El hombre que intenta unir a la izquierda francesa
El ensayista busca consensuar una lista para las elecciones europeas. Convencer a los partidos tradicionales no est¨¢ siendo f¨¢cil
Rapha?l Glucksmann (Par¨ªs, 1979) llega con algo de retraso a la cita en un restaurante en Par¨ªs. El patinete el¨¦ctrico en el que ven¨ªa se le rompi¨® a mitad de camino, cuenta, y estalla en risas. Sabe que esa excusa le har¨¢ subir puntos en la escala de estereotipos del bo-bo (bourgeois-boh¨¨me), algo as¨ª como urbanita pijo de izquierdas, que arrastra. Una imagen pol¨ªticamente arriesgada en estos tiempos de los chalecos amarillos que claman, precisamente, contra esa figura del pol¨ªtico capitalino privilegiado que est¨¢ m¨¢s en sinton¨ªa con las grandes ciudades del mundo que con lo que consideran son los problemas de la Francia real.
Glucksmann lo asume. No reh¨²ye ning¨²n debate, ninguna discusi¨®n, ni en las rotondas de los chalecos amarillos ni en los teatros y centros sociales de toda Francia en los que lleva desde finales de 2018 presentando su ¨²ltimo proyecto, Plaza P¨²blica. Un movimiento con el que busca reagrupar a la izquierda francesa dinamitada tras la victoria de Emmanuel Macron en 2017 para hacerla converger, para empezar, en una lista ¨²nica para las elecciones europeas de mayo. Igual que el patinete roto, tambi¨¦n la mayor¨ªa de los partidos a los que ha apelado amenazan con dejarle colgado, al menos hasta ahora. La fecha que se han fijado los cofundadores de Plaza P¨²blica ¡ªGlucksmann, el economista Thomas Porcher y la ecologista Claire Nouvian¡ª para decidir si siguen adelante o no con la lista es el 15 de marzo. Tampoco excluyen ya estructurarse como movimiento, aunque eso pueda contribuir, parad¨®jicamente, a una mayor fragmentaci¨®n de la izquierda.
En cualquier caso, Glucksmann parece dispuesto a seguir llamando a todas las puertas. Al fin y al cabo, este ensayista, periodista y realizador se mueve como pocos en la escena pol¨ªtica francesa en la que acaba de irrumpir. Lo lleva haciendo desde la cuna. Nacido y crecido en los c¨ªrculos de la ¨¦lite pol¨ªtica y pensadora de Par¨ªs ¡ªes hijo del fil¨®sofo Andr¨¦ Glucksmann, con quien escribi¨® el ensayo Mayo del 68 explicado a Nicolas Sarkozy¡ª se form¨® en las mismas prestigiosas escuelas donde estudiaron muchos de los que hoy ocupan puestos clave en el El¨ªseo y, tambi¨¦n, los que, desde la oposici¨®n, aspiran a gobernar Francia alg¨²n d¨ªa. ¡°Los conozco a todos¡±, dice. Y tambi¨¦n a muchas personalidades allende las fronteras galas. ¡°Cuando era peque?o, el mundo entero ven¨ªa a cenar a casa¡±, cuenta.
La europea no es su primera aventura pol¨ªtica. En 2003, el joven Glucksmann se sinti¨® atra¨ªdo por la revoluci¨®n de las rosas en Georgia y, luego, por la naranja en Ucrania. Durante la guerra entre Rusia y Georgia en agosto 2008, se convirti¨® en uno de los asesores pol¨ªticos del entonces presidente georgiano, Mija¨ªl Saakashvili. Junto con Micha firma Je vous parle de libert¨¦ (Os hablo de libertad), en el que el presidente georgiano, ¡°enemigo p¨²blico n¨²mero uno de Rusia¡±, como se le describe en el libro, explica su pol¨ªtica pro occidental. La aventura georgiana de Glucksmann, que incluye un breve matrimonio con la entonces ministra del Interior Ekaterina Zgouladze, con la que tiene un hijo, acaba en 2013. Hoy Saakashvili, perseguido por acusaciones de abusos de derechos humanos durante su mandato, es una figura inc¨®moda entre muchos de los que anta?o lo apoyaron. Pero Glucksmann sigue defendiendo lo que considera fue una batalla contra el que ve como el principal enemigo de los valores occidentales, el presidente ruso de entonces y ahora, Vlad¨ªmir Putin.
¡°Creo, hasta hoy, que en Europa fuimos totalmente ciegos, idiotas¡±. No se comprendi¨®, afirma, ¡°su proyecto pol¨ªtico, que era crear una alternativa a la democracia liberal fundada sobre el nacionalismo, la xenofobia, el chovinismo, la homofobia¡±. El precio lo seguimos pagando, advierte: ¡°Hoy gana en todas partes, [Matteo] Salvini es su proyecto. ?Y por qu¨¦ gana? Porque las democracias liberales est¨¢n tan d¨¦biles y son socialmente tan injustas que hemos dejado espacio para que gane. Tenemos que responder a esa debilidad¡±.
Esa respuesta, afirma, se tiene que dar desde una izquierda ecologista y socialmente justa que vuelva a dar un sentido a la idea de Europa. Y las elecciones europeas son una oportunidad para ello.
¡°El relato que se nos intenta imponer es que es una votaci¨®n entre pro y antieuropeos. No es el que queremos. Hay otro posible: hablar de qu¨¦ Europa queremos, qu¨¦ queremos para Europa¡±, sostiene. ¡°Y lo que queremos es repolitizar Europa, conseguir que lo que deb¨ªa ser el momento del entierro de la izquierda se convierta en un despertar de la misma y que nos digamos: ser de izquierdas o de derechas en Europa no es la misma cosa¡±.
Pero para eso, la izquierda europe¨ªsta y ecologista debe ser fuerte. Y a d¨ªa de hoy, no lo es. En Francia, como en otros pa¨ªses, est¨¢ tan fracturada que pr¨¢cticamente ninguna opci¨®n tiene, por s¨ª sola, fuerza electoral suficiente. ?Podr¨¢ ser Plaza P¨²blica ese pegamento que una los intereses de socialistas, exsocialistas, comunistas y ecologistas a los que ha apelado? Por ahora, la respuesta ha sido bastante fr¨ªa.
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