Venezuela: la ruleta de la vida cotidiana
La grave crisis generada por el modelo chavista obliga a millones de personas a dedicar sus d¨ªas a buscar c¨®mo salir adelante
Despertar en Venezuela es, cada ma?ana, el paso previo a una pregunta vital. ?Ha llegado el momento de irse? Se la hacen los j¨®venes, las familias, los que se quedan a la espera de las remesas, las clases populares que sobreviven a duras penas con las ayudas del Gobierno y los que nunca hab¨ªan temido el fantasma de la miseria. La lucha por la vida cotidiana, con la excepci¨®n de unos pocos privilegiados pr¨®ximos a las autoridades, afecta a todos, aunque golpea con fuerza desigual. La toma de posesi¨®n el pasado jueves de Nicol¨¢s Maduro, que mantendr¨¢ el poder hasta 2025, es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una deriva institucional sin freno. A eso se a?ade una emergencia econ¨®mica que convierte la rutina de millones de venezolanos en un juego angustioso en el que hay que combinar contactos, ingenio y suerte. Aunque, al final, todo acaba pareci¨¦ndose a una ruleta.
Los d¨ªas de Mariana Silva, de 43 a?os, son un ejemplo de c¨®mo se afronta esa carrera de obst¨¢culos dentro de una familia de Caracas que en el pasado tuvo los recursos para pagar unas vacaciones sin lujos en Espa?a o en Roma. Tras estudiar Filosof¨ªa, trabaj¨® en el Museo de Bellas Artes, en la Galer¨ªa de Arte Nacional y en galer¨ªas privadas y ahora hace equilibrios cada vez que sale a comprar comida para sus hijos ¡ªde 23, 13 y 10 a?os¡ª y un joven del que se hace cargo.
¡°Nosotros nunca fuimos millonarios, pero com¨ªamos. Cog¨ªas una arepa y pon¨ªamos jam¨®n, queso¡ Hoy es una arepa con queso blanco rallado, que es el m¨¢s econ¨®mico. Voy por los supermercados cazando. Si, por ejemplo, consigo un pescado de esos congelados a precios viejos, ayer encontr¨¦ unos filetes a 900 bol¨ªvares el kilo ¨Cmenos de 50 c¨¦ntimos de d¨®lar¡ª, entonces compro diez paquetes y pasamos 10 d¨ªas comiendo pescado¡±, relata. ¡°En esta casa comer hoy en d¨ªa un s¨¢ndwich de jam¨®n y queso es un lujo y no me da pena decirlo. Si consigo pasta a precios regulados, comemos cinco d¨ªas pasta. Lo m¨¢s ir¨®nico es que a todo esto tengo que dar las gracias a Dios, gracias por un malvivir¡±.
Desde su terraza, en la urbanizaci¨®n de Los Naranjos, se divisa una ciudad que, despu¨¦s de dos d¨¦cadas de chavismo, sigue bajo el yugo de la brecha social. Pero ahora la inmensa mayor¨ªa de la sociedad, tras la desaparici¨®n casi absoluta de las clases medias, est¨¢ m¨¢s cerca de la pobreza o inmersa en las penurias. Puede permitirse vivir all¨ª porque unos amigos que migraron le alquilaron una casa por 100 d¨®lares mensuales. A ese gasto suma el colegio privado de sus dos hijas.
Los venezolanos no migramos porque no nos gusta el pa¨ªs, lo hacemos obligados Mariana Silva
¡°En noviembre pag¨¢bamos 3.000 bol¨ªvares por cada ni?a ¡ªalgo m¨¢s de un d¨®lar¡ª, en diciembre subi¨® a 12.000 y ahora a 22.000 m¨¢s una cuota 30 d¨®lares por familia. Pero cuando t¨² ves lo que hace un profesor, que a lo mejor vive en Petare, que se agarra cinco autobuses para llegar a las siete de la ma?ana, para pasar tiempo con tus hijos... ?Qu¨¦ hace un profesor con 4.500 bol¨ªvares al mes, que es lo que vale un cart¨®n de huevos?¡±. Esa cantidad equivale a un salario m¨ªnimo, lo que perciben alrededor del 70% de los trabajadores con empleo formal.
Este s¨¢bado precisamente en el barrio popular de Petare, Jos¨¦ Florentino, conocido por los vecinos como El Portugu¨¦s desde los a?os del estallido social del Caracazo, vend¨ªa el kilo de bistec a 4.600 bol¨ªvares y el jam¨®n ahumado a 6.000. Todos esperan ahora de Maduro el anuncio de un paquete de medidas econ¨®micas, porque la colaboraci¨®n comercial con China, Rusia y Turqu¨ªa que exhibe el Gobierno a¨²n no se ha notado en la calle.
?De d¨®nde sale el dinero para sobrevivir? En el caso de Mariana Silva, de la venta de algunas de las obras de arte de la familia ¨Csu padre fue cr¨ªtico¡ª, del apoyo de los allegados y de unas cenas con ¨®pera en vivo que organiza en su terraza. "Nosotras somos felices cocinando, cuando las cantantes cantan Las bodas de F¨ªgaro una dice vale la pena", relata Mariana Silva, que en 2017 fue muy activa en el movimiento de resistencia a Maduro.?
Cuando su exmarido dej¨® su trabajo de bombero, se fue a vivir a Ourense, donde transporta vigas en las obras. Ella no quiere irse como han hecho m¨¢s de tres millones de venezolanos, seg¨²n Naciones Unidas. Lo intent¨® hace seis a?os. Vendi¨® su vivienda e invirti¨® ese dinero en una casa de subastas en Bogot¨¢. Los gastos la consumieron. ¡°A los tres a?os me hab¨ªa comido todos mis ahorros. Eso fue en 2014 y yo sab¨ªa que Venezuela iba a peor. Los venezolanos no migramos porque no nos gusta el pa¨ªs, porque no nos gustan los venezolanos, lo hacemos obligados¡±.
La angustia de los que se van
Esa es la percepci¨®n que ten¨ªan, el pasado mi¨¦rcoles, los que esperaban para comparar un billete de autob¨²s en la terminal La Bandera de la capital. Irse en busca de oportunidades no es una aventura ilusionante, sino un ¨¦xodo forzado, que se emprende a menudo con angustia e incertidumbre. La migraci¨®n separ¨® familias, afectos que a veces se recomponen en alg¨²n pa¨ªs de la regi¨®n, sobre todo Colombia. Carmen Elisa Rubio, de 45 a?os, aguardaba con sus cinco hijos para poder hacerse con un pasaje. Su plan era viajar a la ciudad San Antonio, cerca de la frontera, cruzar a pie hasta C¨²cuta y llegar finalmente a Medell¨ªn, donde su esposo trabaja como herrero.
Otra madre, Rosa Maribel G¨®mez, exfuncionaria de un consejo comunal, planea llegar al pa¨ªs vecino, donde ya residen m¨¢s de un mill¨®n de venezolanos, a trav¨¦s de una trocha o paso fronterizo ilegal. Asegura que ya ha encontrado empleo como interna en una casa de Valledupar, norte del pa¨ªs, por unos 600.000 pesos mensuales, menos de 200 d¨®lares que intentar¨¢ ahorrar para aliviar la vida de sus hijos, que se quedan con la abuela.
Tom¨® esa decisi¨®n porque la hiperinflaci¨®n, que la ¨²ltima reconversi¨®n monetaria no ha logrado contener, y la dolarizaci¨®n de la econom¨ªa convirtieron su rutina en una batalla constante contra los precios. ¡°Venezuela me oblig¨® a migrar¡±, lamenta. Esa Venezuela que hoy es s¨ªmbolo no solo de la deriva del chavismo sino de una lucha por la supervivencia sin precedentes en el pa¨ªs.
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