Quiero ser presidenta de Estados Unidos
La ola feminista gana impulso en la gran carrera de 2020 a la Casa Blanca. Tres de los cuatro precandidatos m¨¢s conocidos son mujeres
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La campa?a electoral para las elecciones presidenciales de oto?o de 2020 acaba de comenzar en Estados Unidos. Habr¨¢ quien fije su fecha de arranque m¨¢s adelante, en el proceso de primarias que dentro de un a?o escoger¨¢ al candidato final de cada partido a la Casa Blanca, y tambi¨¦n quien retroceda hasta el 9 de noviembre de 2016, al d¨ªa siguiente de la victoria de Donald Trump contra Hillary Clinton, como inicio de la batalla. Pero el punto de inflexi¨®n m¨¢s evidente fueron las legislativas del pasado noviembre. Tras ellas, y con el buen resultado para los dem¨®cratas caldeando el ambiente, una ristra de aspirantes del partido anunci¨® su intenci¨®n de convertirse en el pr¨®ximo presidente de Estados Unidos. O presidenta. Porque de entre los nueve nombres ya en la lista, cuatro son mujeres, y tres de ellas figuran entre los m¨¢s relevantes en el ¨¢mbito nacional.
La senadora californiana Kamala Harris, de 54 a?os, ex fiscal general del Estado y figura ascendente en el partido, anunci¨® este lunes que empezaba la campa?a para lograr sentarse en el Despacho Oval, algo largamente especulado, sum¨¢ndose a la tambi¨¦n esperada Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts, de 69 a?os, miembro del ala izquierda de la formaci¨®n. La senadora por Nueva York Kirsten Gillibrand, de 52 a?os, dio un paso al frente a mediados de enero, y la congresista por Haw¨¢i Tulsi Gabbard, de 37 a?os, lo hizo apenas unos d¨ªas antes.La ola feminista de las ¨²ltimas elecciones al Congreso se mantiene en la carrera hacia la candidatura dem¨®crata a la presidencia m¨¢s poderosa del mundo.
¡°Una parte tiene que ver con lo que vimos en las legislativas de 2018. Hay muchas mujeres en el lado dem¨®crata respondiendo a la presidencia de Trump, que se sienten especialmente indignadas, no solo por ¨¦l personalmente, sino porque sienten que muchas de sus pol¨ªticas y de las pol¨ªticas que se asocian al Partido Republicano son contra las mujeres¡±, explica Amanda Clayton, profesora de Pol¨ªtica y G¨¦nero en la Universidad de Vanderbilt, en Tennessee, en referencia a pol¨ªticas regresivas en materia de aborto, entre otras, que se han abierto paso en estos dos a?os.
Otra parte, a?ade Clayton, tiene que ver con Hillary Clinton. ¡°Creo que se nos han olvidado demasiado r¨¢pido que ella hizo historia siendo la primera candidata de un gran partido. Lo ha normalizado para los votantes, su carrera anim¨® a muchas mujeres a participar¡±. Clinton, derrotada por el sistema de colegio electoral, logr¨® obtener tres millones m¨¢s de votos individuales que Trump.
Entre las actuales mujeres a la carrera dem¨®crata no hay m¨¢s hilo conductor que su g¨¦nero. El perfil de Warren, una casi septuagenaria abogada conocida como azote de Wall Street, tiene poco que ver con la millennial Tulsi Gabbard, hind¨², veterana de Irak, que a¨²n se est¨¢ disculpando por su dura oposici¨®n al matrimonio gay en el pasado. La senadora Gillibrand, miembro de una de las dinast¨ªas pol¨ªticas del Partido Dem¨®crata, muy influyente en el Estado de Nueva York, est¨¢ muy significada por su defensa de los derechos LGTB y contra el acoso sexual, si bien ha migrado respecto a su postura de mano dura contra la inmigraci¨®n irregular de hace a?os. Harris, en cambio, hija de inmigrante jamaicano y madre india, encuentra en la defensa de las pol¨ªticas migratorias una de sus se?as de identidad, aunque ha sido cuestionada por su dureza como fiscal.
Lo variopinto de estas mujeres alimenta la idea de que la normalizaci¨®n del protagonismo femenino en los puestos m¨¢s elevados de la pol¨ªtica es m¨¢s transversal, pero el fen¨®meno est¨¢ a¨²n muy ligado al Partido Dem¨®crata. La brecha de g¨¦nero en la pol¨ªtica estadounidense no deja de crecer: ellas votan cada vez m¨¢s a los progresistas y ellos, a los republicanos. La fractura alcanz¨® su tope en las presidenciales, cuando Clinton gan¨® por 14 puntos porcentuales entre las votantes (seg¨²n los sondeos a pie de urna) y Trump, por 12,5 entre los votantes.
¡°Desde un punto de vista negativo, en 2016 vimos c¨®mo el sexismo moviliz¨® a muchos votantes a votar contra Hillary Clinton. Muchos de aquellos debates sobre su simpat¨ªa se est¨¢n viendo ahora con las candidatas a 2020, creo que se van a enfrentar a expectativas que no son las mismas que las de los hombres, as¨ª que ser¨¢ muy dif¨ªcil. Pero al mismo tiempo hay un gran descontento con esta presidencia. As¨ª que la pregunta abierta es si la energ¨ªa de la base dem¨®crata ser¨¢ suficiente para superar la penalizaci¨®n sexista¡±, reflexiona Clayton.
Varias encuestas revelan el sesgo sexista del votante. Una realizada por YouGov dos semanas antes de las presidenciales reflejaba que entre las personas con actitudes sexistas hab¨ªa una mayor¨ªa abrumadora de votantes de Trump. Otro estudio de octubre de aquel a?o, de HCD Research, entrevist¨® a 500 personas, distribuidas a partes iguales entre trumpistas y clintonistas, hombres y mujeres. La mitad de los hombres mostraba un sesgo negativo respecto a la hora de vincular mujeres y carrera profesional. El colectivo m¨¢s reacio, no obstante, era el de las mujeres trumpistas: el 80% de ellas expresaba este sesgo.
Antes de la batalla final contra Trump (u otro candidato republicano), los dem¨®cratas librar¨¢n esa guerra civil en la que suelen convertirse sus primarias. A los actuales nombres masculinos sobre la mesa ¡ªentre los que destaca Julian Castro, exsecretario de Vivienda de Obama¡ª, se pueden sumar en breve el del exvicepresidente Joe Biden o el senador por Nueva Jersey Corey Booker. Independientemente del resultado, un cambio parece haber llegado para quedarse: la diversidad racial, ¨¦tnica y sexual de los candidatos, reflejo de la diversidad de la sociedad estadounidense. El alcalde de South Bend (Indiana), Peter Buttigieg, veterano de Afganist¨¢n, es desde esta semana el primer precandidato presidencial abiertamente homosexual de la historia.
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