Macron busca desactivar, sin ceder, las protestas de los ¡®chalecos amarillos¡¯
El presidente franc¨¦s acepta abrir un di¨¢logo con la Francia perjudicada por la fiscalidad ecol¨®gica
Escuchar, s¨ª; ceder, no. Emmanuel Macron intenta desactivar el movimiento de los chalecos amarillos, que naci¨® en protesta por el precio del carburante y se ha convertido en una expresi¨®n del hartazgo de la Francia de provincias contra las ¨¦lites de Par¨ªs. El presidente franc¨¦s, desconcertado por esta revuelta sin l¨ªderes ni ideolog¨ªa, defendi¨® el martes sus medidas medioambientales, pero admiti¨® la necesidad de cambiar de m¨¦todo y abrir el di¨¢logo con la sociedad. La ¨²nica concesi¨®n: el Gobierno ajustar¨¢ las tasas sobre la gasolina y el gas¨®leo a la fluctuaci¨®n del precio del petr¨®leo.
Francia afronta el mismo dilema que otros pa¨ªses industrializados, entre la necesidad de combatir el cambio clim¨¢tico, y el coste econ¨®mico y social de estos esfuerzos. O, seg¨²n la f¨®rmula que Macron cit¨®, la tensi¨®n entre "el fin del mundo" (la amenaza del calentamiento global) y "el fin de mes" (la p¨¦rdida de poder adquisitivo de los trabajadores). "Abordaremos los dos", prometi¨® en un discurso en el Palacio del El¨ªseo.
Macron no retrocedi¨® en lo sustancial: ni en el programado aumento de la fiscalidad sobre el di¨¦sel para 2019 ni en ninguna otra reclamaci¨®n de los manifestantes, como la reintroducci¨®n del impuesto sobre las fortunas. El presidente cree que el error de algunos de sus predecesores fue dar marcha atr¨¢s ante la presi¨®n de la calle: ceder ahora dejar¨ªa tocada su credibilidad y la presidencia. Pero emple¨® un tono humilde, emp¨¢tico con las clases medias que, crisis tras crisis, han visto erosionado su poder adquisitivo y no entienden que tengan que asumir ellas la factura de la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Y ofreci¨® algunas promesas para apaciguar a los descontentos.
La nueva actitud se traducir¨¢, primero, en un proceso de concertaci¨®n descentralizada que se desarrollar¨¢ en los tres pr¨®ximos meses en las regiones y los municipios. El gesto se?ala una correcci¨®n de la verticalidad que ha caracterizado el estilo de gobierno de Macron: ¨¦l decid¨ªa; el resto obedec¨ªa.
El objetivo es escuchar propuestas de los franceses de a pie, incluidos los chalecos amarillos, el movimiento organizado en las redes sociales que toma el nombre de la prenda fosforescente obligatoria en los autom¨®viles. El ministro de la Transici¨®n Ecol¨®gica, Fran?ois de Rugy, recibi¨® a una delegaci¨®n de los chalecos amarillos, su primer contacto con el Gobierno franc¨¦s.
La segunda medida consistir¨¢ en tener en cuenta la cotizaci¨®n del petr¨®leo para atenuar el impacto de los impuestos del carburante en los bolsillos de los automovilistas. El objetivo, en este caso, es evitar que la coincidencia de un aumento del precio del petr¨®leo y de la fiscalidad suponga una carga excesiva para los consumidores. Un mecanismo similar se aplic¨® en el a?o 2000 y fue abandonado dos a?os despu¨¦s: la escasa bajada del precio del combustible no compensaba la p¨¦rdida de ingresos para el Estado.
"No hay que renunciar al rumbo de la transici¨®n ecol¨®gica, que es justa y necesaria", dijo Macron en el Palacio del El¨ªseo. "Pero se trata de cambiar de m¨¦todo, porque muchos conciudadanos han pensado que se les impon¨ªa desde arriba y que no se les aportaban soluciones".
El presidente exhibi¨® una voluntad de atender a la Francia perif¨¦rica, la Francia de las ciudades medianas y peque?as donde el autom¨®vil es una herramienta de supervivencia y donde unos c¨¦ntimos de m¨¢s en el litro del gas¨®leo o di¨¦sel puede ser una carga para el presupuesto familiar.
Esta es la Francia en la que ha estallado el movimiento de los chalecos amarillos. Los chalecos amarillos se manifestaron por primera vez el 17 de noviembre. El 24 convocaron una manifestaci¨®n en Par¨ªs, empa?ada por los enfrentamientos con la polic¨ªa y por el incendio de barricadas. El Gobierno atribuye los disturbios a grupos ultras.
Los bloqueos de carreteras, que empezaron hace d¨ªas y el s¨¢bado derivaron en violencia en los Campos El¨ªseos, ha tenido un ¡°impacto severo¡± en varios sectores, seg¨²n el ministro de Econom¨ªa, Bruno Le Maire. Le Maire eval¨²a en un 60 o un 70% las p¨¦rdidas para algunos comercios en zonas bloqueadas, y hasta un 35% para el sector de la gran distribuci¨®n el 17 de noviembre, el d¨ªa con m¨¢s paros.
Las concentraciones inquietan a Macron, cuya popularidad es menor que la de sus antecesores a estas alturas de la presidencia. Los chalecos amarillos cuentan con el apoyo de siete de cada diez franceses, seg¨²n algunos sondeos.
El discurso gubernamental ha sido confuso hasta ahora. En ocasiones ha parecido que minimizase el movimiento, o que lo identificase con la violencia de ultraderecha, o que conf¨ªe en que se extinga por agotamiento. Macron, que ha superado desde que lleg¨® al poder en 2017 las protestas por la reforma laboral y ferroviaria, no ha encontrado la f¨®rmula para anularlo.
Plan medioambiental con energ¨ªa nuclear
El discurso en el Palacio del El¨ªseo, ante una audiencia de representantes institucionales y pol¨ªticos, sirvi¨® al presidente Emmanuel Macron para detallar el programa de transici¨®n ecol¨®gico. Francia ha fijado 2050 como fecha l¨ªmite para abandonar la producci¨®n y el consumo de energ¨ªas que emiten CO2. El presidente lo justific¨® no solo como una cuesti¨®n medioambiental sino de soberan¨ªa nacional. El plan incluye el cierre de las centrales de carb¨®n en 2022. Tambi¨¦n contempla triplicar la producci¨®n de energ¨ªa e¨®lica terrestre y quintuplicar la fotovoltaica. La energ¨ªa nuclear, que no produce gases de efecto invernadero, continuar¨¢ siendo una parte fundamental de la producci¨®n el¨¦ctrica, aunque se reducir¨¢ a un 50% en 2035, diez a?os m¨¢s tarde de lo previsto. Hoy representa un 75%.
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