Llamas de deshielo
Un an¨¢lisis de la actualidad internacional a trav¨¦s de art¨ªculos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista CTXT
Como pir¨®manos estremecidos por la virulencia de las llamas. As¨ª se presentan ¡ª?se representan?¡ª en la cumbre anual de Davos las ¨¦lites financieras y pol¨ªticas planetarias. La web de noticias Axios se hac¨ªa eco, al albor del retiro olig¨¢rquico en los Alpes suizos, de dos estad¨ªsticas versallescas: la riqueza acumulada de quienes atesoran m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares ha crecido desde 3,4 billones de d¨®lares en 2009, justo despu¨¦s del estallido de la crisis financiera, a 8,9 billones en 2017. Los casi 4.000 millones de personas que componen la mitad m¨¢s pobre del planeta vieron su riqueza decrecer un 11% el a?o pasado, mientras aumentaba un 12% la riqueza de los m¨¢s ricos.
La segunda cifra est¨¢ extra¨ªda del ¨²ltimo informe de la ONG de lucha contra la pobreza Oxfam, que tiene por costumbre auto invitarse al banquete de Davos a presentar sus balances sobre riqueza y desigualdad en v¨ªsperas de tan noble funci¨®n. Oxfam no se anda con rodeos: los 26 peces m¨¢s gordos de la econom¨ªa global son due?os de tanta riqueza como la mitad de la humanidad. La riqueza de los multimillonarios aumenta en 2.500 millones de d¨®lares cada d¨ªa. Un solo hombre, el presidente ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, vio c¨®mo su fortuna crec¨ªa hasta 112.000 millones de d¨®lares el a?o pasado. Un 1% de su riqueza equivale al presupuesto nacional de sanidad de Etiop¨ªa, un pa¨ªs de ciento cinco millones de habitantes.
?Tan mal estamos? En su blog, el economista Michael Roberts toma el pulso al sentir de los asistentes a la cumbre, a quienes encuentra compungidos por dos asuntos: el calentamiento global y la desigualdad creciente. ¡°Davos percibe que la reacci¨®n popular a estos asuntos amenaza con destruir lo que ellos llaman el orden liberal, que no es otra cosa que el movimiento libre y sin trabas del capital y las mercanc¨ªas all¨¢ donde se puedan maximizar los beneficios¡±.
Tras detenerse en el hecho de que el foro dedica innumerables paneles a la necesidad de reducir las emisiones de ozono en un resort que, una vez al a?o, presenta la mayor concentraci¨®n de jets privados del planeta (el a?o pasado sobrevolaron los Alpes 1.500 vuelos, un 11% m¨¢s que el anterior), Roberts disecciona los datos de Oxfam, que sit¨²a en un contexto hist¨®rico y de an¨¢lisis comparado con otros economistas. Si bien es cierto que la desigualdad a escala global se ha reducido en las ¨²ltimas d¨¦cadas, la inmensa mayor¨ªa de dicha reducci¨®n se debe al r¨¢pido crecimiento de la econom¨ªa china. S¨®lo en los ¨²ltimos 15 a?os, la proporci¨®n de chinos que tienen ingresos equiparables a los del estadounidense medio ha pasado del 23% al 70%. Con el descenso del crecimiento en China, Oxfam apunta que el ritmo de la reducci¨®n de la pobreza global se ha frenado y hoy avanza a la mitad de velocidad que en 2013.
En el ?frica subsahariana, la pobreza extrema est¨¢ en aumento. Todo esto sucede mientras la riqueza se acumula a marchas forzadas. Desde 1980, el 1% m¨¢s rico ha pasado de ostentar el 28% de la riqueza al 33% que detenta hoy, mientras que el 75% m¨¢s pobre sigue estancado en torno al 10%. En EE UU, los niveles de desigualdad son los m¨¢s altos en cien a?os.
¡°Pese a estos datos pasmosos¡±, apunta Roberts, ¡°el clan de Davos no est¨¢ por la labor de ning¨²n tipo de redistribuci¨®n¡±. Prefieren, se?ala, ¡°las l¨¢grimas de cocodrilo¡±.
Las ¨¦lites del mundo no dejan de montar fundaciones y rascarse el bolsillo para sufragar toda suerte de obras caritativas, desde la lucha contra el c¨¢ncer hasta la reducci¨®n de la pobreza, pasando por el mecenazgo de las artes. Est¨¢n poniendo de su parte si necesidad de que se les obligue. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir? No tan r¨¢pido, argumenta en la revista Dissent Vanessa Williamson, investigadora de la Brookings Institution con un mensaje claro: ¡°En una democracia, los impuestos son mejores que la caridad¡±. Lo es desde el punto de vista cuantitativo ¡ªlos impuestos progresivos amasan dinero a escala muy superior a la filantrop¨ªa, sacando a millones de personas de la pobreza¡ª y cualitativo tambi¨¦n redistribuyen, sirviendo de ant¨ªdoto contra la oligarqu¨ªa. ¡°No es ninguna coincidencia¡±, sostiene Williamson, ¡°que los recortes de impuestos a los m¨¢s ricos hayan sido la prioridad perpetua de la derecha¡±.
Tras remontarse al sur esclavista de Estados Unidos para hacer un repaso a los ejemplos hist¨®ricos de resistencia olig¨¢rquica al poder confiscatorio del Estado y a la ausencia de pruebas de que la filantrop¨ªa ocupe el espacio de este cuando la agenda conservadora se impone, Williamson propone una reevaluaci¨®n no s¨®lo de los impuestos, sino tambi¨¦n de las donaciones caritativas. ¡°Si los impuestos democr¨¢ticos ponen en riesgo a la oligarqu¨ªa¡±, escribe, ¡°la caridad es eminentemente aristocr¨¢tica. La caridad fomenta la jerarqu¨ªa, empodera a los ricos y socava la democracia. Por muy ben¨¦volas que sean las intenciones de un fil¨¢ntropo, donar dinero a otros es ejercer control sobre sus vidas. Y precisamente porque ese camino lo toman necesariamente quienes tiene dinero para donar, la caridad es un veh¨ªculo por el cual los ricos, en particular, afirman su poder. Es por definici¨®n, arbitraria, sujeta al capricho del donante. La caridad puede proporcionar calor personal, pero no equidad sist¨¦mica; puede ser bondadosa, pero no justa¡±.
Voyeurismo de arriba y abajo
De ese caldo de cultivo no es de extra?ar que surjan v¨ªas de escape voyeuristas a todo nivel social. Est¨¢ el voyeurismo de los de arriba: cuenta The New York Times que desde hace unos a?os, en Davos, la principal atracci¨®n entre los jetsetters es ¡°una simulaci¨®n de la experiencia de un refugiado, donde los asistentes gatean sobre sus manos y rodillas pretendiendo huir del avance de los ej¨¦rcitos¡±. Existe tambi¨¦n el voyeurismo de abajo: en la Francia de los chalecos amarillos, pocas figuras han cautivado tanto el imaginario colectivo en las ¨²ltimas d¨¦cadas como la de Vjeran Tomic, el ladr¨®n de arte de origen bosnio que asalt¨® el Museo de Arte Moderno de Par¨ªs en 2010 tras una larga carrera robando obras maestras de grandes artistas en los apartamentos de lujo de los Davos men.
En un fren¨¦tico thriller period¨ªstico reconstruido a trav¨¦s de documentos y testimonios judiciales, el periodista Jake Halpern cuenta en The New Yorker las peripecias de Tomic y una esot¨¦rica serie de personajes secundarios, desde compinches de robos de poca monta en los inicios de su carrera, a trabajadoras sexuales que hac¨ªan las veces de confidentes, pasando por un marchante de arte que alimentaba a la bestia, al tiempo que la explotaba. Por encima de todo, Halpern retrata la historia de amor de un hombre turbado con el arte que no pod¨ªa permitirse, y de una naci¨®n con el ladr¨®n que muchos hubieran querido ser. ¡°Los periodistas empezaron a referirse a Tomic como Spider-Man. Perse a que hab¨ªa robado arte ¡®a toda la humanidad¡¯, en palabras del fiscal la opini¨®n p¨²blica qued¨® prendada de ¨¦l. ¡®A los franceses les gustan mucho las historias de ladrones cuando en ellas no hay sangre¡¯, cuenta St¨¦phane Durand-Souffland, que cubri¨® el asunto para Le Figaro. ¡®Para nosotros, Tomic es el ladr¨®n perfecto, porque actu¨® sin armas, no hizo da?o a nadie, rob¨® no a un individuo sino a un museo mal supervisado, enga?¨® a los guardas sin ninguna dificultad, y eligi¨® las obras que se llev¨® con buen gusto. Incluso fue educado con los jueces¡¯¡±.
Tomic, cuenta Halpern, presumi¨® en el juicio de la facilidad con la que hab¨ªa entrado en el museo, llegando a compararse con Ars¨¨ne Lupin, el personaje de Maurice Leblanc. ¡°Franck Johann¨¨s, de Le Monde, me dijo que la historia de Tomic ten¨ªa todos los elementos de un relato de Lupin: ¡®Un robo espectacular, perfectamente organizado, sin violencia, ejecutado por una especie de artista¡¯. Entre los franceses, dice Johann¨¨s, ¡®sigue quedando una cierta simpat¨ªa hacia quienes quebrantan el orden establecido¡¯. Cit¨®, como pruebas, las rebeliones de 1789, 1792, 1830, 1848, 1871, 1936 y 1968¡±.
Ocasio-Cortez y la tasa del 70%
No s¨®lo de enso?aci¨®n voyeur y de gatopardismo caritativo vive el hombre. Los tiempos de involuci¨®n olig¨¢rquica reclaman soluciones audaces. Al otro lado del atl¨¢ntico, una figura emergente de la pol¨ªtica se abre camino a ritmo mete¨®rico al tiempo que dinamita todas las verjas que acotan el campo de lo posible en el debate p¨²blico. Alexandria Ocasio-Cortez, latina de origen puertorrique?o criada en el Bronx, sacudi¨® la pol¨ªtica a finales de junio del a?o pasado, cuando barri¨® del mapa en unas primarias a uno de los congresistas dem¨®cratas m¨¢s poderosos y mejor financiados por Wall Street. Joe Crowley llevaba dos d¨¦cadas en el congreso, sin apenas oposici¨®n dentro de su partido. Lo apoyaban el gobernador y el alcalde de Nueva York, adem¨¢s de los dos senadores del estado. Su campa?a contaba con 18 veces m¨¢s votos que la de Ocasio-Cortez, una activista de base que trabajaba de camarera y se hab¨ªa formado pol¨ªticamente en la campa?a presidencial de Bernie Sanders en 2016. Tras arrasar en las primarias con s¨®lo 28 a?os, Ocasio-Cortez se convirti¨® en la congresista m¨¢s joven de la historia de Estados Unidos. Desde entonces, su estatura pol¨ªtica no ha parado de crecer. En su ¨²ltima edici¨®n, el semanario financiero Bloomberg Businessweek la lleva a su portada con un texto de los reporteros Peter Coy y Katia Dmitrieva que orbita sobre su cualidad m¨¢s preciada: conseguir que se hable sobre ella y ¡ªante todo¡ª sobre lo que ella quiere una y otra vez, hasta la saciedad.
Bloomberg relata una escena reveladora. Se reprodujo en millones de hogares estadounidenses en pleno horario de m¨¢xima audiencia, y fue amplificada a la en¨¦sima potencia por las redes sociales en las semanas venideras. ¡°En una aparici¨®n en el programa 60 Minutes con Anderson Cooper el seis de enero, estaba hablando de su propuesta para un?new deal verde, un plan dise?ado para trasladar a Estados Unidos a consumir un 100% de energ¨ªa renovable para 2035. Cooper pidi¨® explicaciones al insistir en que dicho programa requerir¨ªa subir impuestos. ¡®Hay un cierto punto en el cual, s¨ª, la gente va a tener que empezar a pagar lo que le toca¡¯, respondi¨®. Cuando le pidieron que precisara, dijo: ¡®Una vez que llegas a lo m¨¢s alto, en tu d¨¦cimo mill¨®n de d¨®lares, a veces se ven tipos impositivos de hasta el 60 o el 70%¡±.
El tipo m¨¢ximo en Estados Unidos es ahora del 37%. De pronto, proliferaron los debates en torno a la cifra, a lo adecuado ¡ªo no¡ª de los impuestos progresivos. Los ataques desde la derecha se cebaron con la joven senadora, consiguiendo precisamente encender a sus ac¨®litos y avivar el debate, alimentados por los casi dos millones y medio de seguidores que tiene la congresista en Twitter. En cuesti¨®n de horas, la presi¨®n fiscal, sus virtudes y sus defectos, la crisis de la desigualdad y la historia de unos tipos que, hasta los a?os sesenta, rondaron el 90% copaban el debate a derecha e izquierda.
La doctrina neoliberal ha calado bien fuerte en Estados Unidos. Desde los a?os setenta, los l¨ªderes del Partido Dem¨®crata se esfuerzan por marcar bien de cerca a los republicanos en lo relativo a la disciplina fiscal. ¡°Bajar los impuestos¡± (sin especificar a qui¨¦n) es art¨ªculo de fe en la pol¨ªtica estadounidense del ¨²ltimo medio siglo. Mientras Ocasio-Cortez realizaba esas declaraciones a la CNN, el Congreso votaba una serie de medidas de austeridad fiscal al estilo de la troika, que obliga a aumentar impuestos o reducir inversi¨®n p¨²blica siempre que se aprueben leyes que conlleven aumentar el d¨¦ficit.
?Se hab¨ªa pasado de frenada la congresista, que tambi¨¦n defiende la sanidad universal, el trabajo garantizado por el Estado, la abolici¨®n de la polic¨ªa migratoria, la educaci¨®n universitaria o formaci¨®n profesional gratuita, recortes al gasto militar y la tenencia de armas, y la reinstauraci¨®n de las regulaciones financieras que se impusieron despu¨¦s del crash de 1929? ?Estaba pagando la novatada?
No si hacemos caso a las encuestas: una semana despu¨¦s de la entrevista, un estudio de opini¨®n (cuya pregunta en s¨ª misma era una victoria para Ocasio-Cortez) arrojaba el dato que resquebrajaba 50 a?os de consenso desde arriba: seis de cada diez votantes registrados apoya la idea de un tipo impositivo m¨¢ximo del 70%. El 45% de los republicanos apoyan la medida. Dinamita pol¨ªtica.
¡°Gracias quiz¨¢ a la campa?a presidencial de Sanders, quien como Ocasio-Cortez se autodenomina socialista democr¨¢tico, incluso la palabra ¡®socialismo¡¯ ha dejado de ser un insulto,¡± esgrimen Coy y Dmitrieva. ¡°Gallup desvelaba en agosto que el 57% de los votantes dem¨®cratas o cercanos al Partido Dem¨®crata ten¨ªan una opini¨®n positiva del socialismo, mientras que solo el 47% ve¨ªa con buenos ojos el capitalismo¡±.
Y es que, concluyen los periodistas de Bloomberg Businessweek, ¡°lo que entiende Ocasio-Cortez es que conseguir que se hable de una idea, aunque sea desfavorablemente, es un paso necesario aunque insuficiente para su adopci¨®n (el presidente Trump tambi¨¦n lo entiende)¡±. Son llamaradas cuyos destellos avistan turbados los amos del mundo desde los cerros nevados de Davos. Algunos ¡ªlos m¨¢s perspicaces¡ª esgrimen mangueras. Har¨ªan bien en mirarse al ombligo para encontrar las causas del incendio. El fuego tiende a ser tozudo y se multiplican los focos.
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