Macron cede ante los ¡®chalecos amarillos¡¯ y suspende el alza del impuesto a los carburantes
Francia anuncia una moratoria de seis meses en la introducci¨®n de las nuevas tasas, que estaba prevista para enero, tras varias jornadas de disturbios
Emmanuel Macron dio ayer un paso que puede definir el resto de su mandato. El presidente franc¨¦s, que hasta ahora fiaba su credibilidad en no dejarse intimidar ni retroceder en sus promesas, dio marcha atr¨¢s en una medida que ha encendido Francia: la subida de las tasas sobre el carburante. El encarecimiento de la gasolina y el di¨¦sel desencaden¨® hace tres semanas la revuelta de los chalecos amarillos, el movimiento que reclama una mejora del poder adquisitivo y expresa el hartazgo de las clases medias empobrecidas de la Francia provincial. Al final, la presi¨®n en la calle, en la oposici¨®n y en las propias filas de la mayor¨ªa gubernamental se volvi¨® insoportable.
La rectificaci¨®n es una cura de humilidad para un pol¨ªtico que no se ha cansado de repetir que mantendr¨ªa el rumbo contra viento y marea, y al que muchos franceses ven como un l¨ªder arrogante y desconectado de la Francia real. Las protestas de los chalecos amarillos y las escenas de violencia y destrucci¨®n en Par¨ªs y otras ciudades han sumido a Macron en su peor crisis desde que lleg¨® al poder en mayo de 2017. El presidente hizo un c¨¢lculo de costes y beneficios. Mantener el pulso a los chalecos amarillos podr¨ªa haber agravado el conficto y la violencia en la calle. Recular agrieta su imagen de reformista implacable, pero le permite albergar esperanza de que las cosas se calmen.
"Ninguna tasa merece poner en peligro la unidad de la naci¨®n", dijo en una declaraci¨®n televisada el primer ministro, ?douard Philippe. Philippe se refer¨ªa al balance humano de estas semanas de protestas: cuatro muertos en circunstancias accidentales y centenares de heridos. El temor inmediato era que un cuarto s¨¢bado consecutivo de manifestaciones causase de nuevo disturbios en la capital y pusiese m¨¢s tensi¨®n a¨²n sobre las fuerzas del orden.
La suspensi¨®n de la subida de las tasas al combustible, prevista para el 1 de enero, se prolongar¨¢ durante seis meses. A esta medida le acompa?ar¨¢ la congelaci¨®n de los precios del gas y la electricidad. El Estado dejar¨¢ de ingresar 2.000 millones de euros al suprimir estas tasas. Si no encuentra otros ingresos o recorta el gasto, esto puede complicar la reducci¨®n la deuda.
No est¨¢ claro que la moratoria en el precio de la gasolina y el gasoil apacig¨¹e a los chalecos amarillos, la prenda que es obligatorio llevar en los veh¨ªculos franceses y que es el emblema del movimiento. El Gobierno conf¨ªa en que, como m¨ªnimo, las concesiones sirvan para rebajar el amplio apoyo al movimiento en la opini¨®n p¨²blica. Seg¨²n los sondeos, en torno al 70% de franceses simpatiza con la protesta.
La respuesta de Macron y Philippe a la crisis tiene un inconveniente. Y es que llega tarde y es limitada en comparaci¨®n con las exigencias de los chalecos amarillos y de algunos pol¨ªticos de la oposici¨®n. Adem¨¢s, aplaza el problema hasta dentro de seis meses, cuando la moratoria expire, fecha que coincidir¨¢, adem¨¢s, con las elecciones europeas. En Francia el Reagrupamiento Nacional (ex-Frente Nacional), partido de la vieja extrema derecha que apoya con entusiasmo a los chalecos amarillos, parte como favorito.
Desde que estallaron las protestas hace tres semanas, otras reivindicaciones se han sumado a la de la moratoria en el impuesto al combustible, que penaliza a los franceses que usan el coche a diario en las ciudades y regiones francesas con menos transporte p¨²blico. Entre otras peticiones, se incluye una bajada de otras tasas que gravan a las clases trabajadoras, el aumento del salario m¨ªnimo o la reintroducci¨®n del impuesto sobre la fortuna. Muchos activistas van m¨¢s all¨¢ y exigen la dimisi¨®n de Macron. La extrema derecha y la izquierda populista quieren la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional y elecciones legislativas anticipadas. La derecha de tradici¨®n moderada pide un refer¨¦ndum. La protesta ha empezado a extenderse en sectores como los estudiantes de instituto o los agricultores y, en plena campa?a de compras navide?as, y empieza a tener un coste para la econom¨ªa del pa¨ªs.
Que este presidente suspenda una medida ya aprobada y que lo haga bajo la presi¨®n de los disturbios es ins¨®lito. Puede marcar un antes y un despu¨¦s en el quinquenio presidencial.
El presidente, que ha puesto en marcha unas reformas que incluyen la flexibilizaci¨®n del mercado laboral, pretend¨ªa distinguirse de antecesores suyos como Fran?ois Hollande y sobre todo Jacques Chirac, que en ocasiones flaquearon ante la presi¨®n de la calle o de la opini¨®n p¨²blica. Pensaba que la indecisi¨®n de los gobernantes era una de las causas del car¨¢cter irreformable de Francia. Se consideraba legitimado por su victoria electoral y por la amplia mayor¨ªa legislativa de su partido, La Rep¨²blica en Marcha (LREM).
Desde los primeros bloqueos de los chalecos amarillos en carreteras de todo el hex¨¢gono, el 17 de noviembre, Macron y el primer ministro, Philippe, se enrocaron en la negativa a suspender o aplazar la subida del impuesto al carburante. En realidad no es una medida central en el programa del presidente como lo fue la reforma laboral o la reforma de los ferrocarriles p¨²blicos, ambas aprobadas sin mayores contratiempos. Consiste en una subida de 6,5 c¨¦ntimos por litro en la tasa al di¨¦sel y de 2,9 en la tasa a la gasolina. La idea es alinear el precio de ambos combustibles y, en ¨²ltima instancia, disuadir del uso de una fuente energ¨ªa que emite gases de efecto invernadero. Se enmarca en el plan de lucha contra el cambio clim¨¢tico al que Francia est¨¢ obligada por acuerdos internacionales que ella misma ha promovido.
Macron rectifica algo m¨¢s que una medida fiscal y un estilo de gobierno. Se?ala los l¨ªmites del combate contra el cambio clim¨¢tico cuando el coste de este combate recae de forma excesiva en capas determinadas de la poblaci¨®n. La inc¨®gnita es si la moratoria pondr¨¢ fin a las protestas o, una vez detectado que el presidente pod¨ªa ceder, dar¨¢ alas a nuevas reclamaciones.
"Los franceses no quieren las migajas", dijo a la agencia France Presse Benjamin Cauchy, figura destacada de los chalecos amarillos. "Quiere la baguette entera".
Temor a m¨¢s violencia el s¨¢bado
Hay una v¨ªa pol¨ªtica y otra policial en la respuesta del Gobierno franc¨¦s al desaf¨ªo de los chalecos amarillos. La pol¨ªtica intent¨® abordarla el primer ministro, ?douard Philippe, al anunciar la moratoria sobre el aumento del precio del carburante en 2019. La policial es competencia de Christophe Castaner, el nuevo e inexperimentado ministro del Interior, que s¨®lo lleva un mes y medio en el cargo y afronta la mayor crisis de seguridad no terrorista de los ¨²ltimos a?os.
Los chalecos amarillos le han puesto a prueba. Despu¨¦s de tres semanas seguidas de disturbios en Par¨ªs y el resto de Francia, Castaner quiere evitar un cuarto episodio el pr¨®ximo s¨¢bado. ¡°Invito a los chalecos amarillos razonables, a los que no apoyan la acci¨®n violenta, a desolidarizarse de los extremistas y no congregarse en Par¨ªs el s¨¢bado pr¨®ximo¡±, dijo el ministro.
Los sindicatos policiales han hecho notar el agotamiento por las largas horas y las condiciones laborales. En muchos momentos se sintieron desbordados. Tras los incidentes, el ministro contempl¨® la posibilidad de reinstaurar el estado de urgencia o excepci¨®n, que estuvo en vigor dos a?os tras los atentados de 2015.
Todo el debate gira estos d¨ªas en torno a la identidad de los 'casseurs', los que provocaron los altercados. La novedad de las protestas de los chalecos amarillos en Par¨ªs del s¨¢bado fue que, al contrario que en otras manifestaciones, los 'casseurs' no irrumpieron al final sino que estuvieron activos durante toda la jornada. La otra novedad es que muchos llevaban chalecos amarillos, el distintivo de las protestas en todo Francia para reclamar menos impuestos y m¨¢s poder adquisitivo.
Por eso es dif¨ªcil distinguirlos. Las im¨¢genes de las televisiones, los primeros juicios r¨¢pidos y el testimonio de los periodistas en la calle indican que entre los violentos se encontraban militantes de extrema derecha y extrema izquierda, violentos profesionales y tambi¨¦n chalecos amarillos.
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