
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