Una voz negra y literaria para responder a Trump
Stacey Abrams, la elegida por los dem¨®cratas para dar la r¨¦plica al discurso sobre el estado de la Uni¨®n, representa a los votantes j¨®venes y progresistas que marcaron las elecciones legislativas
La elecci¨®n de la persona que dar¨¢ la r¨¦plica al discurso presidencial del estado de la Uni¨®n suele ser m¨¢s importante que la r¨¦plica en s¨ª misma, un ejercicio pol¨ªtico poco agradecido que, en los ¨²ltimos tiempos, apenas sirve para inspirar memes y del que se tiende a recordar, principalmente, aquello que fue mal. Preg¨²ntese si no a Marco Rubio, de cuya respuesta a Obama nadie recuerda m¨¢s que el aparente arrebato de sed extrema que le hizo relamerse, con angustiosa reiteraci¨®n, y abalanzarse sobre un botell¨ªn de agua.
Por ello, es en el elenco de l¨ªderes dem¨®cratas que han ejercido la r¨¦plica los ¨²ltimos tres a?os, m¨¢s que en el tenor de sus intervenciones, donde cabe buscar el term¨®metro del debate en que se encuentra inmerso el partido para definir su identidad en la era Trump. El elegido para contestar al primer discurso del presidente en 2017 fue Steve Beshear, blanco y moderado de 72 a?os, exgobernador de un Estado tan republicano como Kentucky, con el que se busc¨® apelar a los votantes ¡ªmayores, blancos y sure?os¡ª que les hicieron perder en 2016. Al a?o siguiente, la designaci¨®n, tan correcta como poco memorable, de un Kennedy (Joseph III) ofrec¨ªa pistas acerca del punto muerto en que estaba el partido.
Un mensaje bien distinto lanzan los dem¨®cratas con la elecci¨®n de Stacey Abrams, de 45 a?os, para responder al presidente esta noche. ?Procede volver a apelar al centrismo clintoniano o al sector m¨¢s izquierdista, joven, femenino y diverso, movilizado contra Trump? Un punto para los partidarios de la segunda opci¨®n.
Abrams representa al electorado que brind¨® al Partido Dem¨®crata la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes en noviembre. Es la primera mujer negra que ofrece la respuesta al discurso del estado de la Uni¨®n. Es tan poco establishment que ni siquiera ostenta un cargo p¨²blico. Fue l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara baja de Georgia y fue la candidata a gobernadora del Estado en noviembre.
Concurri¨® con un programa inequ¨ªvocamente progresista en un Estado tradicionalmente conservador. Emocion¨® y capt¨® atenci¨®n nacional. Sus ¨ªndices de aprobaci¨®n superaban por 15 puntos a los de su contrincante. Y perdi¨®.
Pero la suya fue una de esas derrotas por la m¨ªnima, como la de Beto O¡¯Rourke en Texas o Andrew Gillum en Florida, que no eclipsaron el fen¨®meno popular que les hab¨ªan precedido. La resistencia de Abrams a admitir su derrota, que achac¨® a irregularidades electorales, no hizo sino contribuir a su popularidad entre los dem¨®cratas.
Ahora ha convertido en su causa la lucha contra las leyes electorales que, en Estados como el suyo, asegura, dificultan el registro y el ejercicio del voto de los ciudadanos m¨¢s desfavorecidos. Chuck Schumer, l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata en el Senado, dijo que hab¨ªan elegido a Abrams para dar la r¨¦plica a Trump porque es ¡°una l¨ªder din¨¢mica que ha proporcionado resultados en la madre de todos los temas: los derechos electorales¡±.
El partido aguarda su decisi¨®n de si se presentar¨¢ o no a la carrera para lograr un esca?o por Georgia en el Senado en 2020. Incluso hay quien no descarta que decida sumar su nombre a unas hiperpobladas primarias presidenciales.
Una mujer negra con una licenciatura en Yale quiz¨¢ no fue suficiente para conectar con los votantes rurales de Georgia, pero a escala nacional podr¨ªa ser diferente. Tampoco ayud¨® que su contrincante la describiera como una reencarnaci¨®n de Bernie Sanders. Ella prefiri¨® subrayar sus ra¨ªces rurales y su trayectoria como congresista estatal, en la que demostr¨® capacidad para buscar dinero, algo que habr¨ªa necesitado para cumplir su promesa de extender la sanidad p¨²blica.
Abrams conoce de primera mano los problemas con la sanidad a los que se enfrentan muchos estadounidenses. Creci¨® con cinco hermanos en un hogar humilde del Misisipi rural y la familia sufri¨® para pagar las facturas m¨¦dicas derivadas del c¨¢ncer del padre. Las obligaciones familiares y la deuda adquirida para pagar sus tasas universitarias hicieron que Abrams tuviera alg¨²n retraso en sus pagos a Hacienda, algo que reconoci¨® en sus memorias, publicadas durante la campa?a.
No fue su primera incursi¨®n en la literatura: es autora de ocho novelas de suspense rom¨¢ntico, de las que ha vendido, seg¨²n su web, m¨¢s de 100.000 ejemplares. Las escribi¨®, eso s¨ª, con el seud¨®nimo de Selena Montgomery, consciente acaso de lo delicado de conjugar, bajo un mismo nombre, una carrera pol¨ªtica y un relato, por ejemplo, de una adolescente fugada y un atractivo forense que se encuentran con cien cad¨¢veres en una habitaci¨®n.
Fue un desenga?o amoroso, a los 18 a?os, lo que le llev¨® a Abrams a tomarse en serio su futuro. En vez de encerrarse a llorar, seg¨²n cuenta en sus memorias, se fue al ordenador y redact¨® un minucioso plan para sus siguientes 40 a?os de vida. Este inclu¨ªa ser autora de una novela rom¨¢ntica antes de cumplir los 24 a?os (lo hizo a los 28), hacerse millonaria con una empresa antes de los 30 (fund¨® dos pero no le hicieron rica) y convertirse en alcaldesa de Atlanta a los 35. Tampoco lo logr¨® a tiempo. Pero pudo quedarse corta.
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