El futuro de los desaparecidos
Los desaparecidos podr¨¢n no aparecer, o hacerlo de un modo indiciario y ambiguo, y ello ser¨¢ motivo de verg¨¹enza para quienes estuvieron y est¨¢n en el poder
Hay diversas explicaciones de por qu¨¦ y c¨®mo llegamos a los muchos y profundos problemas y cambios a que asistimos. Unos piensan que provienen de la corrupci¨®n, otros de la desigualdad y algunos m¨¢s del malestar con la globalidad. M¨¢s all¨¢ de si la respuesta descansa en una sola variable o en una combinaci¨®n de ellas, la composici¨®n narrativa se concentra en la comprensi¨®n del pasado y en entender el presente partiendo de factores y relatos hist¨®ricos. Por estar ocupados ajustando cuentas con lo que ya fue y su vinculaci¨®n con lo que ya es, poco se reflexiona en y para el futuro. Al reivindicar para s¨ª la historia y posicionar en ella la acci¨®n pol¨ªtica, el actual Gobierno mexicano no ha tenido que preguntarse por lo que el futuro puede ser ni ha tenido que identificar los medios para lograrlo. La estandarizada narrativa gubernamental identifica una situaci¨®n como indebida, la imputa luego a lo que antes se hizo y concluye que eso no acontecer¨¢ m¨¢s. La econom¨ªa de este relato permite obviar la identificaci¨®n del porvenir y de la racionalidad necesaria para arribar a un estado de cosas deseado.
Para salir del marasmo historicista, pensemos en algo con lo que en el futuro habremos de encontrarnos, algo que indefectiblemente estar¨¢ ah¨ª y que desde ahora sabemos que afectar¨¢ los modos de percibirnos y actuar como mexicanos. Creo no equivocarme si se?alo que los desaparecidos son un fen¨®meno evidente de tal naturaleza, pues ellos recogen los dramas actuales y las m¨¢s lamentables evasiones al futuro de la pol¨ªtica y de la sociedad.
Los desaparecidos son dif¨ªciles de tratar. Cuesta trabajo marcar a quien no est¨¢, a quien al no aparecer tiene que hacerse presente de un modo imperfecto. Conceptualmente, los desaparecidos terminan confundidos y mezclados con otros sujetos. Jur¨ªdicamente son algo como ausentes declarados, muertos presuntos, tard¨ªas altas o bajas en registros o sentencias. Num¨¦ricamente est¨¢n indeterminados. F¨ªsicamente son cuerpo, hueso, resto o dato. ?Por d¨®nde empezar? ?C¨®mo hacer presente al ausente hasta encontrarlo a ¨¦l o al menos a un dato cierto que permita ubicarlo de alg¨²n modo en alg¨²n lugar? Los d¨ªas pasan y los desaparecidos crecen. Se sabe que hay fosas con restos, pero no a qui¨¦nes pertenecen. Sabemos que hay cuerpos amontonados, pero no conocemos sus nombres. Tenemos algunos pobres registros, pero no sabemos c¨®mo relacionarlos. Hay muestras gen¨¦ticas, huellas dactilares o placas dentales, pero no correspondencias. De un lado, nombres, de otro, datos. En el medio, pocas t¨¦cnicas, pocas capacidades, pocos esfuerzos continuados y metodol¨®gicamente dirigidos. Los desaparecidos podr¨¢n no aparecer, o hacerlo de un modo indiciario y ambiguo, y ello ser¨¢ motivo de verg¨¹enza para quienes estuvieron y est¨¢n en el poder. Su incompetencia generar¨¢ que muchos destinen su propia vida a la b¨²squeda de los suyos, que definan su existencia en la obtenci¨®n de un cuerpo o un dato.
Los desaparecidos muestran bien las intersecciones del momento pol¨ªtico actual. Evidencian que los gobiernos federales y locales est¨¢n interesados en dominar el presente mediante la apropiaci¨®n del pasado, pero son incapaces de imaginar el futuro y trazar el modo de alcanzarlo. ?Qu¨¦ se hace para generar m¨¦todos y acciones para buscarlos con juicio y t¨¦cnica, para identificar, entregar y posibilitar duelos? El marco normativo da las bases para moverse, para generar otras normas, capacitar y actuar. No hay, ni ha habido, sin embargo, eso que chocantemente se ha llamado voluntad pol¨ªtica. La identificaci¨®n de un objetivo concreto, el deseo de lograrlo y el esfuerzo sostenido para alcanzarlo. Los desaparecidos no son lo ¨²nico que la pol¨ªtica actual est¨¢ dejando de lado, pero s¨ª un claro y doloroso ejemplo de lo que bajo palabras y palabrer¨ªas se est¨¢ dejando de hacer. Los desaparecidos tambi¨¦n son pueblo. Su lastimosa ausencia nos lo recuerda a diario, pero su incapacidad de votar y agregarse a la masa pareciera hacerlos prescindibles, finalmente, desaparecibles.
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