Milagros, cr¨ªmenes y esperas: un d¨ªa cualquiera en el juicio de El Chapo
Una veintena de periodistas ha cubierto durante 44 d¨ªas un proceso, entre la telenovela y el relato de terror, que ha abierto una ins¨®lita ventana al mundo del narcotr¨¢fico
La leyenda de Jes¨²s Malverde est¨¢ muy presente en Sinaloa, cuna de los grandes carteles de la droga en M¨¦xico. El bandolero, considerado el santo de los narcos (no reconocido por la Iglesia) y de quien se dice que robaba a los ricos para d¨¢rselo a los pobres, tiene hasta una capilla en el Estado.?El primer d¨ªa del juicio contra Joaqu¨ªn Guzm¨¢n, El Chapo, apareci¨® de la nada, en un cuarto cercano a la sala donde se juzgaba al narco, una estatuilla de este Robin Hood mexicano.
¡°?Es un milagro!¡±, proclam¨® su abogado Eduardo Balarezo, ¡°?lleg¨® para darle protecci¨®n!¡±. Sucede que la imagen de Guzm¨¢n se parece a la del capo de la droga. Pero de poco sirvi¨®: el mismo d¨ªa en que se cumpl¨ªa el tercer mes del proceso, el yugo de la justicia cay¨® con toda su fuerza sobre El Chapo. El letrado comentaba, solo una hora antes del veredicto, que estaba preparado y que no ve¨ªa el momento de que terminara. Aunque lo que hubiera de venir fuera lo peor.
Esa misma sensaci¨®n de agotamiento y pena, salvando las distancias, se respiraba entre la veintena de periodistas de diferentes medios internacionales que ha cubierto el juicio desde el principio. Contando las seis jornadas de deliberaciones, el proceso dur¨® 44 d¨ªas. En las quinielas que se hac¨ªan, alguno de los presentes lleg¨® a sugerir que este martes ser¨ªa el d¨ªa de la decisi¨®n porque la combinaci¨®n de n¨²meros coincid¨ªa con el cumplea?os del acusado, que naci¨® el 4 del cuarto mes.
El juicio fue un bombardeo masivo de informaci¨®n. Las pruebas presentadas se comen 5,2 gigas de memoria. Incluyen cientos de fotos, audios, v¨ªdeos, mensajes y documentos que tuvo que digerir el jurado antes de declararlo culpable de los 10 cargos que se le imputaban. Eso, sin contar con los miles de p¨¢ginas que ocupan los testimonios de los 14 colaboradores con la justicia que subieron al estrado para revelar los detalles ¨ªntimos del capo, como la talla de sus vaqueros.
El que m¨¢s sensaci¨®n caus¨® fue el colombiano Chupeta, conocido como el hombre de las mil caras. Su aspecto espeluznante hizo saltar al jurado de sus asientos. Y eso pese a que el juez ya les advirti¨®, antes de que entrara, de que su rostro, sometido a numerosas operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica, pod¨ªa sorprender. Se cambi¨® hasta las orejas. Aunque lo m¨¢s impresionante fue el orgullo con el que relat¨® los 150 asesinatos que orden¨® ejecutar, o c¨®mo liquid¨® a sangre fr¨ªa a un traidor, de un disparo en la cara a solo un metro de distancia.
El Gordo, otro de los compinches del Chapo que testific¨® contra ¨¦l, cont¨® que una noche el jefe le mand¨® una banda a prisi¨®n para tocarle Un pu?o de tierra. Era, seg¨²n dijo, la canci¨®n preferida del narcotraficante. A la ma?ana siguiente, sufri¨® un intento de asesinato con granadas en la celda. Ese corrido, que habla de la muerte, se convirti¨® en la banda sonora de las largas esperas que deparaba la rutina del juicio.
La cola de periodistas empezaba a formarse de madrugada en la puerta del tribunal en Brooklyn, en ocasiones con nieve y temperaturas muy por debajo de cero, para poder tener uno de los codiciados asientos en la sala principal. Los menos madrugadores pod¨ªan seguir el proceso desde una sala contigua habilitada con pantallas. Cada ma?ana, la corresponsal de Televisa se encargaba de llevar la lista, apuntando y otorgando un n¨²mero a cada periodista o curioso que llegaba.
Porque tambi¨¦n hab¨ªa curiosos. Como una pastora protestante que todas las ma?anas acud¨ªa a rezar, dec¨ªa, en nombre de la madre del Chapo. O una pareja de j¨®venes reci¨¦n casados de California, de origen mexicano, que se acercaron para ver al Chapo en persona. Hubo quien, para saltarse la cola, se hizo pasar por un familiar. Y uno de ellos, en el cuarto d¨ªa de deliberaciones, termin¨® arrestado por enfrentarse a un marshall ¡ªagente de la Polic¨ªa Judicial, encargado de los arrestos y de la custodia de los detenidos¡ª?que le pidi¨® que abandonara la sala.
Las sesiones,?de siete horas cada una, se desarrollaron de lunes a jueves. Las plazas para el p¨²blico y la prensa eran muy limitadas, porque al imponente equipo de la fiscal¨ªa no le bastaba con la gran mesa que ocupaba en el centro de la sala. La defensa ten¨ªa un banco reservado para Emma Coronel. La mujer del acusado, alojada en un hotel a menos de cinco minutos a pie, casi no falt¨®. Estaba, dec¨ªa, ¡°en misi¨®n humanitaria¡±. Antes del receso navide?o acudi¨® con las hijas gemelas de ambos.
El ritual de seguir el juicio se completaba con un control a la entrada del tribunal y otro justo en la puerta de la sala 8D. Cinturones, zapatos, libretas, bol¨ªgrafos, todo ten¨ªa que pasar por el detector mientras agentes de la polic¨ªa judicial barr¨ªan los pasillos con aparatos extra?os. Ni los m¨®viles se pod¨ªa meter en la sala, obligando a los periodistas a correr escaleras abajo y arriba cada vez que hab¨ªa alg¨²n susto. Justo al inicio de las deliberaciones, salt¨® la falsa alarma de que hab¨ªa veredicto y una corresponsal opt¨® por arrojar su tel¨¦fono en una basura, el ¨²nico sitio donde no corr¨ªa peligro y no despertar¨ªa sospechas.
La decisi¨®n del jurado se hizo esperar una semana. Hasta los abogados de El Chapo esperaban algo mucho m¨¢s r¨¢pido. Este martes se escuch¨® por ¨²ltima vez el sonido de los grilletes golpeando el suelo, la se?al durante estos tres meses de que entraba el acusado y todo estaba listo para empezar.
El juicio fue una puesta en escena perfectamente pautada de principio a fin, en la que todos los elementos permitieron crean un melodrama del mundo real de la droga. Los dibujos de las ilustradoras son la ¨²nica memoria visual que queda ahora del mayor juicio por narcotr¨¢fico celebrado en EE UU. Shirley y Andrea Shepard (madre e hija), maestras del pastel y del carboncillo, ya han dibujado al capo del clan de los Gambino y otros muchos c¨¦lebres delincuentes.
El Chapo fue declarado culpable tras un juicio maratoniano. Sus abogados comentaban al terminar que, adem¨¢s de luchar contra las pruebas, tuvieron que hacer frente a la percepci¨®n de que era culpable. ¡°Claro que es un trofeo para el Gobierno¡±, admit¨ªa Jeffrey Lichtman, otro de sus tres abogados, ¡°pero la coca¨ªna sigue fluyendo y este juicio no va a pararla, claro que no¡±.
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