Del zapat¨®fono al term¨®metro de los muertos: la mayor exposici¨®n de objetos de espionaje del mundo
El barrio neoyorquino de Chelsea tiene desde principios de mes un museo con 3.500 artefactos usados por el servicio secreto sovi¨¦tico
¡°Si quieres sentirte como un agente del KBG¡±, comenta el gu¨ªa, ¡°ponte esta chaqueta de cuero¡±. Es negra, muy pesada, y llega casi hasta el suelo. Antes, durante casi una hora, el experto explica al visitante todas las t¨¦cnicas que usaba la polic¨ªa secreta de la Uni¨®n Sovi¨¦tica para obtener la informaci¨®n y las m¨²ltiples variantes que la agencia, actualmente conocida como la FSB, tuvo a lo largo de su historia.
Agne Urbaityte, la encargada de la selecci¨®n de piezas, asegura que se trata de la mayor colecci¨®n de artefactos de espionaje que se expone en el mundo. El espacio, llamado KGB Spy Museum, se abri¨® en el barrio neoyorquino de Chelsea a comienzos de mes, en un bajo que ocupaba una galer¨ªa de arte moderno. Al entrar, el visitante se encuentra sobre una caja fuerte llena de rublos con un busto de Felix Dzerzhinsky, considerado como el padre de la agencia de inteligencia.
Hay otra m¨¢s peque?a en m¨¢rmol blanco del capo Levrentie Beria en un expositor con la r¨¦plica del paraguas con el que asesinaron en Londres al disidente b¨²lgaro Geori Markov. ¡°Muri¨® a los tres d¨ªas porque la bala estaba envenenada¡±, explica el gu¨ªa. Hay tambi¨¦n un pintalabios de metal plateado que ten¨ªa una funci¨®n parecida. Y muchas c¨¢maras como las de las pel¨ªculas antiguas de James Bond.
Una de las c¨¢maras es tan peque?a que se ocultaba en la hebilla de un cintur¨®n. Y no pod¨ªan faltar los botones falsos en las chaquetas para cubrir las lentes. Aunque entre los objetos m¨¢s curiosos destaca un term¨®metro que los ejecutores del KGB clavaban en el est¨®mago de sus v¨ªctimas para comprobar que estaba realmente muerta. ¡°Si no bajaba la temperatura¡±, afirma el gu¨ªa, ¡°le disparaban una segunda vez¡±.
Hay tambi¨¦n varias puertas originales de las celdas que el servicio de espionaje ten¨ªa en el cuartel general en Kaunas, Lituania. Y una r¨¦plica del escudo de madera que se ofreci¨® al embajador estadounidense en Mosc¨², Averell Harriman, que ocultaba un sistema de escucha. ¡°Era tan simple¡±, explica el gu¨ªa, ¡°que no necesitaba bater¨ªa¡±. A la inteligencia de EE UU le llev¨® un a?o entender la tecnolog¨ªa.
El KGB tambi¨¦n desarroll¨® un sistema que le permit¨ªa detectar la presencia de una persona que trataba de esconderse. El Lavanda-M era tan sensible que era capaz de registrar los latidos del coraz¨®n y la respiraci¨®n. La muestra se completa con tel¨¦fonos que distorsionan la voz, codificadores de mensajes y un detector de mentiras. El preferido del gu¨ªa de la muestra es un artilugio para retirar cartas de los sobres, sin romperlos.
Hace casi tres d¨¦cadas que el KGB dej¨® de existir. De los cerca de 3.500 artefactos que se exponen de la era anal¨®gica durante la Guerra Fr¨ªa, solo dos son r¨¦plicas. Algunas pueden parecer macabras. Pero como se?ala el gu¨ªa, donde el r¨¦gimen sovi¨¦tico fue realmente cruel y efectivo fue al provocar que sus ciudadanos se preguntaran en todo momento qui¨¦n pod¨ªa estar observ¨¢ndoles o escuchando.
Agne asegura que es ¡°pura coincidencia¡± que la muestra abra en plena controversia por la interferencia rusa en las elecciones de EE UU. Su padre, Julius, ya tiene un museo en Lituania en un antiguo bunker de la Segunda Guerra Mundial. El espionaje, se?ala, es algo que genera mucho inter¨¦s. Por eso decidieron sacar toda la colecci¨®n a la luz. Ese paraguas asesino es, tambi¨¦n, una obra de arte.
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