Un poeta frustrado para salvar el Brexit de Theresa May
El abogado general de Reino Unido, Geoffrey Cox, la ¨²ltima esperanza del Gobierno
El d¨ªa en que el abogado general del Estado de Reino Unido, Geoffrey Cox, ocup¨® el escenario del congreso del Partido Conservador en Birmingham, a principios de octubre, muchos intuyeron que hab¨ªa nacido una nueva estrella pol¨ªtica. Con una pomposa teatralidad m¨¢s propia de otro siglo, y sin embargo una voz grave, atronadora y articulada, capaz de hipnotizar a la audiencia, Cox present¨® a la primera ministra y l¨ªder del partido, Theresa May, pero a la vez inocul¨® orgullo, sentido de la historia y optimismo a un partido que se desangraba en guerras intestinas. Hizo bromas, cit¨® la poes¨ªa de Milton -"Ant¨®jaseme ver una noble y poderosa naci¨®n despertando como recio var¨®n despu¨¦s del sue?o..."- y reprendi¨® a los asistentes, enredados en juegos pol¨ªticos de adivinanza sobre el futuro de May y de su plan del Brexit. "En el mundo real, nada que sea valioso se obtiene sin sacrificio ni compromiso", clam¨® Cox.
El principal asesor jur¨ªdico de Downing Street se ha convertido tambi¨¦n en el ¨²ltimo hilo de esperanza de la primera ministra, quien se ha aferrado a la sabidur¨ªa legal y capacidad negociadora de este abogado, nacido en Wiltshire hace 58 a?os, hijo de soldado, educado en el King?s School de Taunton y en Cambridge, asesor de la reina (Queen?s Counsel, un t¨ªtulo honor¨ªfico de los letrados cuya brillantez y destreza es reconocida entre sus pares) y millonario, para desentra?ar la madeja del Brexit. Fue Cox quien hizo frente a May, en la mesa del Consejo de Ministros, para explicarle a ella y a sus colegas de Gabinete que el llamado backstop, la salvaguarda irlandesa impuesta por la UE en el acuerdo de retirada, era una tela de ara?a que amenazaba con retener indefinidamente a Reino Unido dentro de la uni¨®n aduanera. Y fue Cox, tambi¨¦n, quien se enfrent¨® a todos los diputados laboristas y a los euroesc¨¦pticos de su partido cuando defendi¨® la necesidad de mantener secretos los informes jur¨ªdicos manejados por el Gobierno de May durante las negociaciones del Brexit. "?Crezcan ya de una vez, sean realistas!", bram¨® Cox en un debate parlamentario de una riqueza conceptual y dial¨¦ctica pocas veces vista, pero que coloc¨® al prestigioso y sagaz abogado ante una realidad en la que la l¨®gica y la oratoria, en la mayor¨ªa de las ocasiones, no son suficientes. La C¨¢mara de los Comunes acus¨® al Ejecutivo, por primera vez en la historia parlamentaria, de desacato, y el abogado general tuvo que entregar las actas. No revelaban nada que no se supiera ya, pero dejaron herido el orgullo de un profesional para quien el principio de confidencialidad con su cliente era poco menos que el escudo que preservaba el inter¨¦s general de la naci¨®n.?
En el selectivo mundo de los tribunales y bufetes de Londres, Cox no era una sorpresa. Ya le conoc¨ªan y le admiraban desde hac¨ªa varias d¨¦cadas. Por una autoridad exclusiva de aquellas pocas personas conscientes de su propia val¨ªa. Cox no dud¨® en reprender (y lo que tiene m¨¢s m¨¦rito, enmudecer) a un todopoderoso magistrado del Alto Tribunal de Justicia que despach¨® de un modo denigrante a una joven y nerviosa abogada contraria. Y por su sentido del humor e iron¨ªa con los que ¨¦l mismo acent¨²a y engalana su voz tronante y sedosa. "No es necesario gritar tanto", le dijo en cierta ocasi¨®n un juez. "Esto, milord, se llama sottovoce", respondi¨® Cox.
El letrado negocia estos d¨ªas con Bruselas una componenda al backstop?que contenga la suficiente fuerza jur¨ªdica como para convencer a los diputados euroesc¨¦pticos de que el mecanismo no ser¨¢ eterno y a los l¨ªderes europeos de que continuar¨¢ siendo una garant¨ªa eficaz para evitar una nueva frontera entre las dos Irlandas. Una cuadratura del c¨ªrculo que muchos pol¨ªticos brit¨¢nicos ya solo ven posible resolver si Cox se dedica a ello en cuerpo y alma. De momento, al contrario que otros negociadores previos que Downing Street ha enviado a Bruselas, el abogado general ha logrado en un breve periodo de tiempo el respeto de la contraparte europea.
Rogers, uno de sus profesores en el King?s School, recordaba a la BBC la pregunta que el alumno de 16 a?os y colaborador de la revista escolar realiz¨® al diputado conservador de aquella circunscripci¨®n: "Regresando a la ideolog¨ªa, se?or Duchamp, parece que el Partido Conservador es m¨¢s bien amorfo en este aspecto. Mientras los socialistas aseguran perseguir una meta o un objetivo concreto, da la impresi¨®n de que el conservadurismo no tiene esta finalidad, esta podr¨ªamos llamar...utop¨ªa".
Precoz y brillante. As¨ª defin¨ªa el profesor a un alumno que solo ha fracasado en uno de sus prop¨®sitos vitales. Cox quiso ser poeta, pero admiti¨® pronto que sus versos eran mediocres. Este admirador confeso de T. S. Eliot conserva en sus formas y en su tono una vena po¨¦tica que quiz¨¢ sirva para rescatar al Brexit de una prosa aletargada.
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